—Así que la bastarda está repitiendo los pasos de su madre… —dijo July viendo por la ventana. Ya había escuchado los por menores de la boca de Frannie. Después del incidente con el señor Orejas, William no había perdido el tiempo y la despidió. Parecía lleno de odio por lo que le había hecho pasar
De pronto Emma se dio cuenta del cambio que provocaba esa mujer en Will y estaba muy celosa por no lograr lo mismo. —Emma… retírate —dijo Will hablándole con frialdad. —Sí, señor —respondió Emma escondiendo su molestia. Tomó los papeles y en cuanto emprendió el camino hacia la puerta, volvió a e
Respiró profundamente antes de abrir la puerta. William estaba sobre la cama, con las manos enredadas en las sábanas y la frente llena de sudor. Apretaba tanto los dientes que parecía que se le iban a fracturar y su cuerpo se ponía rígido entre espasmos de dolor. —¿Will? —preguntó Emma tragando sa
Cuando dio media vuelta dispuesta a salir, William la tomó por la muñeca, deteniéndola, y antes de que ella pudiera decir algo, la atajó. —Quédate… No me puedes dejar así. Ahuyentaste a toda la servidumbre. ¿Quién estará al pendiente de mí el resto de la noche? —dijo sin verla a la cara—. Eres mi e
Will bajó en ropa casual, pues ese día no iría a trabajar. Sentía su corazón lleno de rencor, pero luchando por aferrarse a esa angelical imagen de Emma cuidando de él durante la noche, para terminar dormida sobre su pecho como un dulce cachorrito. Como todas las mañanas, ella acomodó la comida fr
—¡¿Emma?! —Bastian se hincó a su lado y con cuidado hizo girar su rostro hacia él, notando que la ceja de Emma estaba abierta y sangrando—. Tranquila, todo estará bien. La tomó en brazos y se dirigió hacia la enfermería. —No tenías que defenderme… —dijo Emma cuando la doctora había limpiado la
—Emma, siéntate —pidió el director sobándose las sienes—. No saldrás de aquí hasta que le pagues la blusa a tu compañera… —No traigo el dinero para pagarle… Déjeme ir a casa y… —Llama a tus padres, que ellos vengan y paguen. —¿Está bromeando? ¿No se ha dado cuenta que estamos en la universidad y
—¿Perdón? ¿A qué se refiere? —preguntó el director con las manos temblorosas. —Mi esposa sufrió de un altercado grave. La tomaron por el cuello y la golpearon con una piedra… después, los culpables huyeron, haciendo que el incidente se volviera delito. —Una sonrisa comenzó a formarse en sus labios—