—Recibirá rehabilitación cognitiva y tratamiento oral para mejorar la oxigenación del cerebro… —dijo Bennet intentando reconfortar a Román—. Será un proceso largo y posiblemente no recupere en su totalidad la memoria… Román mantuvo silencio, ocultando su miedo por no poder recuperar a la mujer de
—Eso intentaré… ¿No importa que no me acuerde de algunas cosas? —preguntó Frida mientras la cabeza le comenzaba a doler y las lágrimas seguían escurriendo por sus mejillas. —¡No importa! Solo… No nos vuelvas a dejar… Frida lloró contra la puerta hasta que cayó dormida y del otro lado la pequeña
Frida escuchó atentamente, con la mirada perdida y el corazón latiéndole en la cabeza. —Si tus intenciones son salir de aquí, podrás hacerlo… Dejaré la puerta abierta y si así lo deseas, podrás irte con servicios sociales y Gerard podrá llegar a ti… —¿Quieres deshacerte de mí? —preguntó Frida con
—Señor Gibrand, por favor, coopere con nosotros… Solo buscamos lo mejor para la señora Raig. —Ya les dije, ella no está aquí y no dejaré que pongan un pie dentro si no traen los papeles correctos —respondió Román regresándoles la notificación. Frida escuchaba a lo lejos la discusión entre Román
—¡Te ayudaremos para que vuelvas a ser mamá! —exclamó Cari comenzando a brincar en la cama—. Cuando papá nos niegue los dulces antes de comer, tú puedes dárnoslos, eres mamá y no te podrá decir nada a ti.—¿Eso hacía antes? —preguntó Frida escéptica.—Algo así… —respondió Cari nerviosa.—Se nota que
—¡Basta! ¡¿Qué está pasando aquí?! —exclamó Benjamín furioso.El silencio se hizo profundo e incómodo. Martina, después de dedicarle una mirada cargada de rencor y asco a Frida, caminó hacia la puerta, dispuesta a irse.—No me quedaré en el mismo lugar que esta mujer. Solo ha traído desgracias a la
—Mi hermosa Frida… —dijo en un susurro Román, haciendo que esos ojos azules se abrieran aún más. Acarició con su pulgar los suaves labios, luchando contra la necesidad de besarla. Frida atrapó la mano de Román contra su boca, besando sus dedos y cerrando los ojos. La piel de Román era más gruesa y
—Nunca —respondió acercándose a los labios de Román, besándolos como si fuera el manjar más dulce y el más adictivo que alguna vez había probado. Había pasado una semana desde que habían llegado a la casa de campo y ya se habían acostumbrado al ritmo de vida y a la gente que servía. Matilda, la