Capítulo 53 —El frío metal
Narrador:
Liam respiraba pesadamente, sus ojos clavados en los de Maya con una intensidad abrasadora. Ella también jadeaba, su pecho subiendo y bajando con rapidez, sus labios entreabiertos, sus pupilas dilatadas por la furia… o por otra cosa. Él no lo pensó más. Con un solo paso, acortó la distancia entre ellos, atrapándola entre su cuerpo y el auto. Sus manos aferraron su cintura con una fuerza que bordeaba la desesperación, y sin darle oportunidad de reaccionar, sus labios se estrellaron contra los de ella en un beso que no pedía permiso, que no tenía paciencia ni dulzura, solo urgencia y necesidad. Maya gimió contra su boca, sus manos buscando a tientas su nuca, enredando los dedos en su cabello, apenas tuvo tiempo de procesar el cambio en la mira
Capítulo 54 —Eres el amor de mi vidaNarrador:El auto avanzaba por la carretera desierta, con el motor ronroneando suavemente y el viento nocturno colándose entre los árboles. Maya se acomodó mejor en el asiento del copiloto, su mirada fija en la línea interminable del asfalto iluminado por los faros. Sabía que Liam no querría hablar de Tomás, pero también sabía que si no lo hacía ahora, la tensión entre ellos nunca desaparecería.—Sé que no quieres hablar de Tomás —dijo finalmente, con un tono pausado, midiendo sus palabras —Pero quiero contarte lo que pasó.Liam mantuvo la vista en la carretera, su mandíbula tensándose por un instante antes de soltar un largo suspiro. Luego, sin apartar la mirada del camino, asintió con un leve movimiento de cabeza.—Está bien —dijo, su voz más calmada de lo que Maya esperaba —Habla de él. —Maya parpadeó, sorprendida por la falta de resistencia. Se mordió el labio, intentando entender su repentino cambio de actitud, pero antes de que pudiera decir
Capítulo 55 — Té con galletasNarrador:Cuando llegaron al apartamento, Liam apagó el motor y soltó un suspiro pesado, apoyando la cabeza contra el respaldo del asiento. Maya esperó unos segundos antes de moverse. Sentía que aún había un aire denso entre ellos, pero al menos ya no estaba cargado de rabia o celos. Él giró el rostro hacia ella, con esa mirada intensa que siempre la dejaba sin aliento. No había enojo en sus ojos, solo cansancio y algo más profundo, una especie de resignación mezclada con comprensión.—No me gusta —soltó de repente, con voz baja y grave.Maya frunció el ceño.—¿Qué cosa?Liam suspiró y se pasó una mano por el cabello, despeinándolo más de lo que ya estaba.—No me gusta que hayas ido con Tomás a buscar a su madre y sin decirme nada. No me gusta que hayas pasado la noche con él, eso me enferma en realidad, ni que hayas estado tan involucrada en algo tan personal. Me molesta, Maya. Me jode más de lo que quiero admitir.Maya apretó los labios. Sabía que Liam
Capítulo 56 —Las mentiras de ElenaNarrador:Maya dejó la taza de té sobre la mesa con sumo cuidado, aunque sus manos temblaban apenas perceptiblemente. Miró a Elena, quien removía distraídamente su propio té, sin notar la forma en que su hija adoptiva la observaba con detenimiento.—Mamá… —dijo finalmente, con una voz tranquila, pero firme—. ¿Qué recuerdas del día en que me trajiste a casa?Elena levantó la vista, esbozando una sonrisa dulce, pero algo distante.—Oh, cariño, recuerdo cada detalle —respondió sin titubear —Fue uno de los días más felices de mi vida.Maya asintió lentamente.—Cuéntamelo otra vez.Elena dejó la cuchara sobre el platillo con un leve tintineo y suspiró, como si estuviera retrocediendo en el tiempo.—Tu madre biológica era una mujer joven, muy joven. Recuerdo que tenía el rostro pálido y ojeras profundas. Me miró con una mezcla de alivio y tristeza cuando llegué a buscarte. Me dijo que quería darte la mejor vida posible, y que no había otra opción para ella
Capítulo 57 —No estás solaNarrador:Maya entró a su apartamento y apenas cerró la puerta detrás de ella, sintió cómo el nudo en su garganta se rompía. Caminó hasta el sillón y se dejó caer pesadamente, cubriéndose el rostro con ambas manos mientras las lágrimas caían sin control.Había esperado encontrarse con resistencia de Elena, pero lo que había recibido era algo peor: evasivas, miedo, mentiras disfrazadas de preocupación. Y lo peor de todo era que eso solo confirmaba lo que Maya ya sospechaba… Su madre adoptiva le estaba ocultando algo.Un sollozo se le escapó cuando su teléfono vibró sobre la mesa. Lo miró con los ojos nublados y al ver el nombre en la pantalla, su respiración se entrecortó. Liam. Maya tragó saliva y tomó el teléfono con manos temblorosas, respondiendo con voz apagada.—Hola—Maya… —La voz grave de Liam sonó inmediata, pero luego hizo una pausa. Su tono cambió, su habitual confianza ahora teñida de preocupación —¿Estás llorando?Maya cerró los ojos con fuerza y
Capítulo 58 —Soy su madreNarrador:Liam llegó a la mansión con paso firme, empujando la puerta de la terraza con más fuerza de la necesaria. Su madre estaba allí, sentada en su habitual elegancia, con una taza de café entre las manos. Parecía serena, ajena a la tormenta que Liam traía consigo. Pero él la conocía demasiado bien. Sabía que esa calma no era más que una fachada, un escudo tras el cual se ocultaban verdades que se negaba a compartir. Elena levantó la mirada cuando lo vio entrar. Sus ojos lo recorrieron con esa expresión impasible que usaba cuando quería medir el nivel de gravedad de una situación.—Qué sorpresa verte a esta hora, hijo —dijo con voz tranquila, dejando la taza sobre el platillo con un leve tintineo —¿A qué debo la visita?Liam no perdió el tiempo con rodeos. Se dejó caer en la silla frente a ella, apoyando los codos sobre la mesa y fijándola con la intensidad de su mirada.—A que necesito respuestas.Elena inclinó la cabeza levemente, con esa compostura per
Capítulo 59 —Tregua?Narrador:Liam salió de la casa de su madre con la mente revuelta y el temperamento apenas contenido. Cada palabra de Elena se repetía en su cabeza como un eco maldito. Si de verdad la quieres, no sigas con esto. Pero él no iba a detenerse. No ahora. No cuando estaba claro que la verdad era mucho más grande de lo que imaginaba. Condujo directo a la oficina sin siquiera pasar por el apartamento, necesitaba distraerse con trabajo, pero no funcionó. Pasó casi una hora mirando su teléfono sin hacer nada, hasta que finalmente, tragándose el orgullo que lo caracterizaba, buscó el número de Tomás en su lista de contactos.No lo pensó demasiado antes de llamar. Si lo hacía, probablemente terminaría convenciéndose de que era una pésima idea.—Vaya… —respondió Tomás tras el segundo tono, con diversión en la voz —¿Liam Kane llamándome? ¿Será el fin del mundo y nadie me avisó?Liam cerró los ojos con frustración y apretó la mandíbula.—No estoy de humor para tus bromas, Tomás
Capítulo 60 —La amenazaNarrador:Liam no perdió el tiempo. Apenas salió del restaurante, sacó el teléfono y marcó el número que Tomás le había dado. Apoyó la espalda contra el coche y esperó.—¿Sí? —contestó una voz grave y profesional al otro lado de la línea.—Soy Liam Kane. Tomás Fernandez me pasó su contacto.Hubo una breve pausa antes de que el hombre respondiera.—Sí, ya me dijo que llamaría. ¿De qué se trata?Liam inhaló profundo.—Necesito que encuentre a alguien. Se trata de una adopción privada que ocurrió hace veintisiete años. Una mujer entregó a su hija directamente a mi madre, sin pasar por agencias ni registros oficiales. Quiero saber quién es esa mujer.El investigador chasqueó la lengua.—Si no hubo trámites formales, no será fácil. Pero hay formas de rastrear información. ¿Sabe dónde ocurrió?—En esta ciudad.—Eso ayuda. ¿Algún otro dato?Liam miró la calle sin realmente verla.—La madre adoptiva es Elena Kane, que es mi madre. Ella fue quien recibió a la ni*ña. Per
Capítulo 61 —No se trata de apellidosNarrador:Maya recibió la llamada de Elena justo cuando estaba terminando de revisar unos documentos en la oficina de la ONG. Al ver el nombre de su madre adoptiva en la pantalla, dudó un segundo antes de contestar. Sabía que la conversación con ella no sería casual.—Mamá —saludó, tratando de sonar neutral.—Hola, cariño —respondió Elena con su tono sereno de siempre —¿Estás ocupada?Maya miró los papeles sobre su escritorio. Siempre tenía algo que hacer, pero eso no importaba.—No, dime.—Quería invitarte a almorzar en la casa —dijo Elena con naturalidad —Me gustaría que pasáramos un rato juntas, solo tu y yo.Maya sintió una ligera presión en el pecho. Desde su última conversación, en la que Elena se había mostrado evasiva sobre su madre biológica, las cosas entre ellas habían estado algo tensas. Pero Maya sabía que rechazar la invitación solo empeoraría las cosas entre ellas.—Claro —aceptó, sin mostrar duda en su voz —A la hora de siempre, su