El golpe en la puerta de mi oficina alerta mis sentidos e intento respirar profundo para levantarme de mi silla y con toda la calma que no tengo en estos instantes, pero que pretendo tener, ir a abrir la puerta. Frente a mi aparece la imagen de Diego, ese hombre rubio de ojos grises y metro ochenta que un día fue mi locura. Él me radiografía de pies a cabeza y yo intento mostrarme completamente indiferente —pasa— digo abriendo un poco más la puerta y cuando él intenta acercarse para saludarme con un beso en la mejilla yo doy un paso hacia atrás.
—Hola Kaie…— dice y
Al entrar a la habitación donde ella está internada y verla conectada a todas esas máquinas con su rostro ojeroso a causa del cansancio de luchar con esa enfermedad, mi corazón se hace pequeñito por el dolor. Atrás quedo el resentimiento por lo que ella y Diego me hicieron el día que me iba a casar con él, mucho más lejos quedaron los reclamos o mi plan de no volver a verlos a ninguno de los dos. —Hola— digo acercándome a la camilla y ella voltea a verme. (2 días después)Al parecer Álvaro tiene razón y si soy una persona altruista porque he pasado los dos últimos días en este hospital esperando a que ella se recupere, o al menos esperando que no rechace el trasplante. Me muevo en este incomodo sillón y muevo mi cabeza de un lado al otro intentando descontracturarme cuando de repente una mano que aparece desde atrás me muestra una taza de café que huele exquisito y al tomarla entre mis manos, él comienza a masajearme y se que es mi esposo porque no hay manera que pueda confundir sus manos nunca más.29. Conversaciones Pendientes
(Esa misma noche)En este ya casi mes de casados, he descubierto muchas habilidades de mi esposo que escondía muy bien cuando era mi amigo, y los increíbles masajes que da es una de esas habilidades. Sus manos hacen magia en mi espalda haciendo me sienta extremadamente relajada y a la vez nerviosa ante la manera que toca mi cuerpo —eres increíblemente bueno en esto— le halago mientras que sus pulgares van deshaciéndose de la tensión que había en mis músculos. —¿Solo
Llevo más de una hora revisando todos los documentos que quedaron tirados por el suelo y ordenándolos en los lugares correspondientes mientras que Gerard se encarga de explicarle a la policía lo que ocurrió, y es que a pesar de que no falta nada de valor, debemos darle aviso por si algo ocurre en el futuro —sigo sin entender que es lo que estaban buscando— comenta mi esposo mientras me alcanza otro papel. —Yo tampoco amor, es que no tengo idea de que es lo que estaban buscando, dinero definitivamente no porque todas las chequeras de la empresa están aquí— explico. (Al día siguiente) El cansancio ha hecho que levantarme de la cama sea todo un reto, mi cabeza no ha dejado de trabajar durante toda la noche preguntándose que es lo que buscaban en mi oficina y para que lo buscaban. Es más que obvio que no encontrare las respuestas pronto, y tal vez nunca lo haga, no lo sé, la única certeza que tengo en estos momentos es que me toca ser la jefa que intento no ser nunca, una estricta y que implementa reglas que normalmente no pondría de ser necesario. (Horas más tarde)Álvaro ya se ha cansado de pedirme que me quede quieta, que respire, me relaje e intente no preocuparme tanto porque simplemente me sentiré peor de lo que ya me siento, pero sabe que eso no es algo fácil tampoco. La cocina se convierte en mi victima esta noche, y no sé si me ayudara o no, pero aquí estoy picando cebolla, pimientos rojos, y luego la carne, pero esto me hace sentir peor.—Hermosa, ¿te sientes bien? 32. ¿Pistas?
33. Averiguarlo
«¿Nervios?» demasiados, mucho más de los que podría soportar con toda esta situación por la que estamos pasando, pero a la vez la idea de estar embarazada me hace sonreír e inevitablemente llevo mis manos hacia mi vientre —¿será que estas en camino hijo mío? — pregunto a la nada mientras que espero a que mi esposo regrese de la farmacia, y la verdad es que nunca pensé que la idea de ser madre me haría tanta ilusión, y mucho menos llegue a creer que seria junto a Álvaro con quien quisiera tener un bebé, pero la vida da muchas sorpresas y aquí estoy con ansias por saber s
Asimilar la noticia de que seré madre me está tomando un poco más de tiempo del que pensé, pero sentir a Álvaro besando mi vientre mientras que estamos acostados en la cama es la imagen más perfecta del mundo. Sonrió al verlo dándome pequeños besos y dibujando figuras imaginarias en mi cuerpo, y todo se hace aún más fuerte cuando lo escucho hablarle a nuestro hijo —tú no tienes idea de cuánto tiempo llevo enamorado de tu madre, pero bueno ella estaba un poco ciega y no se daba cuenta de lo que me ocurría con ella, es más pensaba que era gay… sé que no sabes lo que es