Marianne Cooper POVNo sé cuánto tiempo duró el vuelo. Me dormí en algún lugar del viaje. Lo que no me sorprendió del todo. No había dormido bien la noche anterior, incluso habiéndome acostado tarde.Me desperté en la habitación de un lugar desconocido. Estaba oscuro y no podía ver nada. Eché un vistazo alrededor y vi un reloj que indicaba que eran las once de la noche. Busqué una lámpara o algo pero no pude encontrar nada. Por alguna razón, el temor se agrandó en mi pecho, oprimiéndome la caja torácica.—Edgard…—Dije con voz ronca. No contestó así que le llamé un poquito más fuerte.—¿Edgard?Comencé a llorar. No sabía por qué. Lo más probable es que fuese porque estaba cansada y confusa.—¿Edgard?La puerta se abrió lentamente.—¿Marianne? ¿Amor, estas bien?—La cabeza de Edgard apareció por la rendija de la puerta, de forma que la luz del vestíbulo entró.Me sorbí la nariz, tratando de ocultar las lagrimas.—Sí, no sabía dónde estaba.—¡Oh! Lo siento.—Entró y se sentó en la cama.—Estabas
Edgard Barrington POVSorprendentemente, me desperté antes que Marianne. Me encontraba demasiado emocionado como para dormir. Me puse mi ropa más cómoda, mi camiseta de baloncesto y unos pantalones cortos, y me fui a la cocina.—¡Buenos días!—Saludé. Alguien estaba vertiendo algo en algún sitio.Algo que olía como té caliente o algo así.—Buenos días, hijo.—Me saludó mi padre. Escuché como doblaba el periódico.—Voy a hacer unos huevos ¿Quieres?—Me acerqué a la nevera y me agaché. Los huevos se encontraban en su lugar habitual. Los dejé sobre la encimera antes de coger un poco de mantequilla.—No, gracias. ¿Quieres que lo haga por ti?—Preguntó suavemente. Sabía que estaba intentando no ofenderme. No había cocinado en meses. Tampoco es que cocinase demasiado. Huevos revueltos y cosas de microondas. Sándwich de queso de vez en cuando.—No, lo haré yo.—Dije alegremente. Nada podría quitarme mi buen humor. Puse la sartén en la placa de la vitrocerámica y luego eché un poco de mantequilla.
Edgard POVMarianne se puso como loca cuando obligué a mi madre a sacarla de la tienda mientras yo pagaba. Alguien tuvo que ayudarnos a llevarlo todo al coche. Nunca diría que Marianne gastase tanta ropa como la que ocupaba más que las personas del coche. Quería recuperar el tiempo perdido. Si ella dijo que podía malcriarla, lo haría.Tras nuestras compras fuimos al Bistro 110. Marianne se inclinó contra mí, obviamente cansada por el par de horas que había sido una muñeca Barbie. Pasé los dedos por mi menú.—¿Qué vas a pedir?—No me importa. Sorpréndeme.—Murmuró, acurrucó aun más la cabeza en mi hombro.—Marianne, iba a pedirte un favor, si no tienes ningún inconveniente.—Preguntó mi madre suavemente. Marianne se incorporó un poco.—¿Sí, señora?—Bueno, verás mañana por la mañana iba a ir a un spa para prepararme para la fiesta de la noche. No tengo nadie con quien ir. Me encantaría que viniese conmigo, por favor.—Sabía que mi madre estaba haciendo pucheros por el tono de su voz.—Oh ¿
Edgard POV—Papá, necesito tu ayuda.—Dije mientras me cambiaba de ropa después de que Marianne se hubiese marchado.—¿Qué quieres?—Necesito ayuda para comprar un anillo de compromiso.—Dije sonriendo.—¿De verdad, Edgard?—Parecía un poco confundido.—¿Estás seguro?—Más seguro de lo que nunca he estado.—Me puse los zapatos tratando de no caerme contra la pared mientras lo hacía.—Solo lleváis saliendo unos pocos meses.—Dijo muy serio.—Papá ¿Cuánto tiempo salisteis mamá y tu antes de casaros? De verdad ¿Dos meses? No le voy a pedir a Marianne que se fugue a Las Vegas esta noche conmigo. Simplemente la quiero, papá. Quiero hacerla mía para el resto de mi vida.Cuando nos besamos por primera vez supe que iba a ser la única a la que desease.—Le revelé mis sentimientos. Me sentía como un marica al decir esas cosas, pero no importaba. Era la verdad. Sabía que me entendería.Rio entre dientes.—No puedo decir que me sorprenda. Eres como yo.Nada de esperar. No pierdes nada, es una gran cocine
Edgard POVJugueteé nerviosamente con la caja de mi bolsillo. Tal vez se lo propusiese esta noche, tal vez. Dependía de tantas cosas. No quería planearlo demasiado. No había que precipitarse, El momento tenía que ser perfecto, natural, igual que Marianne.Me quedé en la sala, ayudando a mi padre a saludar a los invitados.Se estaban presentando un montón de personas.—¡Edgard, que alegría verte!—La voz familiar del amigo de mi padre hizo eco en mi oído.—Me alegro de oírle, señor.—Por favor, por favor, llámame Vance ¿Cómo es la vida universitaria, hijo?—Preguntó, dándome palmaditas en mi hombro.—Mucho mejor de lo que había imaginado.—Dije sinceramente. Él se rió y palmeó mi hombro de nuevo.—Bueno, voy a mezclarme con la gente, pero hay algo que me gustaría discutir contigo más tarde, si tenemos ocasión.—Sí, señor.—Nunca estuve a gusto con el llamado Vance. Era mi medico después de todo.—¡Edgard!—Me llamó otra voz familiar.—Lewis ¿Cómo estás?—Pregunté mientras le daba la mano.—G
Marianne POVMe alejé del hombre más guapo del planeta. Estaba tan guapo que mi corazón latía desenfrenadamente. La persona con la que había estado hablando, un hombre alto de cabello largo y rubio, me había mirado como si fuese un pedazo de carne. Edgard parecía muy incomodo hablando con él y me alegraba de haber podido alejarle de él.Suspiré aliviada caminado hacia la barra. Helena me saludó, Carl sonrió en mi dirección mientras sostenía la mano de su esposa.Podría haber bailado con esa música, si no fuese tan torpe. Era tan feliz. Me sentía ligera. Si me alegrase un poco más, podría flotar.Me incliné contra la barra.—Um, un ginger ale, por favor.Esperé pacientemente, mordiéndome los labios. Una hermosa pelirroja estaba junto a mí. Era muy guapa, incluso con sus gruesas gafas.—Hola.—Me sonrió.—Hola.—Respondí. Bajé un poco de mi nube, sintiéndome mucho menos guapa.—Nunca te había visto ¿Estas con Edgard?—Fue directa al grano.—Sí.—Dije brevemente. Cogí mi bebida y me di la vuel
Marianne POV¿Podría ver? Me había dicho que no se podía hacer nada al respecto. Siempre decía cosas como que si el pudiese ver… Pero ¿Se podía hacer algo? Aunque, él no quería hacerlo ¿Cuáles eran los malditos riesgos? No es como si se pudiese volver más ciego ¿Qué lo detenía?Por alguna razón el dolor y la ira surgieron en mi pecho. Me sentía traicionada. Puse mi copa en la bandeja de un camarero que en ese momento pasaba junto a mí y salí de la habitación tan rápido como pude. Las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos. ¿Por qué reaccionaba así?Si fuese honesta conmigo misma, lo diría. Sin embargo, me convertiría en una persona horrible. Eso hacía que me molestase aun más.Me quité los zapatos tan pronto como entré en la habitación de Edgard. Encendí las luces. La fiesta resonaba por fuera de la habitación. Quería ahogarme. Nadie se daría cuenta. Me acerqué al reproductor de CD's de Edgard y lo encendí, probablemente con más fuerza de la que debiera.Incubus seguía aun en el esté
Edgard POVQue caradura. Sabía que no era de este país, que había estudiado en las mejores universidades. En una de las cien mejores universidades, Oxford, lo siento, no obstante.—No.Se aclaro la garganta, dándose cuenta de que hoy no iba a ganar esta batalla.—Vale, vale. Bien. Voy a hablar con tu padre. Disfruta de la noche, Edgard.Suspire y me apoye contra la pared. ¿Cuándo volvería mi Marianne? Había pasado mucho tiempo. Me preguntaba si estaría ablando con mi madre o mi padre. Esperaba que Lewis no hubiese vuelto a molestarla. En realidad no creía que el matrimonio le impidiese, al menos, coquetear con Marianne, si es así como lo llamaba.Alguien me toco el hombro.—Edgard, algo malo le pasa a Marianne. La vi subir corriendo hacia vuestra habitación.—Me susurro mi padre junto a mi oreja.—Gracias.—Le contesté.Camine con cuidado por la casa. Tratando de no golpear a nadie. No sé cómo me las arreglé. En lo único en lo que podía pensar era en Marianne. ¿Estaría herida? Mataría a Le