Eduardo caminó decidido hasta Valeria, el rostro expresando infinita preocupación.—Vale, ¿estás bien?—Eres tan delicada… por favor, ya no llores. Me parte el corazón verte así. —Eduardo insistió, tratando de tranquilizarla—. Te aseguro que no hay nada entre Sofía y yo. Solo la veo como una hermana, y eso por ti.Lorena, al otro lado de Valeria, también mostraba inquietud por el estado de su hija adoptiva.Comparada con ellas, Sofía parecía la villana de la historia en ese momento.En ese instante, Sofía comprendió muchas cosas.Había creído que bastaba con no hacerles caso.Pero no contaba con que ese grupo, como si les faltara sentido común, seguiría apareciendo frente a ella para provocarla una y otra vez.—Muy bien, Eduardo. —Sofía esbozó una leve sonrisa burlona y asintió—. Qué terco eres. Incluso ahora, sigues negándolo todo.—¿Negar qué? ¿No ves cómo está Vale? ¿Por qué insistes en complicar las cosas?Al oírlo, Lorena miró a Sofía con clara desaprobación.Comparada con Valeria
Eduardo Vega no se atrevió a sostener la mirada penetrante de Sofía.Buscó de inmediato la mirada de Valeria, desesperado por justificarse.Sabía que recuperar el favor de Valeria era, en ese momento, su prioridad absoluta.—Vale, déjame explicarte.Valeria se soltó bruscamente de la mano de Eduardo. Su habitual máscara de dulzura e inocencia apenas lograba mantenerse.En la mirada de Valeria solo había resentimiento y desconcierto.—Ya escuchamos la grabación, Eduardo. ¿Qué más quieres decir? ¿Vas a negar que es tu voz?—Yo...Una chispa de astucia brilló en los ojos de Eduardo; iba a decir que era un montaje de Sofía, pero ella se le adelantó.—Eduardo, puedes ver la hora en la grabación. Fue hace un momento.Sofía entrecerró los ojos. Sonrió, una sonrisa hermosa pero con un filo peligroso, una belleza que advertía.—Créeme, no tuve tiempo de manipular nada. Además, es exactamente lo que dijiste, ¿no?Las palabras de Sofía dejaron a Eduardo sin argumentos, sin fuerzas para replicar.
Después de todo, Lorena Vargas siempre había sido una mujer que no se retractaba.Como directora de Inmobiliaria Panorama, y además mujer, tenía que lidiar constantemente con accionistas que eran como tiburones. Era fácil imaginar lo difícil que había sido para ella sobrevivir en ese entorno.Pero Lorena nunca había compartido nada de eso con Sofía.Lo que más le repetía era la necesidad de hacerse cargo de la empresa, de aprender a valerse por sí misma cuanto antes.En sus recuerdos, su madre siempre había sido estricta y dominante, exigiendo perfección en lo más mínimo.Era la primera vez que oía a su madre disculparse.Lorena observó el prolongado silencio de Sofía, sintiéndose un poco inquieta.Bajó la mirada, sus largas pestañas ocultando la decepción en sus ojos.«Pensándolo bien, sí me pasé hace un rato».«¿Por qué no pregunté bien antes de ponerme del lado de Eduardo Vega?».«Una es mi hija, el otro prácticamente un extraño... y yo elijo creerle al de afuera».En ese instante,
Lorena asintió satisfecha al escuchar a Sofía.—Bueno, entonces te espero. Nomás avísame con tiempo, ¿sí?Sofía asintió, aunque por dentro no pudo evitar la duda. «¿Tendrá tiempo Alejandro?», se preguntó con escepticismo. «Al fin y al cabo, seguro tiene que estar con esa mujer...»—Mamá... —dijo Sofía de pronto, mirando a su madre.Lorena levantó una ceja, indicándole que prosiguiera.—Y... ¿qué van a hacer con lo de Eduardo?Estuvo a punto de llamarlo "cuñado" por costumbre, pero recapacitó. «Ese tipo no merecía que lo llamara así.»Al oír el nombre de Eduardo, la mirada de Lorena se endureció, adoptando de nuevo su aire de matriarca implacable.—Descuida, Sofía. Me encargaré de esto, tendrás una respuesta. —Hizo una pausa, pero no pudo contenerse—: Además, tu hermana acaba de admitir que fue su responsabilidad.—Nos dará una explicación. Confía en tu hermana, Sofía. Ella tampoco sabía nada, está igual de sorprendida. Necesita tiempo para asimilarlo.En el fondo, pensaba Lorena, Vale
Ella no era de las que se dejaban pisotear.Eduardo se sobresaltó por un momento. La verdad era que, hasta ese momento, estaba bastante contento con Valeria. Su familia siempre la elogiaba y la aprobaba. Aunque no fuera tan espectacular como Sofía, pertenecía a la alta sociedad de Monterrey y eso le daba cierto prestigio.Y perderla así como así… no, no quería hacerlo.Con eso en mente, Eduardo rodeó los hombros de Valeria con un brazo, tratando de suavizar la situación.—Vale, fue Sofía quien me buscó, te lo juro. Tú eres la única a la que he querido siempre. No digas tonterías. Ya estamos comprometidos, quiero pasar toda mi vida contigo. Ahora solo existes tú. Eduardo era atractivo, sobre todo por su mirada, que parecía llena de sentimiento sin importar a quién viera. Ante esa muestra de afecto, Valeria le creyó.Respiró hondo.—Pero… está bien, te voy a dar otra oportunidad. Pero ¿y qué le vamos a decir a mi mamá?—Ya escuchamos la grabación esa de Sofía… Con ella no va a ser tan f
—Estás pensando de más, solo he estado muy ocupada con el trabajo estos días.Sofía no quería ver la cara de Alejandro.—Ya suéltame, me voy a bañar.Alejandro no la soltó.La estudió con atención; tenía la clara sensación de que ella le ocultaba algo. Pero si Sofía no quería hablar, él no tenía manera de averiguarlo. Arqueó una ceja, dispuesto a insistir. No le gustaba esta tensión entre ellos. Antes todo iba muy bien; ahora, seguramente Sofía había malinterpretado algo.—Sofi, no quiero que haya malentendidos entre nosotros. —Alejandro rozó con la cara el cuello de Sofía—. Así que, si algo te preocupa, puedes decírmelo sin problemas.Su voz, grave y suave, como las notas bajas de un violonchelo, resonaba de un modo que le tocaba las fibras más sensibles.Sofía sintió una punzada en el pecho. Pero al recordar cómo él se había ido sin más aquella noche, prefirió no dar explicaciones. «¿Qué sentido tiene aclarar las cosas?», pensó. «Al final, solo somos un matrimonio por conveniencia. C
Ante esa mirada, Sofía fue incapaz de negarse...—Está bien.Alejandro esbozó de inmediato una leve sonrisa que iluminó hasta la comisura de sus ojos.—Señora Ruiz, esperaré tus noticias.Sofía asintió y se dirigió hacia la entrada de la empresa.Él siguió con la mirada la figura de Sofía hasta que desapareció por completo, y solo entonces arrancó el carro y se fue.Una vez dentro de la oficina, Sofía adoptó una actitud completamente diferente.Vestía un elegante traje sastre de color claro y corte entallado. Llevaba el cabello completamente recogido hacia atrás, dejando al descubierto su frente tersa.Un maquillaje discreto realzaba sus facciones, dándole un aire aún más refinado y la imagen de una profesional competente.Saludaba con una sonrisa y un leve asentimiento a quienes se cruzaban con ella.Todos comentaban o admiraban en silencio su atractivo.Sofía llegó a su escritorio y comenzó a organizar las tareas que le había encargado el gerente de proyectos el día anterior, integrá
Al principio, el gerente del proyecto había supuesto que la llegada de la heredera Vargas a la empresa para empezar desde abajo era solo una pose. Después de todo, esos niños ricos nacen con todo resuelto; ir a trabajar seguro era solo una fachada para pasar el rato.Pero Sofía Vargas resultó ser completamente distinta a la gente que él conocía de ese círculo social. Se podría decir que cambió por completo su visión. Era difícil encontrar a alguien tan dedicada como ella. Con la fortuna de su familia, bien podría haberse limitado a calentar una silla en Inmobiliaria Panorama sin mover un dedo. Sin embargo, su compromiso era evidente, algo que él había constatado día tras día. Además, era una persona genuina y trataba a todos con amabilidad y respeto.Al pensar en esto, la mirada del gerente hacia Sofía se llenó de una calidez aún mayor. A ella no le importaba la opinión ajena; siempre creyó firmemente que cada uno debía cumplir con sus responsabilidades lo mejor posible. Mantenía la e