Lorena asintió satisfecha al escuchar a Sofía.—Bueno, entonces te espero. Nomás avísame con tiempo, ¿sí?Sofía asintió, aunque por dentro no pudo evitar la duda. «¿Tendrá tiempo Alejandro?», se preguntó con escepticismo. «Al fin y al cabo, seguro tiene que estar con esa mujer...»—Mamá... —dijo Sofía de pronto, mirando a su madre.Lorena levantó una ceja, indicándole que prosiguiera.—Y... ¿qué van a hacer con lo de Eduardo?Estuvo a punto de llamarlo "cuñado" por costumbre, pero recapacitó. «Ese tipo no merecía que lo llamara así.»Al oír el nombre de Eduardo, la mirada de Lorena se endureció, adoptando de nuevo su aire de matriarca implacable.—Descuida, Sofía. Me encargaré de esto, tendrás una respuesta. —Hizo una pausa, pero no pudo contenerse—: Además, tu hermana acaba de admitir que fue su responsabilidad.—Nos dará una explicación. Confía en tu hermana, Sofía. Ella tampoco sabía nada, está igual de sorprendida. Necesita tiempo para asimilarlo.En el fondo, pensaba Lorena, Vale
Ella no era de las que se dejaban pisotear.Eduardo se sobresaltó por un momento. La verdad era que, hasta ese momento, estaba bastante contento con Valeria. Su familia siempre la elogiaba y la aprobaba. Aunque no fuera tan espectacular como Sofía, pertenecía a la alta sociedad de Monterrey y eso le daba cierto prestigio.Y perderla así como así… no, no quería hacerlo.Con eso en mente, Eduardo rodeó los hombros de Valeria con un brazo, tratando de suavizar la situación.—Vale, fue Sofía quien me buscó, te lo juro. Tú eres la única a la que he querido siempre. No digas tonterías. Ya estamos comprometidos, quiero pasar toda mi vida contigo. Ahora solo existes tú. Eduardo era atractivo, sobre todo por su mirada, que parecía llena de sentimiento sin importar a quién viera. Ante esa muestra de afecto, Valeria le creyó.Respiró hondo.—Pero… está bien, te voy a dar otra oportunidad. Pero ¿y qué le vamos a decir a mi mamá?—Ya escuchamos la grabación esa de Sofía… Con ella no va a ser tan f
—Estás pensando de más, solo he estado muy ocupada con el trabajo estos días.Sofía no quería ver la cara de Alejandro.—Ya suéltame, me voy a bañar.Alejandro no la soltó.La estudió con atención; tenía la clara sensación de que ella le ocultaba algo. Pero si Sofía no quería hablar, él no tenía manera de averiguarlo. Arqueó una ceja, dispuesto a insistir. No le gustaba esta tensión entre ellos. Antes todo iba muy bien; ahora, seguramente Sofía había malinterpretado algo.—Sofi, no quiero que haya malentendidos entre nosotros. —Alejandro rozó con la cara el cuello de Sofía—. Así que, si algo te preocupa, puedes decírmelo sin problemas.Su voz, grave y suave, como las notas bajas de un violonchelo, resonaba de un modo que le tocaba las fibras más sensibles.Sofía sintió una punzada en el pecho. Pero al recordar cómo él se había ido sin más aquella noche, prefirió no dar explicaciones. «¿Qué sentido tiene aclarar las cosas?», pensó. «Al final, solo somos un matrimonio por conveniencia. C
Ante esa mirada, Sofía fue incapaz de negarse...—Está bien.Alejandro esbozó de inmediato una leve sonrisa que iluminó hasta la comisura de sus ojos.—Señora Ruiz, esperaré tus noticias.Sofía asintió y se dirigió hacia la entrada de la empresa.Él siguió con la mirada la figura de Sofía hasta que desapareció por completo, y solo entonces arrancó el carro y se fue.Una vez dentro de la oficina, Sofía adoptó una actitud completamente diferente.Vestía un elegante traje sastre de color claro y corte entallado. Llevaba el cabello completamente recogido hacia atrás, dejando al descubierto su frente tersa.Un maquillaje discreto realzaba sus facciones, dándole un aire aún más refinado y la imagen de una profesional competente.Saludaba con una sonrisa y un leve asentimiento a quienes se cruzaban con ella.Todos comentaban o admiraban en silencio su atractivo.Sofía llegó a su escritorio y comenzó a organizar las tareas que le había encargado el gerente de proyectos el día anterior, integrá
Al principio, el gerente del proyecto había supuesto que la llegada de la heredera Vargas a la empresa para empezar desde abajo era solo una pose. Después de todo, esos niños ricos nacen con todo resuelto; ir a trabajar seguro era solo una fachada para pasar el rato.Pero Sofía Vargas resultó ser completamente distinta a la gente que él conocía de ese círculo social. Se podría decir que cambió por completo su visión. Era difícil encontrar a alguien tan dedicada como ella. Con la fortuna de su familia, bien podría haberse limitado a calentar una silla en Inmobiliaria Panorama sin mover un dedo. Sin embargo, su compromiso era evidente, algo que él había constatado día tras día. Además, era una persona genuina y trataba a todos con amabilidad y respeto.Al pensar en esto, la mirada del gerente hacia Sofía se llenó de una calidez aún mayor. A ella no le importaba la opinión ajena; siempre creyó firmemente que cada uno debía cumplir con sus responsabilidades lo mejor posible. Mantenía la e
Cierto, había venido a entregar los documentos.El proyecto con Altamira Desarrollos era lo primero; todo lo demás quedaba en segundo plano.Debía mantener claras sus prioridades.Además, solo había sido un vistazo fugaz.Sofía se preguntó si no habría visto mal.«¿En serio podría confundir a alguien con un físico tan específico como el de Alejandro?»De pronto, Sofía cayó en cuenta: el directivo principal de Altamira Desarrollos también se apellidaba Ruiz, igual que Alejandro.Al pensar en eso, Sofía reflexionó un instante; inexplicablemente, sentía que demasiadas cosas encajaban de forma sospechosa.Recordó también el costoso regalo de Alejandro en el cumpleaños de su madre, Lorena, y aquel jarrón antiguo auténtico.Incluso Eduardo, gastando una fortuna, había terminado con una imitación.Era de suponer, entonces, que el jarrón auténtico había costado una suma considerable.Aunque sabía que la familia Ruiz era adinerada, un desembolso así no era habitual.Sofía, sumida en sus pensami
Sofía Vargas tampoco dijo nada más. Al notar que tanta gente de la empresa los observaba, prefirió guardar silencio.—Bueno, te dejo trabajar. Yo todavía tengo pendientes.Levantó ligeramente los documentos que llevaba, como para indicar que había ido a entregar algo.Alejandro Ruiz observó la mirada decidida de la joven que tenía delante. No era la expresión despreocupada y audaz de otros días; ahora había un matiz de concentración.—Muy bien. Éxito con eso.Dijo Alejandro, como si no le diera importancia.—Sofi es tan dedicada... seguro que le irá de maravilla.Sofía se encontró con la mirada profunda de Alejandro. Tenía la sensación de que sus palabras ocultaban algo más, aunque no lograba precisar qué.Recordó la duda que le había surgido sobre el apellido Ruiz.Sofía bajó la mirada un instante; sus largas pestañas ocultaron por un momento el curso de sus pensamientos.«Bah, qué más da. Aunque la familia de Alejandro sea rica, seguro son solo una rama menor de los Ruiz. ¿Cómo iba a
Sus palabras dejaron una excelente impresión en todos los presentes, quienes se sintieron mucho más tranquilos.Muchos dirigieron miradas de aprobación a Sofía.Daba la impresión de que Inmobiliaria Panorama confiaba bastante en sus posibilidades esta vez.La persona que habían enviado en esta ocasión sabía cómo manejarse con gran discreción.Sofía notó las miradas y se limitó a sonreír y asentir levemente.Sabía perfectamente lo implacable que podía ser el mundo de los negocios.Allí, las lealtades eran efímeras; bastaba con guardar las apariencias.Mejor ni crear enemigos ni buscarlos.Al salir, Sofía se encontró con Alejandro esperándola afuera.—¿Ya terminaste?—Sí, ya no queda nada pendiente —respondió Alejandro mientras tomaba su bolsa con toda naturalidad.Sofía dudó un instante, pero no dijo nada.«Total, ¿qué tiene de malo que alguien me cargue la bolsa gratis?».Sin embargo, al mirar a su alrededor, Sofía notó que solo estaba Alejandro.Los demás parecían ocupados en sus asun