Javier Ortiz sonrió de inmediato.—¿Quiere decir que...?Daniel le indicó con un gesto del mentón y entrecerró los ojos, su expresión asemejaba a la de una serpiente sigilosa.—¿O necesitas que te diga lo que hay que hacer?—Entendido. —Javier Ortiz asintió.Una vez acordada la estrategia, Daniel despidió a Javier. Para él, lo primordial ahora era asegurar el proyecto de Altamira Desarrollos. Aunque le costara admitirlo, tenía que enfrentar la realidad: Inmobiliaria Panorama era su principal competidora. Necesitaba averiguar qué plan tenían entre manos.—¡Ring, ring, ring!—Daniel Mendoza tomó su celular. Era un amigo, llamando con una propuesta.—Oye, tú quieres el proyecto de Altamira, ¿no? Me enteré de que una de las herederas de la familia Vargas está metida en eso. Y bueno, dicen que es de las que caen redonditas con un poco de atención, y tú eres todo un cazador... conquistarla sería pan comido para ti, ¿o no?—De acuerdo. Si sale bien, te recompensaré.—Eso sí, Daniel, vas a ten
La mirada lujuriosa de Daniel descendió por todo su cuerpo.—Aunque... si te portas bien, quizá considere tenerte como amante. Ganarías mucho más que con ese bueno para nada con el que andas.Sofía le sostuvo la mirada, observando su expresión casi deformada por la perversión; sintió una oleada de náuseas.«¿El novio de la heredera Vargas?».Sofía arrugó la frente.«Marcela dijo que era una simple reunión... ¿Quieren presentarme a Daniel?».«Y yo, la mismísima heredera Vargas, ¿sin saber absolutamente nada?».—¿La heredera Vargas? —repitió Sofía, y una risa cargada de ironía asomó a sus labios.—¡Claro, la heredera de la familia Vargas! —exclamó Daniel, lleno de orgullo—. Con esa facha que traes, seguro ni te codeas con gente como ella. Es de la alta sociedad, de las nuestras. No es un ambiente al que puedas entrar solo porque te conseguiste a un sugar daddy.Daniel observó su expresión y sonrió con suficiencia.—¿Qué te pasa? ¿Estás celosa? ¿Miedo?A Sofía la situación le pareció comp
De inmediato, Sofía se convirtió en el foco de todas las miradas.Casi todos los presentes adoptaron una expresión de curiosidad morbosa, listos para el espectáculo.—No me digan que vino hasta acá para rogarle que vuelvan.Comentó alguien con malicia.Sofía arrugó la frente. La mayoría eran juniors de familias adineradas; ella no solía frecuentar esos grupos, así que era normal que no reconocieran a una de las herederas Vargas.Pero insinuar que estaba ahí para suplicar por una reconciliación era pasarse de la raya.Una chica de ojos pequeños y almendrados se tapó la boca con la mano y se rio de manera burlona.—Sí, ¿verdad? No sé ni cómo alguien como ella se cuela en nuestro ambiente. Dani, ¿o es que todavía no la olvidas?Daniel resopló.—Como venía de pueblo, pues claro que le presté un poco más de atención antes.—Lo asquerosa no se le quita, mira nomás qué fachas trae a una fiesta. Qué falta de mundo. Dani, ¿cómo te pudiste fijar en ella? Qué mal gusto tienes.Intervino otra pers
Alejandro se rio entre dientes, casi una burla, y al oír la referencia a “una de las herederas de la familia Vargas”, su sonrisa se cargó de un sarcasmo aún mayor.Su mirada se posó en Sofía, quien instintivamente bajó un poco la cabeza.—No me importa quién seas —dijo Alejandro, su voz tranquila pero cortante—. Si vuelves a hablar así de mi esposa, me voy a encargar de que desaparezcas.Prosiguió, con una calma estudiada:—Además, que yo sepa, eres al que mi esposa mandó a volar. ¿Será que insistes tanto porque no la conseguiste y ahora de ardido quieres hacerle daño?—¡Mira...!La mirada penetrante de Alejandro desprendía una intención amenazante, tanto que, en cuanto Daniel se encontró con ella, se quedó petrificado en su sitio.Incluso olvidó qué iba a responder.«¿Cómo es posible que un simple mantenido tenga esta clase de porte?», pensó Daniel, desconcertado.Sus gestos eran elegantes, y todo en él emanaba una distinción que no encajaba con la imagen que Daniel tenía de él.«¿De
Con el rabillo del ojo, Sofía distinguió el borde de una prenda familiar.Era Daniel.«¿Todavía no se ha ido?»Daniel, al notar que Sofía lo había visto, dejó que el rencor en su mirada se intensificara. Irrumpió desde el rincón donde estaba y se plantó frente a ellos.Una sonrisa irónica se dibujó en los labios de Sofía.—Vaya, vaya, ¿no es el mismísimo Daniel Mendoza que salió huyendo del salón hace un rato?—¡Sofía, maldita infeliz, no te creas tanto!Daniel fulminó con la mirada a Alejandro, que estaba junto a ella.«Estar frente a él de nuevo... Todavía me impresiona esa presencia tan imponente que tiene.»Daniel sintió una punzada de temor, pero apretó la mandíbula y dijo:—No es más que un mantenido que te conseguiste. ¿De verdad crees que con eso puedes hacerle frente a mi familia?—Mientras sigan en Monterrey, estarán en peligro. ¡Vamos a ver quién ríe al último!La mirada de Sofía se endureció.—Pues te digo exactamente lo mismo.En ese instante, lo miraba como si fuera un po
Sus manos se movían con delicadeza, secando con suavidad el cabello de Sofía, como si estuviera tratando con un tesoro invaluable.Sofía escuchó la voz profunda de Alejandro.Al abrir los ojos, se encontró con su mirada negra, profunda y llena de ternura.Ante ese atractivo rostro, el pulso de Sofía se aceleró sin poder evitarlo.La invadió una sensación de ternura; sus labios se entreabrieron, justo cuando estaba reuniendo el valor para preguntarle a Alejandro lo de su «amor ideal», un timbrazo insistente rompió la atmósfera íntima.Alejandro apretó los labios, una sombra de fastidio cruzó su mirada por la interrupción.Sofía se levantó de inmediato, tomó la toalla y empezó a secarse el pelo sin mucho cuidado. Con tono neutro, dijo:—Contesta.Alejandro, algo resignado, sacó el celular. Vio que era Raúl Sánchez y contestó.—¿Qué pasa?Tras escuchar lo que le decían al otro lado, su semblante se crispó y su voz adquirió un matiz de urgencia inusual.—Sí, ya voy para allá de inmediato.
Sofía, desconcertada, fue al baño a lavarse la cara y, al darse la vuelta, se topó de frente con unos suaves ojos almendrados que la observaban.Alejandro notó un rastro de espuma de agua jabonosa en la comisura de los labios de Sofía. Una chispa de ternura cruzó por su mirada mientras se acercaba a ella con calma.Sofía lo miró sin entender, sintiendo cómo un ligero rubor le subía por las orejas.—¿Qué pasa?Él no respondió. Simplemente levantó la mano y, con delicadeza, le limpió la espuma del borde de la boca.—Tenías espuma.Sofía soltó el aire que contenía, regañándose en silencio. «Qué ridícula».—Ya que termines, ven a comer. Ya está todo listo.La voz de Alejandro era grave y atractiva. El mandil que llevaba puesto acentuaba su aire de esposo dedicado.Sofía murmuró una respuesta incoherente y, agachando la cabeza, giró para abrir el grifo y echarse agua en la cara.Solo así sintió que el calor de sus mejillas disminuía.Una chispa divertida brilló en los ojos de Alejandro. «Qu
Sofía decidió ignorar por completo a Daniel.«La basura es basura. Si le das demasiada importancia, va a creer que te la pasas pensando en él.»Sofía se dispuso a pasar junto a Daniel sin detenerse y salir del edificio de Inmobiliaria Panorama.Sin embargo, Daniel la vio salir. Al recordar la humillación sufrida en la fiesta del día anterior, sintió cómo la furia lo invadía de golpe.Se acercó a Sofía con rapidez y le bloqueó el paso. La recorrió con la mirada de arriba abajo, y habló con un tono hostil.—Vaya, vaya. Ahora que andas con un viejo rico te das tus gustos, ¿no? Casi me creo tu numerito de niña decente. ¿Y tu galancito ese sabe cómo eres en realidad?Sofía contuvo el impulso de golpearlo, consciente de que estaban en la entrada de Inmobiliaria Panorama y debía cuidar la imagen de la empresa.—La gente sucia cree que todo el mundo es igual. Si no tienes nada mejor que hacer, lárgate.Daniel rio con desdén.—¿Y tú quién te crees? Ya verás que la que va a salir volando de aquí