Sofía alzó la vista con cierto disimulo y notó que, fuera de la tienda, un tipo con gorra y cubrebocas no les quitaba la vista de encima a ella y a Marcela.Le resultó conocido, se parecía a… Daniel.Al fijarse mejor, Sofía confirmó que ese individuo que merodeaba con actitud sospechosa era, sin duda, Daniel.Lo miró fijamente.«Lo acababan de arrestar hace poco», pensó. «¿Tan pronto salió y ya está buscándome problemas otra vez?»A juzgar por cómo se veía, no parecía que fuera a atreverse a hacer algo a plena luz del día.Sofía decidió ignorarlo.—¿Viste el vestido de allá enfrente? Es el nuevo modelo de Aurora, creo que te quedaría muy bien.Marcela era super fanática de la marca Aurora. Al oír que había un modelo nuevo, entusiasmada jaló a Sofía para verlo, olvidándose por completo del asunto de comprarle una corbata a Alejandro.Sofía había desviado la atención de Marcela a propósito.No quería comprarle la corbata a Alejandro.Si la compraba, Marcela seguro le contaría a Alejandro
La forma en que Sofía Vargas resolvió el asunto fue muy simple: usó los hechos para pulverizar los rumores.Contactó al administrador del centro comercial, consiguió el video de vigilancia del momento exacto del incidente y lo publicó directo en internet.En la grabación se veía claramente que Sofía y el sujeto solo habían chocado por accidente. Él, instintivamente, la había sostenido un instante para evitar que cayera. Ni siquiera cruzaron palabra antes de separarse y seguir cada uno su camino.Un simple tropiezo accidental entre desconocidos y nada más.En cuestión de minutos, los rumores en línea se revirtieron por completo. Las cuentas que habían difundido la calumnia fueron bombardeadas con críticas hasta que sus administradores tuvieron que disculparse públicamente e incluso cerrar sus perfiles.Pero para Sofía, el asunto no terminaba ahí.Estaba decidida a averiguar quién estaba detrás de todo.—Mira, es este tipo de aquí, el que se ve tan sospechoso —Marcela señaló a un individ
Aquello hizo que a Sofía Vargas le resultara aún más difícil encarar a Alejandro, por lo que desvió la mirada.—Con todo el escándalo que se armó, dudo que ese tipo se atreva a aparecer otra vez.«¿Y si sí?», pensó Alejandro.Alejandro suspiró para sus adentros y decidió no insistir en el tema.—Bueno, vámonos a casa, ¿sí?Ya había encargado que investigaran quién tomó las fotos y, hasta no tener los resultados, no se quedaba tranquilo si Sofía seguía afuera.Sofía asintió apenas y caminó en silencio junto a Alejandro.Alejandro frunció el ceño.Desde la noche anterior, Sofía se había portado muy raro, como si lo estuviera evitando.Intentó tomarle la mano.Pero sus dedos solo rozaron el aire, porque justo en ese momento, Sofía metió la mano en el bolsillo de su abrigo.«¿Fue casualidad o lo hizo a propósito?».Sofía actuó como si nada y, mirando hacia un carro estacionado en la calle, preguntó:—¿Dónde dejaste el carro?—Aquí.Alejandro reprimió la extraña sensación que lo invadía y,
Alejandro le llevó una sustanciosa sopa de arroz con huevo y carne; solo el aroma ya despertaba un apetito voraz.Sofía tomó el tazón y, sin poder esperar, probó una cucharada.La sopa estaba deliciosa.Tenía una consistencia cremosa y suave, y en cada bocado se sentía la delicadeza de los granos de arroz y la suavidad del huevo.Al llegarle al estómago, sintió una calidez reconfortante por todo el cuerpo.Terminó hasta la última gota en poco tiempo.Al levantar la vista, Sofía se dio cuenta de que Alejandro seguía sentado a su lado y sintió cómo le ardían las mejillas.—¿Tú ya comiste? Anda, ve a comer. Yo puedo sola, de verdad.Alejandro tomó el tazón vacío de sus manos.—¿Quieres más?Sofía titubeó un instante y luego asintió con timidez.Alejandro esbozó una ligera sonrisa, se levantó y fue a servirle más sopa.Regresó también con un vaso de agua tibia y la medicina.—Cuando termines la sopa, tómate la medicina. Si te da sueño después, duérmete. Deja el tazón en la mesa, yo pasaré
Javier Ortiz sonrió de inmediato.—¿Quiere decir que...?Daniel le indicó con un gesto del mentón y entrecerró los ojos, su expresión asemejaba a la de una serpiente sigilosa.—¿O necesitas que te diga lo que hay que hacer?—Entendido. —Javier Ortiz asintió.Una vez acordada la estrategia, Daniel despidió a Javier. Para él, lo primordial ahora era asegurar el proyecto de Altamira Desarrollos. Aunque le costara admitirlo, tenía que enfrentar la realidad: Inmobiliaria Panorama era su principal competidora. Necesitaba averiguar qué plan tenían entre manos.—¡Ring, ring, ring!—Daniel Mendoza tomó su celular. Era un amigo, llamando con una propuesta.—Oye, tú quieres el proyecto de Altamira, ¿no? Me enteré de que una de las herederas de la familia Vargas está metida en eso. Y bueno, dicen que es de las que caen redonditas con un poco de atención, y tú eres todo un cazador... conquistarla sería pan comido para ti, ¿o no?—De acuerdo. Si sale bien, te recompensaré.—Eso sí, Daniel, vas a ten
La mirada lujuriosa de Daniel descendió por todo su cuerpo.—Aunque... si te portas bien, quizá considere tenerte como amante. Ganarías mucho más que con ese bueno para nada con el que andas.Sofía le sostuvo la mirada, observando su expresión casi deformada por la perversión; sintió una oleada de náuseas.«¿El novio de la heredera Vargas?».Sofía arrugó la frente.«Marcela dijo que era una simple reunión... ¿Quieren presentarme a Daniel?».«Y yo, la mismísima heredera Vargas, ¿sin saber absolutamente nada?».—¿La heredera Vargas? —repitió Sofía, y una risa cargada de ironía asomó a sus labios.—¡Claro, la heredera de la familia Vargas! —exclamó Daniel, lleno de orgullo—. Con esa facha que traes, seguro ni te codeas con gente como ella. Es de la alta sociedad, de las nuestras. No es un ambiente al que puedas entrar solo porque te conseguiste a un sugar daddy.Daniel observó su expresión y sonrió con suficiencia.—¿Qué te pasa? ¿Estás celosa? ¿Miedo?A Sofía la situación le pareció comp
De inmediato, Sofía se convirtió en el foco de todas las miradas.Casi todos los presentes adoptaron una expresión de curiosidad morbosa, listos para el espectáculo.—No me digan que vino hasta acá para rogarle que vuelvan.Comentó alguien con malicia.Sofía arrugó la frente. La mayoría eran juniors de familias adineradas; ella no solía frecuentar esos grupos, así que era normal que no reconocieran a una de las herederas Vargas.Pero insinuar que estaba ahí para suplicar por una reconciliación era pasarse de la raya.Una chica de ojos pequeños y almendrados se tapó la boca con la mano y se rio de manera burlona.—Sí, ¿verdad? No sé ni cómo alguien como ella se cuela en nuestro ambiente. Dani, ¿o es que todavía no la olvidas?Daniel resopló.—Como venía de pueblo, pues claro que le presté un poco más de atención antes.—Lo asquerosa no se le quita, mira nomás qué fachas trae a una fiesta. Qué falta de mundo. Dani, ¿cómo te pudiste fijar en ella? Qué mal gusto tienes.Intervino otra pers
Alejandro se rio entre dientes, casi una burla, y al oír la referencia a “una de las herederas de la familia Vargas”, su sonrisa se cargó de un sarcasmo aún mayor.Su mirada se posó en Sofía, quien instintivamente bajó un poco la cabeza.—No me importa quién seas —dijo Alejandro, su voz tranquila pero cortante—. Si vuelves a hablar así de mi esposa, me voy a encargar de que desaparezcas.Prosiguió, con una calma estudiada:—Además, que yo sepa, eres al que mi esposa mandó a volar. ¿Será que insistes tanto porque no la conseguiste y ahora de ardido quieres hacerle daño?—¡Mira...!La mirada penetrante de Alejandro desprendía una intención amenazante, tanto que, en cuanto Daniel se encontró con ella, se quedó petrificado en su sitio.Incluso olvidó qué iba a responder.«¿Cómo es posible que un simple mantenido tenga esta clase de porte?», pensó Daniel, desconcertado.Sus gestos eran elegantes, y todo en él emanaba una distinción que no encajaba con la imagen que Daniel tenía de él.«¿De