Sofía intentó intervenir por instinto, pero Alejandro le sujetó con delicadeza la muñeca.El contacto cálido de su mano le devolvió la calma por un instante.Daniel hizo la llamada y contó su versión exagerada de los golpes que había recibido, omitiendo convenientemente sus propias provocaciones.Colgó y se quedó sentado en el suelo, con la mirada cargada de odio fija en ellos.—¡Ya viene la policía, Sofía! ¿Te encanta andar con tipos mantenidos, eh? ¡Pues a ver cómo lo defiendes ahora! ¡Ni creas que puedes comprar a la policía!Se rio con malicia, su cara adoptó un gesto espantoso.Alejandro, en cambio, se quedó tranquilo. Sacó el celular, tecleó un mensaje rápido y lo envió. Después, esperó con calma a que viniera la policía.La policía no tardó en llegar.Al ver a los oficiales uniformados, Daniel se levantó de un salto y empezó a hacerse la víctima, señalando su cara amoratada e hinchada mientras exigía justicia.—¡Fue ella, oficiales! ¡Ella lo ordenó todo! Es la autora intelectual
Pasaron varios días sin que hubiera noticias de Daniel.Se decía que lo habían apresado de inmediato y que pasarían algunos días antes de que pudieran dejarlo salir.La vida de Sofía Vargas también volvía poco a poco a la normalidad.Solo que Alejandro seguía muy ocupado; apenas se veían.Como tenía algo que la preocupaba, andaba un poco distraída.Los días transcurrían tranquilos uno tras otro.Pronto llegó el día de la fiesta de cumpleaños.—Sofía, hoy tengo unos asuntos que atender, así que quizá llegue un poco tarde a la fiesta.Eso fue lo que le dijo Alejandro antes de salir.Eso impidió que Sofía pudiera decir lo que tenía en la punta de la lengua.Recordó el mensaje que le había mandado Valeria y su expresión se ensombreció un poco; apretó los puños en silencio.Pero al final, Sofía no dijo nada más.«Seguro está ocupado con su gran amor del pasado».«Sería muy imprudente armar un escándalo justo ahora».Pensando en eso, Sofía se molestó en silencio mientras lo veía marcharse.P
Al oír eso, la sonrisa se le borró de los labios a Valeria.Arrugó la frente y miró a Sofía con incredulidad, sin saber qué decir por un instante.—Sofía, ¿viniste nomás a molestar? Tu hermana solo se preocupa por ti. Bien que te aferraste a Daniel por tres años, y perdiste toda la dignidad por él, ¿y al final qué? Terminaste regresando sola y humillada, ¿no?Eduardo rodeó a Valeria con un abrazo protector, mientras sus palabras mordaces iban directas a la herida de Sofía.Las voces atrajeron pronto la atención de varios invitados.La gente empezó a reunirse a su alrededor, cuchicheando y lanzando miradas disimuladas.—¿No es la hija de los Vargas? Dicen que hasta se fue de su casa según que por amor verdadero.—Sí, y que el tipo al que perseguía ni la quería, que al final la botó.—¿Pero no se acaba de casar? ¿Saben quién es el marido? Qué raro que venga sola hoy.—Capaz que es una vergüenza. Si no, ¿por qué vendría sola? Es muy triste la realidad de la gente que se humilla totalmente
—No te preocupes, sé que estás ocupado. Lo importante es que pudiste venir.Sofía respondió con la misma sonrisa, dejando ver su calma ante la situación.Al ver la cercanía y la química tan especial que había entre ellos, las miradas de envidia de los presentes eran más que obvias.Incluso en la mirada que Lorena dirigía a Alejandro se percibía ahora un tono de aprobación.La expresión de Valeria, en cambio, se ensombreció. El enojo se volvió obvio en sus facciones y volteó a ver al carro estacionado afuera.«Ese tipo acaba de bajarse de ahí…», pensó. «Si no recuerdo mal, es el último modelo que salió hace poco, solo hay diez en todo el país y vale una fortuna».Recordó que Eduardo Vega había intentado comprar uno, pero se agotaron en cuanto salieron a la venta.«¿Cómo es que un carro así acabó en sus manos?».A simple vista, no parecía más que un simple aprovechado.«¿No será que Sofía, para guardar las apariencias, gastó un dineral en rentar el carro solo para que él lo manejara?».C
La sonrisa de Lorena Vargas se desvaneció poco a poco. Volvió a mirar el jarrón que Eduardo le acababa de entregar y su semblante se tornó de confusión.Y es que Alejandro también le había regalado un jarrón.¡Idéntico al que le dio Eduardo!—¿Pero qué significa esto? ¿Los dos regalaron lo mismo? —murmuró alguien entre los invitados—. Se supone que una pieza así, tan antigua, es dificilísima de encontrar. ¿Cómo puede ser que haya dos iguales?—Yo he oído de ese jarrón, creo que solo existe uno, ¿no? Lo compró algún magnate por una fortuna en una subasta hace tiempo. ¡Es pieza única!—Entonces eso quiere decir que uno de los dos tiene que ser falso, ¿no creen?Valeria, al darse cuenta de la situación, hizo un gesto de disgusto.—Mira, cuñado, no sé si tu carro y los demás regalos son rentados o imitaciones baratas, pero hoy es el cumpleaños de mi mamá. Al menos había que traer algo auténtico para mostrar un poco de respeto. ¿No crees?—¿Cómo se te ocurre darle una falsificación a mi mam
El señor Héctor escuchó sus palabras y apenas asintió con la cabeza.Se puso unos guantes y palpó con sumo cuidado el jarrón.Tras un largo rato, levantó la vista hacia Eduardo Vega.—¿Cuánto le costó, si se puede saber?Eduardo irguió la cabeza con orgullo e hizo un gesto con la mano indicando una cantidad considerable.—Mientras a mi suegra le guste, el dinero es lo de menos. ¡El dinero no es lo importante!Se oyó un murmullo de asombro entre los presentes.—¡Vaya que el joven Vega se lució esta vez! Se nota que es de familia de dinero, ¡qué espléndido para los regalos!—¡Muy generoso!Eduardo escuchaba los halagos con una sonrisa de suficiencia. Miró al experto.—¿Qué me dice, señor Héctor? Impecable mi elección, ¿o no?El señor Héctor pensativo se acarició el mentón barbado, entrecerró los ojos y negó. —Una lástima… tanto dinero, para que resulte ser una imitación.De golpe, a Eduardo se le mudó el color de la cara.—¿Cómo que falso? —preguntó con la voz tomada—. ¡Pero si me costó
Después de que todo salió a la luz, Lorena Vargas ya no tuvo ánimos para seguir y la fiesta terminó de forma abrupta.Alejandro y Sofía tomaron el carro de regreso a casa.Apenas entraron al recibidor, la mirada de Alejandro se volvió ardiente y posesiva, clavándose en Sofía.Sus ojos oscuros e intensos parecían querer devorarla por completo.—Estabas preciosa hoy.La voz de Alejandro sonaba grave y magnética, cada palabra parecía nacer de lo más profundo de su ser.Sofía sintió cómo sus mejillas se tiñeron de un ligero rubor bajo su mirada posesiva e insinuante.Empujó levemente el pecho de Alejandro, intentando zafarse.—Suéltame, estoy muy cansada. Quiero dormir.Sin embargo, Alejandro no tenía la menor intención de hacerle caso.La tomó en brazos y caminó a grandes zancadas hacia la habitación, con la mirada llena de deseo por ella.—Lástima... ya es tarde.Sofía soltó un grito ahogado y se aferró a su cuello con ambas manos.—¡Alejandro! ¿Qué haces? ¡Bájame ya!Él la depositó con
Sin hacer caso a la expresión de Alejandro, Sofía se dio la vuelta en la cama para darle la espalda.Cerró los ojos con fuerza, tratando de apaciguar el fastidio que sentía por dentro.Pero no pudo evitar agudizar el oído, atenta a cualquier ruido detrás de ella.—Clic—Se apagó la luz principal, pero quedó encendida la luz tenue y cálida de la lámpara de pared.Entonces, el colchón a su lado se hundió.Antes de acostarse, Alejandro, la arropó bien con cuidado. Supuso que Sofía estaría molesta, seguramente por recordar el mal rato en la fiesta de hacía unas horas.Era evidente que Lorena Vargas prefería a Valeria.Pero Valeria era solo la hija adoptiva.No era de extrañar que Sofía estuviera molesta; nadie en su situación estaría contento.¿Cómo podía alguien preferir a la hija adoptiva sobre la biológica?Alejandro decidió que mandaría a investigar por qué Lorena había adoptado a Valeria años atrás. Esperaba no estar imaginando cosas, pero es que en las familias ricas había demasiados