—No te preocupes, sé que estás ocupado. Lo importante es que pudiste venir.Sofía respondió con la misma sonrisa, dejando ver su calma ante la situación.Al ver la cercanía y la química tan especial que había entre ellos, las miradas de envidia de los presentes eran más que obvias.Incluso en la mirada que Lorena dirigía a Alejandro se percibía ahora un tono de aprobación.La expresión de Valeria, en cambio, se ensombreció. El enojo se volvió obvio en sus facciones y volteó a ver al carro estacionado afuera.«Ese tipo acaba de bajarse de ahí…», pensó. «Si no recuerdo mal, es el último modelo que salió hace poco, solo hay diez en todo el país y vale una fortuna».Recordó que Eduardo Vega había intentado comprar uno, pero se agotaron en cuanto salieron a la venta.«¿Cómo es que un carro así acabó en sus manos?».A simple vista, no parecía más que un simple aprovechado.«¿No será que Sofía, para guardar las apariencias, gastó un dineral en rentar el carro solo para que él lo manejara?».C
La sonrisa de Lorena Vargas se desvaneció poco a poco. Volvió a mirar el jarrón que Eduardo le acababa de entregar y su semblante se tornó de confusión.Y es que Alejandro también le había regalado un jarrón.¡Idéntico al que le dio Eduardo!—¿Pero qué significa esto? ¿Los dos regalaron lo mismo? —murmuró alguien entre los invitados—. Se supone que una pieza así, tan antigua, es dificilísima de encontrar. ¿Cómo puede ser que haya dos iguales?—Yo he oído de ese jarrón, creo que solo existe uno, ¿no? Lo compró algún magnate por una fortuna en una subasta hace tiempo. ¡Es pieza única!—Entonces eso quiere decir que uno de los dos tiene que ser falso, ¿no creen?Valeria, al darse cuenta de la situación, hizo un gesto de disgusto.—Mira, cuñado, no sé si tu carro y los demás regalos son rentados o imitaciones baratas, pero hoy es el cumpleaños de mi mamá. Al menos había que traer algo auténtico para mostrar un poco de respeto. ¿No crees?—¿Cómo se te ocurre darle una falsificación a mi mam
El señor Héctor escuchó sus palabras y apenas asintió con la cabeza.Se puso unos guantes y palpó con sumo cuidado el jarrón.Tras un largo rato, levantó la vista hacia Eduardo Vega.—¿Cuánto le costó, si se puede saber?Eduardo irguió la cabeza con orgullo e hizo un gesto con la mano indicando una cantidad considerable.—Mientras a mi suegra le guste, el dinero es lo de menos. ¡El dinero no es lo importante!Se oyó un murmullo de asombro entre los presentes.—¡Vaya que el joven Vega se lució esta vez! Se nota que es de familia de dinero, ¡qué espléndido para los regalos!—¡Muy generoso!Eduardo escuchaba los halagos con una sonrisa de suficiencia. Miró al experto.—¿Qué me dice, señor Héctor? Impecable mi elección, ¿o no?El señor Héctor pensativo se acarició el mentón barbado, entrecerró los ojos y negó. —Una lástima… tanto dinero, para que resulte ser una imitación.De golpe, a Eduardo se le mudó el color de la cara.—¿Cómo que falso? —preguntó con la voz tomada—. ¡Pero si me costó
Después de que todo salió a la luz, Lorena Vargas ya no tuvo ánimos para seguir y la fiesta terminó de forma abrupta.Alejandro y Sofía tomaron el carro de regreso a casa.Apenas entraron al recibidor, la mirada de Alejandro se volvió ardiente y posesiva, clavándose en Sofía.Sus ojos oscuros e intensos parecían querer devorarla por completo.—Estabas preciosa hoy.La voz de Alejandro sonaba grave y magnética, cada palabra parecía nacer de lo más profundo de su ser.Sofía sintió cómo sus mejillas se tiñeron de un ligero rubor bajo su mirada posesiva e insinuante.Empujó levemente el pecho de Alejandro, intentando zafarse.—Suéltame, estoy muy cansada. Quiero dormir.Sin embargo, Alejandro no tenía la menor intención de hacerle caso.La tomó en brazos y caminó a grandes zancadas hacia la habitación, con la mirada llena de deseo por ella.—Lástima... ya es tarde.Sofía soltó un grito ahogado y se aferró a su cuello con ambas manos.—¡Alejandro! ¿Qué haces? ¡Bájame ya!Él la depositó con
Sin hacer caso a la expresión de Alejandro, Sofía se dio la vuelta en la cama para darle la espalda.Cerró los ojos con fuerza, tratando de apaciguar el fastidio que sentía por dentro.Pero no pudo evitar agudizar el oído, atenta a cualquier ruido detrás de ella.—Clic—Se apagó la luz principal, pero quedó encendida la luz tenue y cálida de la lámpara de pared.Entonces, el colchón a su lado se hundió.Antes de acostarse, Alejandro, la arropó bien con cuidado. Supuso que Sofía estaría molesta, seguramente por recordar el mal rato en la fiesta de hacía unas horas.Era evidente que Lorena Vargas prefería a Valeria.Pero Valeria era solo la hija adoptiva.No era de extrañar que Sofía estuviera molesta; nadie en su situación estaría contento.¿Cómo podía alguien preferir a la hija adoptiva sobre la biológica?Alejandro decidió que mandaría a investigar por qué Lorena había adoptado a Valeria años atrás. Esperaba no estar imaginando cosas, pero es que en las familias ricas había demasiados
Sofía alzó la vista con cierto disimulo y notó que, fuera de la tienda, un tipo con gorra y cubrebocas no les quitaba la vista de encima a ella y a Marcela.Le resultó conocido, se parecía a… Daniel.Al fijarse mejor, Sofía confirmó que ese individuo que merodeaba con actitud sospechosa era, sin duda, Daniel.Lo miró fijamente.«Lo acababan de arrestar hace poco», pensó. «¿Tan pronto salió y ya está buscándome problemas otra vez?»A juzgar por cómo se veía, no parecía que fuera a atreverse a hacer algo a plena luz del día.Sofía decidió ignorarlo.—¿Viste el vestido de allá enfrente? Es el nuevo modelo de Aurora, creo que te quedaría muy bien.Marcela era super fanática de la marca Aurora. Al oír que había un modelo nuevo, entusiasmada jaló a Sofía para verlo, olvidándose por completo del asunto de comprarle una corbata a Alejandro.Sofía había desviado la atención de Marcela a propósito.No quería comprarle la corbata a Alejandro.Si la compraba, Marcela seguro le contaría a Alejandro
La forma en que Sofía Vargas resolvió el asunto fue muy simple: usó los hechos para pulverizar los rumores.Contactó al administrador del centro comercial, consiguió el video de vigilancia del momento exacto del incidente y lo publicó directo en internet.En la grabación se veía claramente que Sofía y el sujeto solo habían chocado por accidente. Él, instintivamente, la había sostenido un instante para evitar que cayera. Ni siquiera cruzaron palabra antes de separarse y seguir cada uno su camino.Un simple tropiezo accidental entre desconocidos y nada más.En cuestión de minutos, los rumores en línea se revirtieron por completo. Las cuentas que habían difundido la calumnia fueron bombardeadas con críticas hasta que sus administradores tuvieron que disculparse públicamente e incluso cerrar sus perfiles.Pero para Sofía, el asunto no terminaba ahí.Estaba decidida a averiguar quién estaba detrás de todo.—Mira, es este tipo de aquí, el que se ve tan sospechoso —Marcela señaló a un individ
Aquello hizo que a Sofía Vargas le resultara aún más difícil encarar a Alejandro, por lo que desvió la mirada.—Con todo el escándalo que se armó, dudo que ese tipo se atreva a aparecer otra vez.«¿Y si sí?», pensó Alejandro.Alejandro suspiró para sus adentros y decidió no insistir en el tema.—Bueno, vámonos a casa, ¿sí?Ya había encargado que investigaran quién tomó las fotos y, hasta no tener los resultados, no se quedaba tranquilo si Sofía seguía afuera.Sofía asintió apenas y caminó en silencio junto a Alejandro.Alejandro frunció el ceño.Desde la noche anterior, Sofía se había portado muy raro, como si lo estuviera evitando.Intentó tomarle la mano.Pero sus dedos solo rozaron el aire, porque justo en ese momento, Sofía metió la mano en el bolsillo de su abrigo.«¿Fue casualidad o lo hizo a propósito?».Sofía actuó como si nada y, mirando hacia un carro estacionado en la calle, preguntó:—¿Dónde dejaste el carro?—Aquí.Alejandro reprimió la extraña sensación que lo invadía y,