Al escuchar esto, la expresión de Lorena se agrió todavía más.Que Sofía se hubiera relacionado con ese tipo antes ya había sido la comidilla de Monterrey.¿Cómo era posible que no hubiera aprendido la lección?Lorena suspiró para sus adentros, decepcionada, y luego se dirigió a Valeria.—Vale, sé que tienes buen corazón, pero no te metas en esto. Ya es una adulta, tiene que pensar en las consecuencias de sus actos, no puede depender siempre de nosotras.Valeria pareció querer decir algo, pero al final solo suspiró y desistió.—Yo le hago caso a mamá. Ojalá mi hermana entrara en razón y dejara de preocuparte.Cada palabra destilaba preocupación por su madre.Lorena miró a la comprensiva Valeria y, al compararla con Sofía, no pudo evitar sentir una punzada de insatisfacción.Fue un sentimiento fugaz, pero Valeria lo captó con claridad.«Sofía, ¿y qué si entraste a Panorama? Mamá siempre estará de mi lado.»...Mientras tanto, en otro lugar.Sofía estaba a punto de irse en su carro cuand
—Sofía, escúchame, por favor, ¿puedes darme una oportunidad?Sofía ya había perdido toda la paciencia.—¡Suéltame! —le espetó—. ¿No te da asco hacer esto? No olvides que estás con Valeria.Al oír el nombre de Valeria, una sombra fugaz cruzó la mirada de Eduardo. Amparándose en su supuesta embriaguez, la sujetó con más fuerza, ignorando sus protestas, y la estrechó entre sus brazos.—Pero los que estábamos comprometidos al principio éramos nosotros, Sofía. —murmuró—. La verdad es que... tú también me gustas.Esas palabras le provocaron a Sofía asco infinito; intensificó sus esfuerzos por liberarse.La diferencia de fuerza era considerable, más aún con Eduardo supuestamente afectado por el alcohol. Forcejeó en vano durante un buen rato.—Eduardo, si Valeria se entera, no te la vas a acabar. —le advirtió Sofía, observando la cara atractiva pero sonrojada de él, sintiendo una oleada de náuseas—. Ya estás comprometido con ella, todo el mundo lo sabe. ¿Qué ganas haciendo esto? ¿A quién le es
A Lorena se le estrujó aún más el corazón al oír la voz de Valeria.«Qué inocente es mi niña» pensó. Descubrir a su propia hermana con su prometido en esa situación y aun así intentar consolarla a ella, a su madre.Pero entonces, Eduardo intervino, rompiendo el silencio:—Vale, fue mi culpa.Al instante, las miradas de las tres mujeres convergieron en él.Incluso Sofía no pudo evitar observarlo, una sombra de sorpresa en sus ojos.«¿Acaso este tipo piensa admitir lo que acaba de hacer?», se preguntó.—Eduardo, ¿cómo pudiste...? —la voz de Valeria se quebró.La expresión de Lorena también denotaba desaprobación. ¿Se había equivocado al juzgar a Sofía tan rápido?Pero al segundo, Eduardo adoptó una expresión de profundo pesar.—Es que... tomé de más hoy. Me quedé dormido en el sofá, estaba medio confundido.Sofía sintió que algo no cuadraba con esa explicación.Y efectivamente, continuó:—No me di cuenta de que Sofía se acercó... empezó a decirme cosas raras, reclamándome que Vale le hab
Eduardo caminó decidido hasta Valeria, el rostro expresando infinita preocupación.—Vale, ¿estás bien?—Eres tan delicada… por favor, ya no llores. Me parte el corazón verte así. —Eduardo insistió, tratando de tranquilizarla—. Te aseguro que no hay nada entre Sofía y yo. Solo la veo como una hermana, y eso por ti.Lorena, al otro lado de Valeria, también mostraba inquietud por el estado de su hija adoptiva.Comparada con ellas, Sofía parecía la villana de la historia en ese momento.En ese instante, Sofía comprendió muchas cosas.Había creído que bastaba con no hacerles caso.Pero no contaba con que ese grupo, como si les faltara sentido común, seguiría apareciendo frente a ella para provocarla una y otra vez.—Muy bien, Eduardo. —Sofía esbozó una leve sonrisa burlona y asintió—. Qué terco eres. Incluso ahora, sigues negándolo todo.—¿Negar qué? ¿No ves cómo está Vale? ¿Por qué insistes en complicar las cosas?Al oírlo, Lorena miró a Sofía con clara desaprobación.Comparada con Valeria
Eduardo Vega no se atrevió a sostener la mirada penetrante de Sofía.Buscó de inmediato la mirada de Valeria, desesperado por justificarse.Sabía que recuperar el favor de Valeria era, en ese momento, su prioridad absoluta.—Vale, déjame explicarte.Valeria se soltó bruscamente de la mano de Eduardo. Su habitual máscara de dulzura e inocencia apenas lograba mantenerse.En la mirada de Valeria solo había resentimiento y desconcierto.—Ya escuchamos la grabación, Eduardo. ¿Qué más quieres decir? ¿Vas a negar que es tu voz?—Yo...Una chispa de astucia brilló en los ojos de Eduardo; iba a decir que era un montaje de Sofía, pero ella se le adelantó.—Eduardo, puedes ver la hora en la grabación. Fue hace un momento.Sofía entrecerró los ojos. Sonrió, una sonrisa hermosa pero con un filo peligroso, una belleza que advertía.—Créeme, no tuve tiempo de manipular nada. Además, es exactamente lo que dijiste, ¿no?Las palabras de Sofía dejaron a Eduardo sin argumentos, sin fuerzas para replicar.
Después de todo, Lorena Vargas siempre había sido una mujer que no se retractaba.Como directora de Inmobiliaria Panorama, y además mujer, tenía que lidiar constantemente con accionistas que eran como tiburones. Era fácil imaginar lo difícil que había sido para ella sobrevivir en ese entorno.Pero Lorena nunca había compartido nada de eso con Sofía.Lo que más le repetía era la necesidad de hacerse cargo de la empresa, de aprender a valerse por sí misma cuanto antes.En sus recuerdos, su madre siempre había sido estricta y dominante, exigiendo perfección en lo más mínimo.Era la primera vez que oía a su madre disculparse.Lorena observó el prolongado silencio de Sofía, sintiéndose un poco inquieta.Bajó la mirada, sus largas pestañas ocultando la decepción en sus ojos.«Pensándolo bien, sí me pasé hace un rato».«¿Por qué no pregunté bien antes de ponerme del lado de Eduardo Vega?».«Una es mi hija, el otro prácticamente un extraño... y yo elijo creerle al de afuera».En ese instante,
Lorena asintió satisfecha al escuchar a Sofía.—Bueno, entonces te espero. Nomás avísame con tiempo, ¿sí?Sofía asintió, aunque por dentro no pudo evitar la duda. «¿Tendrá tiempo Alejandro?», se preguntó con escepticismo. «Al fin y al cabo, seguro tiene que estar con esa mujer...»—Mamá... —dijo Sofía de pronto, mirando a su madre.Lorena levantó una ceja, indicándole que prosiguiera.—Y... ¿qué van a hacer con lo de Eduardo?Estuvo a punto de llamarlo "cuñado" por costumbre, pero recapacitó. «Ese tipo no merecía que lo llamara así.»Al oír el nombre de Eduardo, la mirada de Lorena se endureció, adoptando de nuevo su aire de matriarca implacable.—Descuida, Sofía. Me encargaré de esto, tendrás una respuesta. —Hizo una pausa, pero no pudo contenerse—: Además, tu hermana acaba de admitir que fue su responsabilidad.—Nos dará una explicación. Confía en tu hermana, Sofía. Ella tampoco sabía nada, está igual de sorprendida. Necesita tiempo para asimilarlo.En el fondo, pensaba Lorena, Vale
Ella no era de las que se dejaban pisotear.Eduardo se sobresaltó por un momento. La verdad era que, hasta ese momento, estaba bastante contento con Valeria. Su familia siempre la elogiaba y la aprobaba. Aunque no fuera tan espectacular como Sofía, pertenecía a la alta sociedad de Monterrey y eso le daba cierto prestigio.Y perderla así como así… no, no quería hacerlo.Con eso en mente, Eduardo rodeó los hombros de Valeria con un brazo, tratando de suavizar la situación.—Vale, fue Sofía quien me buscó, te lo juro. Tú eres la única a la que he querido siempre. No digas tonterías. Ya estamos comprometidos, quiero pasar toda mi vida contigo. Ahora solo existes tú. Eduardo era atractivo, sobre todo por su mirada, que parecía llena de sentimiento sin importar a quién viera. Ante esa muestra de afecto, Valeria le creyó.Respiró hondo.—Pero… está bien, te voy a dar otra oportunidad. Pero ¿y qué le vamos a decir a mi mamá?—Ya escuchamos la grabación esa de Sofía… Con ella no va a ser tan f