Inundados de un inmenso encanto, se habían quedado ligeramente dormidos, el entorno se halla apacible y luminoso para ambos, inesperadamente irrumpe en la habitación, el estrepitoso llanto de Cameron, de alguna manera mostrando que está presente entre ellos.—Se despertó el niño—murmura Leah.—Ve y tráelo cariño.—Primero voy alimentarlo, seguramente tiene hambre—indica Leah.Derek se detiene un momento, para pensar en lo que acaba de suceder con Leah, ahora que cedieron juntos ante la pasión, que se les puso de manifiesto. Concibe que acaba de pasar un mágico momento a su lado, no puede creer que todos sus temores quedaron suspendidos y el deseo fue quien los condujo a lograr su cometido.Velozmente sacude intempestivamente sus ideas, y se deja desatender por un instante, por su condición de minusválido, aseverando que todo fuese sido más placentero para Leah, si él tuviese un poco más de movilidad en sus piernas. Cayendo en cuenta de manera equivoca, que él no está a la altura para
Oregón.Iglesia del padre Matt.—Ya todo está bien con Leah, ya hace más de un mes nació su hijo, hoy mismo le diremos la verdad a Leah. Así que prepárate, que iremos a la granja Dixon—advierte el padre con firmeza.—¿Por qué no esperar un poco más? Muero de miedo—expresa Damon su angustia.—Para luego es tarde, entiende tu padre está viejo y posiblemente no le quede mucho tiempo en este mundo. Aunque eso lo sabe con precisión Dios, de igual forma tenemos que llenar al pobre Brandon de vida, sufrió mucho en el pasado y hasta no hace mucho agudizaba esa tristeza en medio de su soledad. Su vida ha estado plagada por el sufrimiento, no es justo con él. Espero lo sepas comprender Damon.—Tienes razón pobre papá, al fin y al cabo, fue una víctima más de las circunstancias.—Me reconforta muchísimo que pienses con mesura. Vamos a la granja en este instante.—Espera padrino, no hemos pensado en ellos.—¿En quién?—En Leah y Derek. Padrino ellos son primos.—No hijo, ese es otro engaño y otra
En los alrededores de la granja.—Ya vamos a la casa padrino, no aguanto más. Quiero saber cómo está mi esposa.—Qué muchacho tan terco, está bien vamos—se dirigen juntos, para adentrarse en la hacienda.Mientras tanto en la sala.—Esperen un momento—indica Leah repentinamente.—¿Qué pasa Leah? —pregunta el tío Brandon.—Derek y yo somos primos. Si tú eres mi abuelo, no puede ser—se agita, aún más el corazón de Martina, al oír las conjeturas de Leah.Ingresa Derek estrepitosamente y alcanza oír lo último, que Leah manifestó:—¿Cómo es eso que somos primos?—Realmente no lo son—señala el padre Matt y todos lo miran con aprensión.—Quiero entender, ¿Por qué Leah dijo que somos primos? —se muestra Derek muy nervioso.—Es que, yo soy el abuelo de Leah y Damon es mi hijo—manifiesta el tío Brandon.—¿Que disparate es ese? ¿De dónde sacaron esa información? Y si son parientes, háganse una prueba de ADN primero, antes de confundir a mi esposa—los recrimina con seriedad.—Derek, Leah y tú no s
Al caer la noche, en la comodidad de su alcoba Leah reposa en el regazo de su esposo. Derek por su parte, se halla sumergido en una eminente angustia, por lo que había quedado al descubierto, lo que más le duele no es hijo de una criada, sino que se lo haya ocultado por tantos años.Ahora siente sin razón alguna un leve signo de angustia, esas molestias son ajenas a él, exhorta en su interior, que siempre gozo de buena vida, gracias al ser criado cómo un Dixon. De pronto emana una seguridad, una quietud existencial se posiciona en su cabeza y se aligeran sus tormentos, se regocija por unos minutos en el silencio. Al rato le manifiesta a Leah:—¿Amor estás dormida? —ella eleva su mirada y responde:—No cariño, solo reposaba en silencio, hoy fue un día de muchas emociones.—Leah, quiero ver al doctor. Estoy dispuesto hacer lo que sea necesario, para volver a caminar. Este será mi último intento y lo haré por ustedes mi familia—asienta Derek repentinamente.—Amor que alegría, mañana mism
Aparentemente todos los problemas han quedado suspendidos, Derek y Leah retoman a sus actividades, desde ahora se respira una ligera calma entre ellos, que adormeció sus tempestades.En su oficina Derek, comienza a narrarle al que considera su mejor amigo, los pormenores de lo sucedido recientemente:—Vaya Derek, es impactante lo que me dices, lo siento amigo debe haber sido un golpe duro, para ti enterarte de esa gran verdad. Wao Martina tu mamá.—Lo que más coraje me da es la mentira, no voy a entender nunca a Martina, me ha decepcionado mucho, yo que la quería tanto.—No sé qué decirte Derek, ya es decisión tuya perdonarla o no. Solo amigo has lo que te dicte tu corazón. Ella se equivocó, pero en el fondo no es mala, ve el lado positivo viviste toda tu vida como un rey, siendo el heredero universal de la fortuna Dixon, así lo estipuló tu abuelo.—Siento que estoy usurpando un lugar, que no me corresponde y un espacio el cual no me pertenece.—Ya olvida todo Derek, sin ti esta empre
Días después…—Es una ciudad muy hermosa, no lo crees Leah—indica Albert y Leah lo mira con mesura.—Si mucho—responde sin ganas.—Vamos Leah, no quiero que estés así conmigo. Cuando realmente no te hecho nada—reflexiona en cuanto a su comportamiento y reacciona:—Tienes razón, lo siento es que, al principio las cosas no fueron nada bien contigo.—Seguro es producto de tu imaginación, yo que sé, ¿Qué te parece si hacemos borrón y cuenta nueva?—Me parece buena idea.—¿Entonces amigos?—Si amigos.Leah baja la guardia con Albert, se convence internamente, que no es un hombre común y tácito. Ambos sonríen al platicar, inmediatamente a Leah le resulta agradable la tertulia. Albert apunta muy claramente a sus anhelos, por su mente pasean las ideas más contradictorias e inimaginable con la pobre Leah.Si pretende emprender el juego del gato y el ratón, Leah no es la persona más ecuánime para ponerlo en práctica, en medio de su inocencia también, es una mujer muy perspicaz y desconfiada.De
Club Tropicana.Ingresan al club estaba a reventar, Leah observa todo con desconcierto y con ganas de salir corriendo. Es viernes, y tocará un grupo musical en vivo ritmos latinos.—Fabuloso, ¿sabes bailar salsa Leah? —pregunta Albert.—No, me enredo con los pasos latinos—advierte Leah.—Yo más o menos aprendí en puerto rico. En cambio, Derek es todo un experto, cuando caminaba, en el baile no había quien le ganara—recuerda Derek, esa época con nostalgia y se entristece enseguida. Leah lo nota y señala:—Vamos a sentarnos y comer algo cariño.—Está bien—indica Derek. Llama Albert a uno de los mozos, para que les ubique un buen lugar.—Cariño si quieres nos vamos, hace mucho ruido. Me gusta más el silencio de nuestra intimidad—le susurra Leah al oído y lo besa en los labios. Albert los mira a la distancia con mucha seriedad.—No querida ya estamos aquí, tratemos de pasar un rato animado, mira Albert está muy emocionado, no le arruinemos la diversión.—Claro cariño, ah Albert nos hace s
Seattle.Empresas Dixon.Desde la calma que manifiesta en este instante, Albert piensa detenidamente en Leah. El Juicio le susurra con seguridad, que se detenga y se olvide de ella por completo, sin embargo, la irracionalidad lo frena, por lo que esos múltiples murmullos hacen meollo en su cabeza. Súbitamente ingresa Leah a su oficina al no hallar a Derek en la suya.—Buen día Albert—saluda Leah con su hijo en brazos.—¡Leah! —exclama Albert con grácil asombro.—Disculpa que te interrumpa, es que Derek no está en su oficina, ni su secretaria.—No interrumpes al contrario es bueno verte, pasa. Derek está en una reunión muy importante y su secretaria lo acompaña. Te ofrezco alguna cosa.—No tranquilo así estoy bien.—Es muy grato verte Leah, y Cameron crece desmesuradamente. Es muy parecido a ti—lo toma entre sus brazos.—Realmente lo veo muy parecido a Derek.—No, tiene tus ojos, ¿Cómo te va en la academia?—Hoy no tuve clases, por eso vine a ver a mi esposo de sorpresa, ¿Cómo vas con