La mañana siguiente.En el medio de Seda y Mustafá se interna la tranquilidad, se encuentran avistados por un sentimiento placentero, que los conecta con ese estado de calma, donde apartan por un momento de sus vidas el miedo y el dolor. Desde ese espacio armónico Mustafá le indica:—Cariño prepara tus maletas, nos vamos a Las Vegas.—¿Tan rápido? Ni siquiera lo planeamos.—Los mejores viajes, son aquellos que se salen de la nada—manifiesta Mustafá esbozando una agradable sonrisa.—¿Qué me iré a poner?—Compraste muchos vestidos en estos días, lleva el traje de odalisca—susurra Mustafá con picardía.—Lo llevaré—asienta Seda de inmediato.—El que compraste solo para mí. No me gustaría, que otros vean ese abdomen tan perfecto—acaricia su vientre con incitación.—Ya te dije que no bailaré con esa ropa, iré a la academia muy bien cubierta, soy una musulmana cariño y de paso estoy casada.—No soy tan estricto, como se acostumbra en nuestra religión. Sin embargo, no quiero que otro te mire.
Al llegar al apartamento, no encuentran a Seda y Mustafá. Meltem mira una nota, que le había dejado Seda en la mesa, donde le avisaba que se había ido de vacaciones con Mustafá:—Salieron Halide, se fueron a Las Vegas, Seda me dejo esta nota.—¿A Las Vegas? ¿Qué raro?—Improvisarían este viaje, tu misma se los propusiste.—Si tienes razón. Entonces es mejor esperar y no estropearle los planes.—Seda sufrirá, estoy segura Halide.—No lo permitiré, ahora que Seda es mi sobrina consentida, la defenderé.—A veces creo Halide, que Mustafá no ha olvidado a esa mujer.—El primer amor, nunca se olvida tan fácilmente Meltem. Sin embargo, mi sobrino tiene que madurar y seguir adelante con su esposa, ahora más que nunca, Seda tiene que darle un hijo a Mustafá—asienta Halide.—No creo, que ahora un hijo sea la solución a los problemas, que se le vienen encima a mi muchacha, y si Mustafá quiere divorciarse Halide.—No nos precipitemos, no creo que se atreva a tanto. Se sacudirá un poco sí, tenemos
Una vez en el hotel, el deseo de Mustafá se aviva velozmente:—Ya me dieron ganas, de tenerte.—Vamos a desempacar.—Luego—musita Mustafá con la respiración acelerada.Toma a Seda con firmeza, se posiciona detrás de ella y su sujeta sus pechos. Seda gime con facilidad, dejándose envolver por la furia que desprende Mustafá, él toma su cuerpo elevando a Seda por las nubes, ella no se queda atrás y hace que su nivel de exaltación aumente de inmediato, Seda es una amante ávida y aventurera, sabe perfectamente conjugar la pasión con el apetito carnal de Mustafá.Al cabo de unas horas esta encimada en él, Mustafá acaricia su espalda con ternura, Seda se relaja y se olvida de todas las fricciones que carga encima, motivadas por la presencia de Sheila en sus vidas. Presiente que esa mujer, cada día está más cerca de Mustafá, sin imaginar todo lo que vendrá cuando Mustafá se entere, que tiene un hijo con la mujer, que supuestamente ha amado por todo este tiempo.—Muero de hambre—indica Seda.—
Todo se complica en la mente de Sheila, en su cabeza revoleteada todo se manifiesta con desorden, se centra en el trabajo para no pensar tanto en Mustafá, de inmediato reprocha su personalidad y se juzga a si misma por ser tan sonsa, velozmente una extraña sensación de vergüenza se internaliza en todo su cuerpo, al no saber cómo enfrentar la situación que le viene con Mustafá.Llega su esposo algo alterado, cierra la puerta de un portazo y la confronta, en medio de la incertidumbre que lo apaña:—¿Ahora que harás, cuando ese hombre venga a reclamar sus derechos como padre?—Daniel mantén la calma, por favor.—Algo me dice, que todavía siente amor por él.—Basta, no te agobies por gusto. Bien sabes que no es así.—Sheila tengo miedo de perderte, no puedo vivir sin ti.—No me perderás, jamás he dicho que pienso dejarte.—Él está de regreso y me lo ocultaste.—Te dije que converse con él, no te oculto nada.—¿Desde cuándo conversaste con él?—Ya Daniel, no te enfrasques en lo mismo.—Sé
Al llegar al apartamento, se encuentra con Halide y Meltem, quienes cargaban unas caras de gran preocupación. Mustafá percibe la ansiedad en su tía y le dice:—¿Qué ocurre tía, esa cara la conozco?—Tenemos que hablar a solas cariño.—¿Qué pasa tía? —pregunta Seda con rareza.—Luego hablo contigo pequeña.—No comprendo tanto misterio. Dime Meltem, ¿qué sucede? —se queda Meltem en silencio y Halide, toma por el brazo a Mustafá para platicar a solas.—Quédate conmigo Seda—advierte Meltem. Evitando que Seda, vaya detrás de ellos.—Meltem por Alá habla.—Tranquila hija, es algo que no me compete a mi decir.Entran al estudio de pintura de Mustafá, rápidamente cuestiona a su tía con nerviosismo:—Me estás asustando tía, con tanto misterio.—Cariño tengo que contarte algo, que descubrí hace poco.—Habla de una vez tía.—El hijo de Sheila, es tu hijo Mustafá. Liam es idéntico a ti, fui a ver a esa mujer y me lo confirmo.—¡Alá! ¿Por qué fuiste a buscar a Sheila? Te dije que no la molestaras.
Al llegar al apartamento, mira a Seda quien lloraba descontrolada en el sofá, a su lado se halla la fiel Meltem. De inmediato pregunta Mustafá:—¿Y mi tía?—Ya se fue Mustafá, yo me retiro, cualquier cosa me llaman—advierte Meltem y sale del salón.—Seda, perdóname. Te juro que no sabía lo del niño.—Es tan frustrante quererte, con la sombra de esa mujer abrigándonos constantemente—murmura Seda con aflicción.—Fui a verla y si, Liam es mi hijo.—Tienes un hijo Mustafá y en eso, esa mujer me lleva mucha ventaja.—No tienes que sentir celos de Sheila, es solo la madre de mi hijo y nada más.—Por Alá Mustafá, tienes muchos cuadros de ella, los vi en Estambul. Hasta estoy segura que trajiste uno de ellos contigo—lo toma por el brazo y la lleva al cuarto de pinturas, ingresan y descubre el lienzo, enseguida se asombra ya que el retrato era de ella. Recién comenzaba Mustafá a darle forma.—El cuadro es tuyo, recuerda que te dibuje.—Todo esto es tan confuso. Me remonto yo también en el pasa
Respira hondo Mustafá, se prepara para salir, tiene que tragarse todo lo que quiere gritarle a Seda, por alguna razón admite en su mente que no la ama, al menos no como ella imagina. Pero, el hambre y el deseo están inmersos en él.Antes de salir se cruza con Seda, sus rostros se revelan muy contradictorios, ya ninguno de los dos sabe que decirle al otro, sin embargo, una nube esperanzadora se posa por encima de Mustafá y se convence que Seda le dará una segunda oportunidad, para seguir desprendiendo de él todo ese fogaje que destila por sus poros.Mustafá sin querer siempre coloca una barrera entre ellos, suele evitar por todos los medios un calificativo aparente, donde se le dé una connotación diferente a lo que sienten y tienen como pareja, musita que, en el fondo busca de huirle a sus sentimientos, por lo que se niega asumir que todo lo que siente, puede ir mas allá de una profunda pasión que idealiza. Ante de salir la toma improvisadamente por su rostro y la besa:—Seda yo…—Ve,
Sheila siente un fuerte mareo, le vuelve al cuerpo una extraña sensación de malestar, siente mucho vértigo y unas ganas enormes de vomitar. No tolera ciertos olores, llama de inmediato a la chica del servicio, para que se encargue del niño y lo lleve a la escuela.Al instante, ingresa su esposo a la habitación en total silencio, fue a cambiarse la ropa para seguir con su jornada laboral, percibe la palidez en Sheila y se arrima preguntando:—¿Te sientes bien?—No, tengo muchas ganas de vomitar y siento que todo me da vueltas.—Déjame tomarte unas muestras, y las mando analizar en el laboratorio.—No es nada, seguro es el estrés.—Estás muy pálida, soy médico yo me encargo. Tomate el día y descansa.Daniel se queda un poco pensativo, insinúa mentalmente que el malestar en Sheila puede obedecerse a un embarazo, justo ahora que su matrimonio ha comenzado a tambalearse. Se asoma una ligera duda en su cabeza motivada por los celos, sin embargo, la razón le indica de inmediato que, de estar