En este preciso instante, se hallan en el lujoso apartamento, que Ángel había comprado para los dos:—¡Eres tan hermosa! Tu piel y toda tú, me adormece en calma—murmura Ángel, rozando su mejilla con excitación. Inmaculada se sonroja de alegría y a la vez de miedo, ante lo evidente.—Ángel quiero que sepas…—pone sus dedos en su boca, haciéndola callar.—Yo se casi todo de ti, no digas nada. No quiero que objetes, ni mucho menos, que interrumpas este momento con tus dudas.—Es mi cuerpo, tu perfectamente sabes porque he eludido el sexo. No estaba contemplado en mi vida.—Para mí no será solo sexo.—Ángel por favor. Dejemos esto para otro día, no me siento preparada—se contraría la bella Inmaculada.—Somos dos los incrédulos, aunque no lo creas estoy más nervioso que tú.—No bromees.—No es broma querida. Ven vamos a sentarnos.—Al fin dices algo coherente—se encoje Inmaculada de hombros y mira a ángel de reojos.—¿Por qué me miras así? —pregunta Ángel, bosquejando una tímida sonrisa.—E
—Mamá, ¿qué te pasa, te volviste loca? ¿Por qué le gritas a la señora Sofía? —la cuestiona su hijo con rareza.—Si Gianna, ¿qué te ocurre? Cada vez que nombro a Ítalo, te irritas.Gianna los mira con recelo y sale despavorida de la sala.—Mamá, ven aquí—la llama Mark y Sofía lo detiene.—Déjala tranquila mi amor, mejor ve con Helen.—Está bien—se muestra Mark confundido, con la extraña reacción de su madre y sube corriendo a ver a Helen.Expone Sofía internamente, mirando a su alrededor con incredulidad:«Esas reacciones de Gianna no son normales, cada vez que le mencionan a Ítalo se perturba».Al salir de la casa, se tropieza Gianna con Gio, quien entraba por la puerta de atrás.—¿Por qué entras por aquí Gio?—Las preguntas la hago yo, ¿por qué estás llorando, Sofía te hizo algo?—Ay amigo, cada vez soy más evidente, ya no puedo más con este aterrador secreto.—Tranquilízate Gianna, ven salgamos.Salen de la casa y se ocultan en un rincón, para no ser vistos y Gianna menciona:—Son m
Se levanta Inmaculada activamente y prepara el desayuno, Ángel está cansado por tanta actividad con su esposa. Sale de la ducha, y entra Inmaculada a la habitación, con una bandeja de comida. Él esboza una tierna sonrisa diciendo:—Eres un manojo de virtudes, mi santa. Pero, ya hablé con mi secretaria para que contrate personal de servicio—Inmaculada lo mira y frunce el ceño, el lujo al que Ángel la quiere someter, la agobia de inmediato refuta:—No es necesario Ángel, yo puedo ocuparme de nuestras cosas. Yo puedo administrar una casa, no soy perezosa.—No digo lo contrario, no quiero que te canses. Puedo brindarte comodidades, déjame hacerlo.—De ninguna manera, te he dicho hasta el cansancio que tanto brillo me ofusca. Entiende que soy feliz con la sencillez y la tranquilidad.—Inmaculada eres muy terca. Igual contrataré una sola mujer de servicio, que te ayude y comparta contigo en casa mientras no estoy, le diría a Gianna. Pero, mi madre me mata si la aparto de su lado.—Seguro, s
Ángel camina de un lado a otro, siente que la espera se le hace larga. Por otra parte, continúa Inmaculada conversando con su hermano en la cocina, haciéndole entender que lo que siente por Ángel, es amor verdadero.—Inmaculada abre los ojos, comprendo que eres una joven todavía inexperta. Apenas tienes veinte años, tú no puedes estar enamorada de un sujeto que no conocemos. Date cuenta, ese hombre tiene más experiencia que tú en la vida, seguramente es un donjuán.—Ya Alan por favor te lo ruego, acepta mi relación. Te juro por Dios y por la memoria de nuestros padres, que Ángel es el amor de mi vida. Yo sencillamente lo amo, de eso que no te quepa la menor duda.—Me rehusó a que seas la mujer de ese tipo.—En el corazón no se manda y tu bien los sabes Alan, ¿acaso conoces todo de tu novia? Esa chica llego a ti de la nada.—No compares.—No es diferente, no sabes nada de esa fulana. Solo estás embobado con ella, pero yo respeto tu vida y no me inmiscuyo en tus asuntos. Es más, quiero
Ángel no puede creer lo que ve, su estoica mirada sucumbe con asombro y protesta con furor:—¡Papá!—Llegué de la muerte hijo. Vine por venganza—expone con jactancia, el hombre al que Ángel considera su padre.Leonardo Greco, alias “El Ítalo Greco” el capo más importante de la mafia italiana, hace acto de presencia. Hace algunos años había fingido muy hábilmente su muerte. Todos pensaban, que había sido abatido en un enfrentamiento con la policía en Manhattan. Este temido delincuente, escaló desde lo más bajo de su natal Sicilia, hasta las más oscuras cúspides del mundo criminal, Ítalo es malévolo, vanidoso e inhumano.Son múltiples los delitos que tiene a cuesta, Ángel por su parte quiso hacer del legado Greco una industria distinta, si bien el dinero con que creo empresas Garrett, proviene de los negocios ilícitos de la organización, sus empresas están muy bien conformadas. Sus estudios en Harvard finalmente valieron la pena, también ayuda clandestinamente a los más necesitados, acc
—Mi amor, ¿por qué vienes tan golpeado? Ya basta Ángel, tienes que parar con todo esto. No quiero perderte—asienta Inmaculada con desesperación y se abraza con fuerza a su pecho.—No me perderás cariño.—Tan solo mírate, ¿quién fue el desalmado que te golpeó tan fuerte?—Mi padre.—¿Cómo, no estaba muerto?—No, volvió y viene por venganza.—¡Rayos! Si ya volvió, que se ocupe él de su legado, y te deje en paz.—No será fácil zafarme de él, mi padre es terrible.—Me asustas.—No quiero que te inquietes, yo manejaré la situación. Tendré el control de todo.—Es desesperante vivir así. En medio de tantos sobresaltos, no es justo para ninguno de los dos.—No te asustes cariño, te prometo que nada malo nos pasará.Se atemoriza Inmaculada y se llena velozmente de temores, comienza a curar las heridas de Ángel producto de los serios golpes, que le propino Ítalo por todos lados, mientras acaricia su dorso lastimado, las lágrimas recorren su rostro.—No llores cariño, te lo suplico—murmura Ángel
Rio de Janeiro.Desde la enorme ciudad costera de Brasil, estos febriles enamorados se juran amor eterno, al pie de la figura del Cristo Redentor, esta imponente estatua mide aproximadamente 38 metros de alto, se halla en el popular morro Pan de Azúcar.—Te presento amor, a una de las siete maravillas del mundo. El Cristo Redentor—apunta Maya con orgullo.—Este lugar es impresionante, tu país es hermoso mi vida.—Deja que te lleve, a las playas de Copacabana e Ipanema.—¡Obrigado! —asevera Alan con gracia.—Hablas el portugués muy bien querido.—Como me gustaría, que mi hermana conociera este lugar—se llena rápidamente Alan de nostalgia.—Tranquilo cariño, todo está bien con ella.—¿Cómo sabes? —le pregunta a Maya con rareza.—Corazonada de mujer, seguramente tu hermana está tan feliz como yo, al lado del amor de su vida—expone Maya, dándole un tierno beso en los labios.—Es muy distinto Maya, al menos nosotros no escondemos nada. Estoy seguro, que el esposo de mi hermana si y mucho—m
Ipanema, Rio de Janeiro.Sale Maya del mar, como una hermosa sirena. Las miradas de los caballeros en la playa, se posan sobre ella, su firme e imponente anatomía no pasa desapercibida, Alan lo nota y se le acerca con la toalla, con la intención de cubrir su bien moldeado cuerpo.—¡¿Estás celoso?! —murmura Maya con picardía.—Realmente no, ellos no tienen el privilegio de abrazarte, acariciarte y besarte como yo—presume Alan, mientras la llena de mimos.—Tonto. Mejor vamos a comer, muero de hambre.—Quiero probar, todas estas delicias caribeñas.Caminan por la playa, hasta llegar a un pequeño restaurante. Los atienden muy gratamente, mientras esperan se disponen a conversar un poco.—¿Te ha gustado Brasil?—Mucho querida, hasta quisiera que tengamos una casita en la playa. Es muy diferente al clima de Nueva York.—Aquí es más cálido—asienta Maya y se le acerca para besarlo.—No te me acerques mucho, haces que suba el termostato—dice Alan con gracia.—Ja, ja, ja, gracioso.—Contigo soy