Aidan no se tomó bien la despedida de Nathaniel, que él lo echara le parecía inaceptable y más cuando había hecho un trato con Bianca para tener la empresa Gamma y el dinero, pero ahora Nathaniel había echado a perder sus planes. Salió hecho una furia, golpeando la puerta y maldiciendo a Nathaniel por arruinar sus planes. —Maldito seas, ¡Te voy a arruinar! -Y aunque Nathaniel lo escuchó no hizo caso porque tenía que hablar con su esposa. La había visto espiarle por el espejo de la sala, justo en el pasillo viendo la conversación que tenía con aquella víbora. Fue directo al estudio y la vio en el mueble frente a su escritorio. Se acercó sigilosamente y le puso las manos en los hombros. —¿Por ella quieres dejarme? Charlotte De Niro ¿La amas? -Bianca preguntó al sentir las manos de Nathaniel en sus hombros. No se iría con rodeos. Si él decía que sí, una vez estuviera a salvo lo dejaría en libertad. Sabía que el amor no podía forzarse. —Solo dime, por eso insististe en el divorcio ¿Cier
—Él piensa hundirte, Carmenza. -dijo Aidan tras ir con la tía de Nathaniel. Su rechazo le sabía amargo y quería vengarse de él. Bianca le había prometido Gamma y sabía que ahora no lo tendría porque él haría hasta lo imposible para quitárselo, y legalmente, el hijo de Nathaniel, aquel bebé que su mujer llevaba en el vientre, que aunque fuera concebido con mentiras no era ningún bastardo, era el heredero legítimo y por lo tanto quien mantenía el poder absoluto era aquella mujer trofeo. Carmenza vio la cara de enojo de Aidan y encendió un cigarrillo para fumarlo. —Tu sobrino no se anda con juegos, va a arriesgarlo todo por esa m*****a mujer. Tienes que escucharme, Carmenza. Si quieres conservarlo todo tienes que…Carmenza lo miró y aplastó el cigarro encendido contra el cenicero. —Si quiero conservarlo todo -dijo interrumpiéndolo. —necesito a esa niña. Bianca lleva mi seguro de herencia en su vientre. Tengo que tenerla a ella, y si la tengo a ella, Nathaniel no tendrá nada en mi contra.
La mala sangre de la familia Giordano era de lo peor. Nathaniel al revisar todo lo que tenía la carpeta se sintió peor de haber dejado a Bianca a solas con aquella mujer. Ni siquiera podía ver a Carmenza como su tía y a su abuelo como parte de su familia, pues todo lo que le indicaban las pruebas era un complot para destruir a su padre. Dentro de la carpeta no solo habían documentos que indicaban como le habían quitado las cosas por las que su madre había trabajado y despojado su nombre de las escrituras que su abuela había dejado para ella. También había algunos discos guardados y al ponerlos en la computadora y reproducirlos encontró varias grabaciones, entre esas, una con su propia esposa. Escuchar a Bianca con aquel tono de desesperación y llanto le rompió el corazón y verla en la cámara de seguridad implorando casi de rodillas delante de su tía le dejaba un sabor amargo en la boca. Carmenza se había aprovechado de su vulnerabilidad. —Por favor, jamás he pedido una sola cos
Con las pruebas reunidas y armando el caso con sus abogados, fue directo a presentar la denuncia contra su tía por haber malversado los fondos de la empresa, chantajeado a su mujer y haber asesinado a sus padres. Quería llevarlo a tribunales y exigir justicia. —Según todas estas pruebas, Carmenza Giordano, mi tía, fue la culpable de todo. Su nuevo abogado veía lo que él había llevado y asintió. —Es más que suficiente para poner a la señora Giordano en la cárcel, claro que primero un tribunal debe determinar si es culpable o no, pero estas pruebas son sólidas y seguro dirán que sí.Nathaniel asintió y sonrió. —Es lo que quiero. Si ella acaba en la cárcel, Bianca se salvaría, nuestra hija se salvaría pues Carmenza no tendría derecho a ser la tutora de mi hija. Lo hago por ellas, Anthony. Y ahora que Aidan está de lado de mi tía, no tendrá escrúpulos para hacer lo que ella diga. —¿Cómo encontraste las pruebas? Nathaniel sabía que debía decirlo pues no había sido de todo legal lo
Bianca tenía miedo.Algo le había dicho que quedarse sola aquel día era una mala idea, pero creyó que solo estaba siendo paranoica ya que estaba bajo el cuidado de Nathaniel. Se removió en la silla en donde la tenían atada y trató de mantenerse serena.No era tanta la paranoia considerando que días atrás había creído que alguien la seguía. —Al parecer le importas a tu esposo. -dijo Carmenza cuando colgó el celular y miró a la chica asustada que intentaba soltarse las muñecas de aquel amarre. —no haría eso si fuera tú.Y en cuanto le quitaron la mordaza que tenía puesta escupió la cara de uno de los cómplices de la tía de su esposo. —¡Maldita! -sollozó en cuanto Aidan le apretó las mejillas. —Vas a pagar eso.—¡Aidan, suéltala! Ella no es una chica cualquiera. -dijo Carmenza moviéndose alrededor de Bianca. El lugar donde estaban parecía una bodega completamente desordenada y la luz algo tenue. Aidan se alejó de Bianca y Carmenza puso un poco de agua en una botella para luego acercarse.
5 años antesBianca siempre había tenido sueños y en ninguno de esos sueños y anhelos de su juventud estaba vestirse de novia, sin embargo, estaba pasando. Estaba ahí parada en medio de un salón con su vestido blanco y su velo de encaje. El bouquet de rosas en sus manos temblorosas y su falta de emoción en la cara. Trataba de ver a los invitados a aquella de farsa, pero sus caras no quedaban grabadas. Si los veía con atención, aún así solo veía manchas borrosas de personas que no conocía.Y si era honesta consigo misma, ni siquiera pertenecía a aquel lugar, pues ella solo era una chica más del montón. Y si las cosas hubieran sido diferentes para su vida, jamás se habría casado con él porque sus mundos jamás se hubieran cruzado.Y es que ella, Bianca Rizzo solo era una criada. Una chica pobre que venía de una familia humilde, tenía deseos de superarse a sí misma, ir a la universidad, estudiar una carrera y ser profesional para que su padre, quien era el único que quedaba, tuviera una me
ActualidadNo debía estar ahí.Luego de cinco años era lo último que quería hacer, pero al parecer todas sus acciones se dominaban por el marido que tenía y que no quería. Bianca nunca pensó que dejaría Roma para ir a Nueva York, una de las ciudades más grandes, novedosas y populares del mundo, solo para llevar a cabo el plan más estúpido y desesperado que jamás se le hubiera ocurrido.Y realmente no se le había ocurrido a ella, pero situaciones extremas requerían medidas desesperadas y ella había aceptado los términos y condiciones de aquel contrato. Su parte moral y subconsciente le decía que aquello era una mentira, que no era lo correcto, que regresara a casa y siguiera con su vida, pero otra parte de ella le decía que estaba bien, que a fin de cuentas solo era otra actuación más y seguro que saldría bien. Nadie debía enterarse quien era ella.Y tampoco lucía como ella misma. Había cambiado demasiado preparándose para ese momento tan crucial en su vida. —El fin justifica los medios
Tenía que recordarse una y otra vez por quien estaba ahí, para quien hacía todo aquello. Debía ceñirse al plan y al contrato que había firmado, pues, aunque no estaba ahí, podía sentir la mirada de Carmenza Giordano en su nuca. Después de todo la noche no era una noche pérdida. Bianca volvió a una mesa vacía manteniendo siempre la mirada hacía donde estaba Nathaniel. Se estaba haciendo un nudo en el estómago pues ella a duras penas sabía lo que era coquetear y seducir a un hombre. Jamás había tenido mayores oportunidades de hacerlo y aquella era la primera vez, y aunque practicó un par de veces antes de ir a aquella fiesta, por dentro no se sentía tan segura y temblaba igual que una hoja. Sacó un espejo de polvo de su bolso de mano y revisó su maquillaje y su cabello, y ahora que lo pensaba había ido bastante sencilla a diferencia de las otras mujeres de aquel salón. Tenía un vestido negro ajustado que dejaba una abertura en su pierna, con una sola manga. El cabello apenas tenía un