16. Moneda de cambio

Al tercer día se dio cuenta de que estaba en una villa. Nunca había estado en aquel lugar, pero era muy pacífico. Tenía cosas en contra pero era experta en ver las cosas positivas y mantenerse totalmente cuerda. Si bien no había señal o cómo comunicarse, estaba sin la constante vista de víbora de Carmenza Giordano vigilando todos sus movimientos y actividades. No saber nada de su padre era algo en contra, pero el haber huído de la ira de Nathaniel seguro que era algo a favor.

Aún así, no eran vacaciones, sino un encierro. Se llevó la mano al vientre y cerró los ojos al tiempo que se decía que saldría de aquello. —Al fin y al cabo, todo es una consecuencia de mis actos. Tengo que aprender a sobrellevarlo. No creo que nos busquen, mi cielo. Pero haremos lo posible por salir adelante, tú y yo.

Decidió sentarse en el jardín central de la villa y tomar un poco el sol. En cuanto se acurrucó en una tumbona no pudo evitar llorar. Estaba siempre con las hormonas y los sentimientos a flor de
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