Capítulo cincuenta y ocho: No eres inmortal “Narra Harry Mascherano”Termino la botella de agua antes de echarme otra encima, a sabiendas de que pasarán unas cuantas horas hasta que mi cuerpo vuelva a probar líquido. —Debería ser yo —el imbécil de Mauro murmura por enésima vez. —Si vas a seguir comportándote como estúpido, puedes largarte —siseo cortante. —Admite que tengo razón —insiste en voz baja para que nadie más escuche. Por el momento la lluvia de balas a cesado y la marea permanece en calma... o eso es lo que piensan. La gente está saliendo del refugio poco a poco y yo no veo la hora de ver a mi mujer. No puedo comenzar la pelea sin comprobar su estado—. Fui yo quien orquestó el rescate de Fabiola. —No te importó mucho darme el crédito por ello. —En aquel momento era lo correcto y sabes muy bien por qué —indica—, pero ahora... Estamos hablando de un duelo a muerte, porque ambos sabemos que ninguno de los dos se va a rendir hasta drenar la sangre del otro. —Puede que
Capítulo cincuenta y nueve: El plan de un sádico “Narrador omnisciente”La noche se asienta en la exótica isla de Icaria. La luna no ha salido hoy y tal parece que no saldrá, como si presintiera el abismo del terror que está por venir.La brisa del mar sopla con fuerza en la playa, lugar en donde la mayoría de la población se ha reunido para presenciar la lucha más sangrienta de los últimos años.La Bestia ha exigido sangre, el Capo de la Mafia Calabresa le tiene ganas desde hace un tiempo y en la organización a la que ambos pertenecen, solo existe una forma de poner fin a la venganza. Se trata de una pelea sin protecciones, sin ataduras y sin límite de tiempo. La única regla es que no existen reglas. Una red de alambre de púas rodea el sitio dispuesto como ring, encerrando a las dos bestias en el mismo, hasta que uno de los dos se dé por satisfecho… o muera en el intento.Pese a que la cerca es gruesa, no impide al público contemplar los cuerpos bien dotados de los contrincantes.
Capítulo sesenta: ¿Quién eres, Lion Brooks?“Narra Ariana Fallon”Su cuerpo vestido por el líquido rojo impacta contra el mío, llevándonos al suelo. Un gemido lastimero escapa de sus labios debido al esfuerzo por apoyarse sobre sus brazos para no tocarme el abdomen…'¿Está haciendo lo que creo que hace?'¿Acaso… quiere al bebé?La gente corre a nuestro alrededor, pero yo solo lo miro a él.—Maldit0 psicópata del infierno —aunque mi boca lo reprende, mi frente se apoya en la suya con un aliviado suspiro—. Dime que se ha acabado, por favor.—Yo no soy marioneta de nadie.'¿Y eso a qué viene?'No puedo seguir preguntando, puesto que me toma por sorpresa al levantarme como si tocara un jarrón de cristal y depositar mis pies en suelo con la misma delicadeza.Me quedo de piedra viéndole como si le hubiesen salido dos cabezas más, aunque el momento no demora mucho, debido a un estruendo que paraliza a todo el mundo.—¡Alto al fuego! —pronuncia un anciano con pinta de Sugar Daddy, pero impo
Capítulo sesenta y uno: Eres mi hija “Narra Ariana Fallon”La sangre parece congelarse en mis venas, el pánico me ataca debido a que no puedo moverme. Cada uno de los sucesos del pasado desde que tengo uso de razón vienen a mi memoria y después... cada uno de los encuentros con él desde la noche en La Cueva. 'He venido por ti, Ariana...'Me lo dijo y yo no lo escuché. Harry tiene razón en algo: siempre tergiverso la realidad a mi conveniencia. Ilusa de mí por creer que iba tras de mí para llegar al Bestia, cuando era exactamente lo opuesto. —Ariana... —¡No te me acerques! —grito como desquiciada—. Ni se te ocurra tocarme. —¿Qué te sucede? —inquiere ignorando mis palabras. Al parecer me he vuelto el centro de atención, pero el pitido en los oídos junto al aturdimiento, no me deja ver más allá de los ojos marrones del italiano. —El lunar... —siento que me ahogo—. ¡¿Quién caraj0 eres tú, Lion Brooks?! ¡¿Qué tienes que ver conmigo?! Sus ojos se abren como platos al comprender e
Capítulo sesenta y dos: La horma de tu zapato“Narra Harry Mascherano”Cuando mis ojos impactan con la luz, arrugo mis ojos evitando la molestia, al mismo tiempo que me imagino exprimiendo las pelotas del monstruo que engendró a Lucio Cavalcanti. Sin embargo, resisto ansioso por ver una castaña de ojos grises. Miro a mi alrededor de manera involuntaria intentando encontrarla y no hay más que espacio vacío sin esa maldita loca que me desquicia...—¿Dónde caraj0s estás...? —¡Por fin! —Mauro aparece en mi campo de visión—. Pensé que le habías echo una visita prolongada a tu primo hermano el Diablo allá abajo. —Vete a la mierdą —le corto el rollo con rapidez antes de levantarme. Reprimo un jadeo y tomo la ropa encima del sillón a la velocidad de la luz. No hay un solo espacio de mi cuerpo que no duela, pero estando acostumbrado al dolor y teniendo otras prioridades, ignoro los leves crujidos de los resentidos músculos y huesos—. ¿Dónde está Ariana? Me quito la intravenosa y el asquero
Capítulo sesenta y tres: La horma de tu zapato"Narra Harry Mascherano"—¡¿Se lo dijiste en el peor momento, egoísta de porquería?! La patada se queda en un intento cuando me toma por el tobillo y me devuelve el golpe en el abdomen. —¡Yo no le dije nada, idiota! —replica.Apuesto a que la herida de bala se me ha abierto, pero aún así ataco sus costillas con ímpetu. —¡Bueno, paren ya! —Mauro me toma por la espalda mientras Milo hace lo mismo con Lion al entrar—. Ariana está en tu penthouse segura con mi madre, así que deja la pataleta. Me suelto de un brusco movimiento y él opta por alejarse. Me conoce y sabe que en este estado soy capaz de destruir incluso a él. —Tienes treinta segundos para explicarme qué mierda fue lo que hiciste, Brooks —estipulo.—Se dio cuenta sola —contesta tropezando con su propia lengua—. Al parecer, tenemos la misma marca de nacimiento en la espalda. —¡Eres un imbécil! —le tomo del cuello rabioso—. Te juro que si algo le sucede por tu culpa... Han sido
Capítulo sesenta y cuatro: El límite del límite“Narra Ariana Fallon”Este es el fin… Mi fin, el suyo… el nuestro.Ya no quedará nada entre los dos. La sangre que corre por mis piernas evidencia la inexorable muerte y a su vez, vaticina también la defunción de nuestra historia.Es su culpa, la de Lion Brooks, la de Lucio Cavalcanti y hasta la mía propia, pero, sobre todo, es culpa del jodido Dios que no deja de poner a prueba mis límites una y otra vez. Ahora mismo me estoy preguntando si en verdad existe y si es así, qué caraj0 le habré hecho para que se ensañe conmigo de esta manera. He experimentado el dolor desde la niñez, he aprendido a sobrellevarlo, vivir con él y sustituirlo con rabia u odio. Sin embargo, jamás he sentido algo así; como si te arrancaran las entrañas con el gancho de una grúa hasta dejarte vacía por dentro. No quería tener un hijo, siempre tuve claro que material de madre no tengo, pero desde que supe de su existencia no ha hecho más que alimentar mi alma.
Capítulo sesenta y cinco: Mi esposa prisionera ya no“Narra Harry Mascherano” No puedo decir cómo me siento, porque para empezar, no tenía ni idea de que podía sentir. Las únicas emociones que soy capaz de exteriorizar son la ira, la venganza y la lujuria. Es todo cuanto conozco, todo cuanto me enseñaron. No lo quería, por supuesto que no quería ese demonio. ¿Cómo es posible quererlo cuando venía de mí..., cuando tenía mi sangre malditą...? Entonces, ¿por qué siento este enorme nudo que no me deja pegar ojo y que arde mil veces más que la herida en las costillas, la cual no parece sanar? No puedo decir que me sienta feliz, pero tampoco me importa lo suficiente como para sentirme triste. Esa criatura endemoniada ya no está y no puedo hacer otra cosa sino mirar desde la distancia a mi mujer perdida en su dolor. ¿Qué hice para que esto pasara? La respuesta es simple: nacer y convertirme en la abominación que estaba destinado a ser. Le di una opción simple cuando supe de e