En el momento en que su lengua encontró la suave humedad del labio inferior de Steff, el deseo que lo desgarraba era visceral. Gimió y su gloriosa intensidad lo hizo cerrar los ojos. —¡Oomph! Por segunda vez en menos de doce horas ella lo pilló desprevenido. En esa ocasión lo empujo haciendo que perdierae equilibrio y callera en el piso sobre su trasero, aunque no lo tumbó al suelo con ninguna de sus tecnicas de defensa personal, logro inmovilizarlo colocando un pies sobre su pecho. —Apártate, Jye —le advirtió—. ¡Bien, perfecto! Si estoy embarazada me cercioraré de que tú recibas todos los méritos. ¡Pero que ni se te ocurra que podrás convencerme de que me case contigo y, así, convertirte en el último mártir vivo con una sesión de besos sexys y ardientes! Porque jamás repito mis errores. —Mentirosa —bromeó—. Olvidas que he comido dos veces lo que tú has cocinado. —¡Muy gracioso! Pero te voy a dar un consejo, Jye... En tu lugar yo no volvería a comerlo, porque la próxima vez que di
Su primer deseo fue rodearle el cuello con los brazos, pero, imitándolo, limitó su entusiasmo a una sonrisa tan profesional como la que él le dirigió a sir Frank.—Bueno —comentó el hombre mayor—, creo que esto requiere una celebración. ¿Les parece una cena a las ocho?—Lo siento, sir Frank —repuso Jye—, pero debemos regresar al continente tan pronto como sea posible. ¿Puedes arreglar que tu piloto nos lleve al aeropuerto esta tarde?La solicitud de Jye provocó un dolor agudo en todo el cuerpo de Steff. Se había terminado. Misión cumplida. En unas horas su falso matrimonio con Jye habría concluido. No más peleas. No más besos. No más amor. ¡Bien!Cuanto antes volviera a su vida normal, mejor. Jye quería ponerle fin al fiasco lo antes posible, casi de inmediato. Ella también. Le alegraba que terminara. Había desempeñado su parte y el padrino estaría exultante con el cierre del trato. Cielos, era tan grande el alivio de que todo hubiera acabado, que no podía pensar en loque debía hace
—¡Elo! —gritó, aunque no pudo agitar la mano porque Jye se la sujetó.—Yo te habría dejado en casa —dijo con frialdad.—No seas ridículo —se soltó—. Vives en la otra punta de la ciudad. La tarifa del taxi habría sido exorbitante.—¿Cuándo ha empezado a preocuparte una tarifa de taxi? Desde que te robaron el coche tú has gastado más que nadie en taxis.—Punto que nunca has dejado de recordarme —replicó—. No hay modo de complacerte, ¿verdad?—Eso no es cierto, Steff. La otra noche lo conseguiste... varias veces.—No estoy interesada en hablar de lo sucedido esa noche.Ni ahora, ni en un futuro cercano, ni nunca.—Es una pena, porque dentro de unos meses quizá tengamos que hablar de técnicas de parto.—No estoy embarazada. Cuantas veces tendre que repetirte eso...—Eso esperamos. Por desgracia, la esperanza no es una medida fiable para evitarlo.—¡Hola, chicos! —para Steff, la llegada de Eloisa no podría haber estado mejor sincronizada. No sólo le evitó tener que responder, sino que coinc
Luego se volvió hacia Steff y la abrazó con la efusividad reservada sólo para los cumpleaños y las navidades, plantándole un beso en cada mejilla. Jye jamás había dudado del cariño que sentía Dom por ellos dos, pero las demostraciones habían sido pocas y espaciadas. Lo cual sólo podía significar que su tutor, igual que él, jamás había comprendido el placer que le brindaba a Steff las muestras tangibles de afecto. Pero Jye lo vio en ese momento en los ojos y en la sonrisa de ella, que le iluminó todo el rostro de un modo que le llegó al alma. En ese instante estaba más hermosa que ninguna mujer que hubiera visto jamás. Se sintió extasiado ante la idea de que pudiera llevar a su hijo en su interior. El hijo de ambos. Una personita que los dos habían creado...Los sentimientos que el concepto produjo en él, tanto mental como físicamente, estaban más allá de toda descripción. Lo único que sabía era que Steff podía discutir todo lo que quisiera sobre que un matrimonio de verdad sólo podía
—Nunca pensé en ello —calló unos momentos—. Aunque imagino que debe ser estupendo poder legarle a tu propio hijo algo tan único. Pero no soy machista, así que no me importaría que fuera un niño o una niña. Salvo que, como tú bien has dicho, debe desearlo. Y me gustaría pensar que lo apoyaría sin importar que quisiera seguir mis pasos o hacerse surfista profesional.—¡Es lo mismo que pienso yo! Se supone que los padres deben guiar y apoyar a sus hijos, no empujarlos y limitarlos. Nnosotros crecimos sin nuestros padres pero tuvimos el ejemplo y la guia...—¿Dominic hizo con nosotros eso mismo? Ser una buena guia y ejemplo para los pequeños es lo mejor...—No intencionadamente. Afrontémoslo, Dominic no tenía ni idea de qué hacer con nosotros hasta que terminamos la secundaria. De no haber sido por las excursiones y las vacaciones que le organizaba Flo para nosotros, es probable que, aparte de la escuela, sólo hubiéramos ido a la oficina.—¿Estás diciendo que no fuiste feliz? —preguntó c
Con manos ansiosas se quitaron la ropa, al tiempo que realizaban apreciaciones de sus respectivos cuerpos y se daban besos apasionados y codiciosos. Pero cayeron sobre lacama de Steff como una sola persona, y la urgencia de su deseo dio paso al placer sensual de la exploración lánguida y pausada. Para Steff fue la experiencia más excitante y espiritual de su vida, y poder acariciar el cuerpo desnudo y musculoso de Jye de pronto se convirtió en el placer más erótico que podía imaginar. Sentir los besos que le daba en las pantorrillas y los pies creó sensaciones emocional y físicamente tan estimulantes que flotó entre las lágrimas de gozo y la realización del clímax. ¿Cómo podía un hombre capaz de semejante ternura no creer en el amor?—Tu piel es como satén líquido —jadeó él mientras con los labios abría un sendero por sus muslos y su ingle hasta llegar al estómago—. Quiero tocar... y probar cada milímetro... —detuvo el tormento de sus besos ardientes y húmedos para alzar la cabeza y
Steff contuvo las lágrimas, el dia anterior ellavio como jye compraba unos libros y revistas que contenian articulos sobre el embarazo y despues de la cena se había enfrascado en la lectura de una revista femenina, sobre el cuidado y consejos sobre la lactacia materna. Al día siguiente debía llegarle el período, y todas las señales indicaban que no se retrasaría. Tenía los pechos más plenos y sensibles, le dolía la cabeza y se sentía completamente desgraciada.—¿Steff? ¿Me has oído...?—Jye, ¿quieres olvidarte de ello por un rato? —gritó—. No estoy embarazada, ¿de acuerdo? Ya te lo he dicho hasta el cansancio —se mordió el labio.—¿Has tenido el período?—Eh... no, todavía no. Pero créeme, lo tendré mañana. Sé reconocer todos los síntomas preliminares —forzó una risa por miedo a que él notara su decepción—. Uno de ellos es mi estado de ánimo irritable. Lo siento, Jye, no pretendía saltar...—¿Mañana? Pero me dijiste que tenía que llegarte hoy.—Quería decir que sería mañana por la
Durante toda la noche Jye sólo pensó en una cosa. «No quiero que este sea el final de todo». Sólo porque llevaba reloj supo que la cena con los Mulgan y el trayecto de trasladarlos al aeropuerto para subir al vuelo privado que los llevaría a casa habían durado seis horas; aparte de eso, no habría sido capaz de contar qué había sucedido durante la velada. Sólo fue consciente de Steff, del tono melodioso de su voz y de su risa. La arrebatadora belleza de su cara lo había mantenido hechizado.Pero en ese momento temía apartar la vista del camino para mirarla, por miedo a que hablara. El absoluto silencio que había mantenido desde que se despidieron de los Mulgan tenía una cualidad ominosa.Al girar el coche para entrar en la calle de ella volvió a verse abrumado por una inquietud emocional que no entendía. Necesitaba tiempo para pensar sin distracciones... un tiempo a solas. Pero por primera vez en su vida la idea de quedarse solo lo tenía casi paralizado de terror.Por un lado parecía r