DUNCAN Escucho el disparo a la distancia y mis oídos se quedan sordos con el estruendo, estudio mi entorno y poco a poco todo va tomando forma hasta que siento cómo el aire me hiela la sangre, unas ramas se rompen cerca de mí, apunto con mi pistola, alguien viene corriendo a gran velocidad hacia mí, entonces la miro, Melody corre buscando mi protección, pero es demasiado tarde, porque aprieto el gatillo y le disparo a la mujer que amo. Despierto aturdido, la oscuridad inunda mi habitación y trato de mantenerme cuerdo por un solo segundo, un instante. Respiro y exhalo hasta que me convenzo a mí mismo que todo se ha tratado de una pesadilla, tiene que ser, miro a mi lado y encuentro a una mujer castaña, desnuda, envuelta en una sábana, la misma mujer con la que llevo saliendo poco más de un año y con la que quiero tratar de olvidar a Melody. Es difícil cuando ella fue la primera mujer a la que amé, de quien me enamoré, y quien no me correspondió por estar con Roman, el padre de sus
EMMA Nunca he sido buena tratando de ocultar mi rabia, no cuando sé que lo que me hacen es una injusticia, pero esto está más allá de mis niveles, es decir, siempre he sabido que soy una persona rara, no me gusta la gente, me agrada estar sola y que respeten mi espacio, pero el que se quiera deshacer de mí, mi cuartel, solo porque no me llevo bien con el resto porque ellos me consideran callada, es una aberración. —¿Me estás escuchando, Emma? —me habla el ministro. Asiento. —Sí, mayor. —Eres una buena teniente, pero si tan solo vieras al resto como tu equipo, como los compañeros que pueden salvarte la vida… O como los compañeros que en cualquier momento harían que me maten, ellos solo ven una parte de la historia, no mi lado, y es que ¿cómo puedo confiarle mi vida a alguien que me molesta todo el tiempo y que me amenaza por las noches con matarme? No, no lo entienden y nunca lo harán porque ahora me han cambiado de cuartel a uno en Londres. —Necesitas cambiar tu actitud,
DUNCANLa cabeza me estalla, tengo tantas cosas en mente que este llamado que tiene el superior solo empeora las cosas, han pasado dos días y es tiempo justo para comenzar a planear mis estrategias, entrando a la oficina luego del acceso poco convencional, me dirijo con un saludo firme al superior. —Coronel King, me alegra verlo, descanse y tome asiento, por favor. Corta el puro que sostiene en su mano, hago lo propio y espero paciente a que me informe por qué me ha sacado de mi salón de entrenamiento. No es algo que me agrade, mucho menos que haga que sea un impulso para seguir sus órdenes. —¿Qué sucede? —inquiero una vez que baja la guardia y volvemos a ser personas conocidas con un medio en común. El hombre desliza sobre la superficie plana del escritorio, una carpeta gruesa, me le quedo mirando sin siquiera tocarla. —¿Y eso? —enarco una ceja con incredulidad. —Aquí se encuentra toda la información de quienes estarán en su equipo, la misión a la cual ha sido asignado, es de s
EMMADebe ser una broma de mal gusto del destino, es que no me puede estar pasando esto, no solo tengo que soportar la idea de que mi histérica hermana esté saliendo con el mismo hombre con el que perdí la virginidad, sino, que ahora nos volvemos a encontrar, él parece tan sorprendido como yo, solo que lo disimula bien, ya que en cuanto nos reconocemos, solo me echa un vistazo fugaz para volver a concentrarse en mi hermana. —Ella es mi pequeña hermanita —arguye Nayel con orgullo, mentirosa, como si de verdad le importara—. Emma. Trago grueso. —Y el es Duncan King, el chico con el que estoy saliendo —le mira como si fuera un dulce bocado que quiere probar. Las náuseas no se reparan en mi rostro, me siento en estos momentos como la peor persona del mundo, es decir, yo me acosté con su novio, joder. —Un placer, Emma —Duncan extiende su mano hacia mi dirección. Me lo pienso un par de segundos, bien, sí él puede fingir que nada pasó entre los dos aquella noche, yo puedo hacer lo mism
EMMA—No es necesario —interrumpo con nerviosismo. Nayel no se da cuenta del daño que me está haciendo, planeaba pasar esta noche sin problemas, dormir temprano luego de comer una enorme rebanada de pizza, ya que esta comida insípida que me obligó a probar, no ha llenado mi estómago lo suficiente como para irme a un descanso placentero. —No es problema, hermanita, Duncan no se opondrá —voltea a mirarlo con esa sonrisa llena de ensoñación. Rechino los molares. —¿Verdad, amor? Duncan me echa un último vistazo lleno de malicia, antes de volver toda su atención a mi hermana idiota. —Por supuesto que no, no es un problema. —Gracias amor. Ella se acerca a él para darle un beso en la boca, ella es más baja que él, por lo que se tiene que inclinar hacia adelante, cosa que parece molestarle, mi hermana aplasta sus labios contra los de él, es un beso fugaz y simple debido a que él se incorpora de golpe, con un rostro inocente. Hijo de perra, seguro lo hace para molestarme. —Nos vemos
DUNCANTraer a Emma no fue un acto de amabilidad, tampoco para quedar bien con Nayel, solo quería hacer tiempo antes de regresar con los planos en mano al cuartel, hay demasiadas cosas que hacer, escuchar su grito hizo que me moviera a gran velocidad hacia el cuarto de baño, y ahora, verla desnuda hace que las comparaciones sean evidente ante mis ojos. Ella no solo tiene un mejor cuerpo que el de su hermana mayor, sino, que es más hermosa. Sus tetas, ese día en la playa no me tomé el tiempo suficiente para admirarla y todo fue demasiado rápido, estaba muy excitado, ese día Nayel no dejó que la jodiera por el culo, luego ella apareció y se ofreció sin más. Fuí descuidado, inmaduro incluso, ¿quién en su sano juicio folla a una mujer que apenas conoce? Maldición, y ahora está aquí, frente a mí, con sus tetas firmes y pezones rosados, erectos, dispuestos a que alguien los pruebe y mordisquee, las curvas de sus caderas son perfectas e incluso sus piernas, las que me envolvieron mientras
EMMASiento que el aire se me atasca en la garganta al recordar que mi coronel es nada más y nada menos que Duncan, es que la vida no me puede tratar tan mal, de verdad, no solo tengo que lidiar con el hecho de que sea el novio de mi hermana y el mismo hombre que me quitó la virginidad, sino, que ahora es mi jefe prácticamente. Camino de un lado a otro con la intención de tranquilizarme, pero no lo logro, de hecho, me parece que mi presión aumenta más con cada segundo que pasa, no he podido dormir en toda la noche e incluso me he duchado con agua fría para aclarar mis ideas, nada ha funcionado. Para cuando pasan dos horas, me preparo para mi entrenamiento, cuando llaman a mi puerta, se trata de uno de los soldados que están al servicio del director. —Emma, el jefe quiere verte —anuncia en un tono lleno de antipatía. Asiento, mordiendo mi lengua para no soltar el voraz comentario de que a él le hace falta un cerebro nuevo. El tipo no se va de ahí y frunzo el ceño. —Iré enseguida
EMMALlegamos hasta uno de los rincones del pasillo que nos dirige a las escaleras de emergencia, el brazo me duele, una punzada que es constante justo donde él me toca, hace que dibuje en mi rostro una mueca, algo que él no toma en cuenta, ni siquiera se toma la molestia de disculparse con Dante, a quien solo alcanzo a ver de lejos y le regalo una sonrisa. —¿Puedes dejar de comportarte como una puta, delante de tu coronel? —tira con más fuerza y me empuja hacia las escaleras, cerrando la puerta de metal detrás de él. Frunzo el ceño. —¿Qué tiene de malo? —me suelto—. Él, a diferencia de otros, es amable y parece que es de los que suele dar la cara a los problemas, no como otros que aparentan ser muy hombres y terminan siendo cobardes. Tensa la mandíbula, al grado que siento que está rechinando los dientes. —¿Algo más que agregar a tu rabieta de niña de cinco años? —espeta.—Sí, no entiendo qué es lo que hago aquí, cuando claramente estaba buscando a mi nuevo jefe para presentarme