El helicóptero se detuvo en el techo de la mansión de la isla, habían regresado a su lugar de entrenamiento y su hogar temporal, el trayecto como siempre había sido largo y Amaia había permanecido particularmente callada, es por eso que en cuánto bajaron Nikolay la observó con interés. —¿Está todo bien Amaia?— le preguntó con un pequeño tono de preocupación. —Sí claro, está todo bien. ¿Por qué lo dices?—No lo sé, pareces bastante retraída, sé que el trayecto es largo y un poco agotador pero has estado particularmente callada, tu y yo sabemos que no eres así, sueles hablar mucho aún cuando hay cosas que te preocupan, pero este silencio me resulta bastante extraño así que, si hay algo que realmente esté ocupando tu mente me gustaría saberlo. ¿Sucedió algo con tu hermana?—No, Aimara está muy bien. Me contó que mi padre, por fortuna se ha estado portando bien y ha estado esforzándose en trabajar para levantar el poco prestigio que le queda su pequeña empresa, sus clases van muy bien,
—Bienvenido, jefe— le dijo uno de sus hombres, Nikolay no se preocupó en responder solo hizo un leve asentimiento con su cabeza a modo de saludo. —¿En dónde está él?— preguntó Igor, con el rostro inexpresivo, y los tres hombres más que venían en compañía de ellos, guardaron silencio absoluto. Cinco hombres jóvenes, fuertes y con un rostro que indicaba que tenían pocos o niños amigos. —Está abajo, en el sótano— responde el hombre sintiendo pesar por su compañero porque sabía que aquel sería el último día de su vida, y no sería un final nada agradable, había decidido jugar mal sus cartas y si en aquel momento el propio León rojo estaba allí para verle, significaba que no habría para él benevolencia sino que pagaría con su vida su traición y no sería una muerte rápida— lo hemos mantenido allí a espera del jefe. —Bien, en ese caso vayamos por él— dijo Igor. Nikolay estaba serio, mudo y con el rostro enrojecido. —¿Cómo es posible que ese tipo de cosas sigan sucediendo dentro de m
—Ven aquí, pequeña bola de pelos— Amaia se agachó para recibir a la hermosa tigresa albina que corría hacia ella, la tigresa se lanzó hacia su regazo y Amaia la llenó de caricias, le encantaba el vinculo que estaba desarrollando con ella, cada dia se sentían muy cómodas la una con la otra.—¡creces muy rápido, Alba!— le acarició justo junto a la oreja. —¿Ves cuánto le gustas?— preguntó Nikolay con una leve sonrisa bailando en sus labios.— son una buena dupla. —Lo somos— asintió abrazando a la tigresa y colocándose de pie— no me había dado cuenta de cuanto la había extrañado. Me alegra verla. —Si, sin embargo la reunión no debe ser muy larga, recuerda que Katerina le espera para ir a correr— Amaia asintió, una de las mujeres de servicio que aguardaba por si había alguna necesidad de parte de los jefes. —Por favor— le dijo a la mujer— alimentala, un buen trozo de carne para desayunar. —Si, señora— dijo la mujer acercándose y tomando a la tigresa entre sus brazos y asintiendo
—¿Lista para irnos?— preguntó Nikolay llegando a donde Amaia se encontraba, ella sonrió al ver que él solo traía unos pequeños pantalones cortos, el cabello atado hacia atrás con una liga y su pecho completamente desnudo bronceado con aquel tuaje del león imponente sobre su pecho y una pequeña parte del escorpión y la rosa saliendo desde el borde de su pantalón, se veía tan sexy, tan ardiente... era increíble el efecto que su sola presencia tenía sobre su piel y sobre todo su ser, una sensación de ansiedad... un deseo latente y constante. —Completamente lista— le respondió con una enorme sonrisa, mientras daba un giro sobre su eje, mostrandole una vision completa de su atuendo, Nikolay por su parte observó el esbelto cuerpo de su esposa, cubierto únicamente por un traje de baño color azul, un azul casi tan intenso como el color de sus ojos, su cabello suelto y unas gafas para sol sobre su cabeza, además de eso un lindo pareo atado a su cintura, la sola imágen le encendió la piel y
Bebieron del vino mientras compartían sonrisas pícaras y cargadas de deseo, Amaia se sorprendió de cómo había pasado de ser una mujer que no disfrutaba del sexo, para convertirse en la esposa de un ardiente ruso que era capaz de enloquecerla solo con mirarla o decirle una palabra. —¿Seguro que nadie nos verá desde casa? —Completamente seguro, di órdenes expresas de no acercarse y no vigilar pues seguramente tendríamos tiempo a solas.— dijo con una sonrisa. —En ese caso...— dejo la copa a un lado, sobre la arena y ya con las manos libres y mirándolo, se quitó la parte superior del traje de baño con mucha lentitud, la mirada de Nikolay fue directa a los turgentes senos y una sonrisa de satisfacción bailó en sus labios.— se cuánto te gustan así que quiero devolverte las buenas vistas. —Me encantan— dijo alejando su copa, y buscando en la canasta sacó una fresa y un contenedor de chocolate fundido, aún tibio, untó la fresa hundiendola en la espesura del chocolate, para luego ll
—Lo entiendo Amaia y agradezco que como siempre, te preocupes mucho por mí — la miro con un profundo agradecimiento— aceptaré colocarme el localizador. ¿Duele mucho?— pregunto con la mirada llena de turbación.— ya sabes que odio las agujas y esas cosas. —Lo sé y por eso agradezco tanto que aceptes, se lo que significa para ti una inyección, no te mentiré Aimara, es un poco incómodo, al principio cuando se inserta bajo la piel hay un poco de dolor y ardor, supongo que al ser un un factor extraño nuestro propio cuerpo intenta rechazarlo, pero con un par de días olvidarás que está allí. —Bien— dijo con seguridad y la firmeza se vio reflejada en sus ojos— si esto contribuye a mi seguridad y a que tú puedas estar más tranquila entonces acepto hacerlo. —Muchísimas gracias Aimara, no sabes cuánto te agradezco esto— le dijo mientras la abrazaba y besaba su frente. —Y yo te agradezco que te tomes tantas molestias por mí, sé que tu vida últimamente ha estado bastante complicada y me
—¡Por todos los cielos, voy a desmayarme!— respiraba agitadamente Aimara mientras corría junto a Amaia y ambas seguían de cerca a Katerina, una pequeña sonrisa dominó el rostro de la hermana mayor. —Te dije que Katerina es una pesada... y eso qué ésto es solo el trote matutino... espera que entremos en el verdadero entrenamiento... y te podría asegurar que llegarás a odiarla...— dijo con voz agitada. —Como siempre, la señora exagera —aseguró en tono burlón con una pequeña sonrisa iluminando su rostro y con a penas síntomas de agitación. —¿Exagero?, digamos que ya mi cuerpo se acostumbró a levantarse muy temprano... Pero sabes perfectamente que durante los primeros días te odié... de hecho llegué a pensar que tú también me odiabas y que... por eso eras tan severa conmigo. —Nada más alejado de la realidad señora, me veo obligada a ser severa, si tengo al Señor respirando en mi nuca exigiéndome un resultado eficaz y pronto. —Sí, sí claro— dijo burlona mientras apretaba el p
La cena fue animada y Amaia junto con Aimara parecían dichosas, parloteaban alegremente del día agotador que habían tenido. —...Katerina es una verduga— dijo Aimara riendo — yo práctico deportes y aún así siento que casi no lo logro— se rió— no puedo imaginar todo lo que sufrió Maia, nunca fué de muchas actividades físicas. —Casi muero— rió la aludida— te juro que odiaba cada vez que Katerina venía a mi puerta a despertarme cada mañana, era como una pesadilla...— volvió a reir. —Es perfectamente comprensible— aseguró la menor de las Müller. —Estás un poco callado, querido, ¿sucede algo?— Amaia miró a Nikolay con repentina preocupación y su esposo le devolvió la mirada, en cuanto observó su rostro lo supo; algo muy importante estaba sucediendo. —Si—admitió— pero la mesa no es lugar para asuntos pocos agradables, querida esposa— sonrió— han surgido algunos asuntos en Rusia, así que debemos viajar mañana. Me apena está situación Aimara, porque pensaba enviarte a casa por la