—¿Por qué no…dijiste nada, Jared?—Alice aún estaba un poco en shock, pero de nuevo le atormentaba el silencio de Jared ante Robert. Sin duda alguna no decir nada no era la mejor solución, pues eso daba pie a que Robert imaginara más.—Pensará que siempre hemos hecho esto.—Me quedé tan mudo como tú, Alice.—¡¿Y si ahora él se niega a darme el divorcio?! ¡Tienes que hablar con Robert!—Alice temía que el arrogante e impulsivo Robert Graham de orgullo y ego herido hiciera algo con relación a lo que acababa de ver allí, si se daba cuenta su padre que Alice quería el divorcio y ya estaba con Jared, no lo tomaría muy bien, ella lo sabía. Algo así el señor Taylor no lo toleraría.—¡Intentaré hablar con él!—salió corriendo de casa, pero Jared fue tras ella, interponiéndose en su camino.—¿Para qué? Ahora no querrá hablar con nadie, Alice.—Es que…no lo entiendo. ¿Por qué Robert vino a tu casa justo en este momento? ¿Para qué?—Puede que recién se entera de lo del divorcio.—¿Y por qué venir don
Era muy tarde aquella noche para ir a casa de los Taylor, Robert tuvo que esperar a que la larga noche pasara y entonces ir hasta allí, valiéndose de un último intento, una última oportunidad, quizás para demostrar que no era un inútil o para lograr recuperar lo que su familia estaba por perder, presuntamente por él.Aunque no tenía muchas esperanzas de recuperar la empresa, porque sabía que eso era lo que el señor Taylor siempre quiso, hacerse con Graham Group.¿Qué haría? ¿Que tenía planeado? Porque definitivamente tenía un plan.Su padre ya no creía en él y no le quedaba nada, su matrimonio había sido un desastre en el que Robert se empeñó en sacar todo eso dentro de él contra su esposa, por lo que con ella no podía contar para que lo ayudara, pero ¿él tenía pensado pedirle ayuda a Alice? No después de darse cuenta que siempre fue Jared Sinclair.Sabía que Alice y Jared siempre estuvieron enamorados, no tenía planes de intentar nada con ella, no ahora que su amigo estaba en medio,
—Alice…—su madre tocó su rostro, pero la joven no despertaba.—¡Alice! —¡Mamá!—abrió los ojos de manera exagerada, un poco alarmada por la manera en la que su madre la despertaba. De inmediato la señora abrió su armario y comenzó a buscarle topa.—Allí no hay nada que me sirva, ya todo me queda grande. ¿Qué es lo que sucede, mamá? Es muy temprano. —¡Tú esposo está aquí!—su voz alarmada causó lo mismo en Alice, pensando lo peor. Vio la hora en el reloj que estaba en la pared y sintió más miedo. ¡Era muy temprano! ¡¿Qué hacía Robert allí a esa hora de la mañana?! —¿Qué? ¡¿Qué hace Robert aquí?! —Está hablando con tu padre y llevan más de media hora. —¡Maldición! —¡Alice! —¡Estoy nerviosa! No quiero que intente que el matrimonio siga, ¡no quiero! Y si lo hace…¡ya verá! ¡¿cómo puede ser tan egoísta?! El tampoco me quiere o quiere estar casado conmigo. —Es mucho lo que pierde, es normal que se arriesgue, Alice. —¡No me importa lo que pierde, mamá! Ese matrimonio no va a funcionar.—
—Papá…lo que sea, cualquier cosa, por más mínima que sea, si te la dijo Robert Graham, ¡es mentira! Es un manipulador, egocéntrico que solo piensa en sí mismo. Lo peor que puede existir y de eso no tengo la más mínima duda.—mientras Alice hablaba, las lágrimas se le salían, fulminada con la mirada de sus padres.¿No se supone que él le dijo que no habló nada a ellos? Entonces…¿por qué su padre parecía saberlo todo?—¿Quieres empezar esto mintiéndome o eres capaz de ser sincera? ¿Qué tienes que ver con Jared Sinclair?—preguntó el señor Taylor. La madre le miró suplicante a Alice para que no diga nada.—¡Mírame a mí!—se quejó Henry, molesto por el silencio de Alice.—Yo…lo amo.—confesó. La señora se llevó una mano a la cabeza, ese no era el modo de iniciar la charla.—Estoy enamorada de Jared desde la universidad.—¿Sabías que él y Robert eran amigos?—inquirió el señor.—No, no lo sabía, papá. Ya era tarde cuando lo supe.—¿De verdad no sientes nada por Robert?—No sentimos nada uno por e
Robert decidió contestar la llamada de Jared, no quería verlo, no quería hablar con él, sabía que Jared intentaría que las cosas quedaran bien, pero Robert no deseaba eso, necesitaba estar lejos de Jared.Aún así, aceptó verlo.Recogía las cosas de su oficina, mientras Dayana mirada desde la puerta, ansiosa por saber algo, no lo veía en días, estaba muy enojada con él, pero era consciente de que no podía hacer algún berrinche, porque Robert solo se alejaba de ella y no le decía nada.—Robert…hablemos, por favor.—¿Por qué no le decía nada? Estaba de un lado a otro, en silencio.—Ahora no.—le respondió al fin.—Estoy esperando a hablar con Jared.—¡¿Y desde cuándo Jared es más importante que yo?!—¿Puedes esperar fuera? Me distraes y estoy ocupado.—ignorando sus palabras, Dayana tomó asiento.—¿Estás recogiendo tus cosas? No he escuchado de ningún cambio de oficina, ¿podrías decirme qué es lo que haces? ¿A dónde vas con todo eso? ¿Estás limpiando tu oficina? Te ayudo, Robert. ¿Qué necesi
Ya era mañana. Se unía la equipo de Simon Leclerc. Alice se sentía nerviosa, había comprado tanta ropa junto a su madre que no le cabía en los armarios y habían bolsas por todos lados. No se usaba uniforme, por lo que las prendas diarias eran muchas y quiso cambiar de estilo por uno más…llamativo. Su madre se lo recomendó, debido a su nueva figura y ella aceptó, porque al verse con esas ropas, le encantó el aspecto que tenía, aquella mujer en el espejo se veía estupenda.—Eres hermosa.—dijo su madre en ese momento. Ya Alice era igual que las demás con una figura más delgada, su rostro siempre había sido demasiado hermoso. De cara ella era la más bella de todas y ahora el cambio en su cuerpo la convertía en una belleza a la que su círculo estaba más acostumbrado.Las mujeres delgadas, con las pequeñas cinturas y aquellos abdómenes tan planos.Le habían dado a la cocinera la dieta que Alice llevaría, incluso ella no quería volver a subir de peso, porque ni con todo el esfuerzo del mundo
Les tardó más de cuarenta minutos conocer toda la empresa y cada una de sus áreas. Era muy grande, ahora acababan de recorrer el área asignada a los dos, con Robert Graham como encargado y Alice a su cargo. Seguían pasmados. No habían podido decir ni media palabra, ni cuando les presentaron a sus compañeros de área, es como si no pudieran emitir ningún sonido, solo seguir a Samantha de un lado para otro. —¿Alguna pregunta?—les preguntó la mujer. Alice observó que ella sí llevaba el cabello suelto, cosa que le causó curiosidad, porque no había visto ni a una sola empleada con el cabello así, a excepción de Samantha.—Creo que no, que no hay ninguna pregunta.—entregó un pequeño folleto a cada uno de ellos.—Síganme. El último paso es ver una pequeña preparación que se le muestra a cada nuevo integrante al equipo, las suyas van de acuerdo a su área. Tarda unos veinte minutos y luego pueden marcharse a sus oficinas que ya les indiqué. Que bien que está una frente a la otra. Simon se asegu
Alice lo vio salir, sus ojos se quedaron aguados porque no estaba de acuerdo con la parte en la que dijo que aquella criatura, su hijo, iba a sufrir porque ellos no se amaran, ella estaba muy segura de poder darle todo el amor del mundo a ese bebé, incluso siendo consciente de que aquello la ataría a un mal matrimonio con Robert Graham, nada podría impedir que ella amara sin medidas a su Ethan. Lo amaría tanto que lo último que le faltaría sería amor, contrario a Robert, que por las razones que fuera, posiblemente personales, jamás se acercó a ella en su estado de embarazo, los dejó allí, abandonados, se olvidó de ellos y no se interesó ni un poco en los dos.Sabía que las cosas que Robert mencionaba no eran a modo de excusa, solo respondía las preguntas de ella, pero se formaban más en el interior de Alice, casi a modo de queja, como si fuera algo muy necesario tener esa charla con aquel hombre que antes fue su marido, padre de su hijo.Secó sus ojos y pasó una mano por su cabello, t