LAYLAMientras arrullaba con ternura a mi pequeño André entre mis brazos, Viktor llegó, parecía nervioso y molesto, caminaba de un lado a otro como león enjaulado y sin motivo aparente, tomándome por sorpresa, deslizó un hermoso anillo en mi dedo anular, con un diamante que brillaba en cuanto la luz pegaba contra su superficie.—¡Olga! —gritó con fuerza haciendo que el ama de llaves entrara a la habitación presurosa y asustada—. Busca al mejor organizador de bodas. Lo necesito de inmediato.—¡Sí, señor! —respondió la sirvienta antes de salir corriendo.—¿Organizador de bodas? —pregunté mientras veía el anillo en mi dedo. ¿Qué era lo que ocurría? —Tú ganas… —dijo apretando los dientes y acercándose a la puerta, dispuesto a salir—. Nos vamos a casar, como deseabas en un principio.Azotó la puerta, estaba furioso. ¿Qué le había hecho cambiar de parecer? Algo lo obligaba a esta situación, hilos invisibles manipulaban sus decisiones. Por lo poco que lo conocía, no tendría sentido pregunta
—¿Anastasia? ¿Eso es cierto? —preguntó uno de los inversionistas, el señor Novikov, a mi madre—. Solo te recuerdo que la empresa no te pertenece por completo. Desde que tu esposo murió, hay un consejo de inversores, el mismo que escogió a Viktor como CEO de la empresa. No puedes simplemente despedirlo o reemplazarlo sin nuestro consentimiento. —Tan inteligente como tu padre… —dijo mi madre, no como halago, más bien como reproche—. Vámonos...Tomó a Alexa del brazo, motivándola a retirarse y dejar de hacer el ridículo, pero esta no parecía estar dispuesta a dejar las cosas como estaban.—Si nada de esto te importa… —agregó sacudiendo los papeles en el aire y rompiéndolos—. Entonces no te importará desperdiciar una unión tan beneficiosa. Un negocio que claramente tu criada nunca te podrá ofrecer. Me sorprende para un hombre enfocado en el crecimiento de su empresa y siempre ganar. Veremos cuanto te dura tu capricho que no te dejará nada.—No todo se trata de negocios, Alexa —respondí c
Dejó que mis manos desnudaran su piel y que el mar se llevara su ropa. Pese al rechazo que intentaba mantener, siempre sucumbía ante mis caricias, su feminidad ardía en mis manos, y sus labios me arrancaban el alma.La tomé en el mar y sobre la arena, escuché sus gemidos mientras me apoderaba de su calor y perecía entre sus piernas, la hice gritar que era mía y jurar que me pertenecía, solo así mi corazón alcanzó la paz. Tal vez sus palabras fueran mentira, pero su cuerpo lo estaba jurando en cada embestida mientras nuestra sangre enloquecía en nuestras venas. Una vez en el cuarto, no la dejé dormir hasta que el sol salió por el horizonte. Era la primera vez que le dedicaba tanta atención a cada centímetro de la piel de una mujer.ۻLAYLAApenas pude dormir un poco cuando los labios de Viktor resbalando por mi espald
LAYLA—Tienes prohibido volver a acercarte a él… ¿entendiste? —dictó Viktor en cuanto quise socorrer al hombre en el suelo. Le había golpeado tan fuerte que parecía no tener fuerzas para levantarse—. ¡¿Entendiste?!Me quedé congelada ante la furia de sus ojos.—¿No escuchaste, estás sorda? —preguntó Olga tomándome por el brazo y alejándome—. Como su esposa, debes ser aún más obediente que antes. Desvíe mi mirada hacia el anillo, ¿eso significaba ser su mujer, volverme aún más abnegada y obediente?—Tranquila, no pasa nada… —contestó el hombre poniéndose de pie y limpiando con el dorso de su mano la sangre que escurría de sus labios. Me sentía culpable, si tan solo me hubiera presentado como debería, esto no hubiera ocurrido. Los ojos se me llenaron de lágrimas que se quedaron apresadas en mis largas pestañas. —Lo siento —susurré apenada y agaché la mirada.—Yo lo siento más… Creo que mi hermano no se merece a una mujer tan inocente y dulce. ¿En qué momento se te ocurrió lanzarte a l
VIKTORTroté queriendo alcanzarla, pero ella corría con tanta desesperación que solo me quedé a media calle viendo su silueta haciéndose cada vez más lejana.—¿Qué estás haciendo? ¡Hay que ir por ella! —exclamó mi hermano, frustrado al verme ahí parado.—Regresará…—¿Regresará? ¡¿De qué hablas?!—Después de tanto tiempo, ya conoce esta ciudad. No irá muy lejos. Además… No es capaz de dejar a André solo.—Qué triste, ¿no? Que el único motivo para volver sea el ni&nti
LAYLALa casa era enorme y sorprendentemente bella. No me podía creer que mi sueño se hubiera hecho realidad: escapar de mi cautiverio en casa de mi padre con un hombre bueno que me diera una vida de princesa. Pensar que me pude quedar con el viejo y feo Abbas me erizaba la piel. Entre más me emocionaba, más apretaba la mano de mi «esposo». ¡Qué emocionante era pronunciar esa palabra, aunque fuera en mi mente!No comprendía su semblante melancólico y abatido. ¿Mi ausencia lo había torturado tanto? Cuando estaba a punto de consolarlo, una jovencita con el uniforme de servidumbre se acercó a nosotros, tenía a un encantador niño en brazos. Al verlo supe que era mi bebé, mi hermoso André.—¡Mami! —exclamaba mientras se empujaba en los brazos de la mujer y estiraba sus manitas hacia mí.—Mi bebé… —dije con el corazón lleno de ternura y amor. Jamás podría olvidarme de él. En cuanto sintió mis brazos se acurrucó contra mi pecho, estaba tan feliz de verme que sus ojitos liberaron un par de l
—Parece que mi hijo no ha sido capaz de educar a su salvaje esposa, ni a todas sus sirvientas —dijo Anastasia con la boca torcida—. Olga, hazte cargo de esta mujer que no sabe tener la boca cerrada.En ese momento Olga sacó un delgado fuete que colgaba siempre de su cintura. Ahora entendía que lo usaba de la misma manera que mi padre lo usaba contra mí.—¡No! Es injusto —exclamé poniéndome entre Olga y Maggie—. No permitiré que le pegues solo por intentar defenderme.La mano de Olga se detuvo en el aire, no se atrevería a golpearme. De momento Maggie estaba a salvo.—Dame eso… A mí no me temblará la mano —dijo Anastasia llena de coraje.&
—¡¿Qué demonios estás haciendo?! —exclamó Viktor iracundo, saliendo de la mansión con sus ojos llameantes.—Yo solo quería… —Mikhail tartamudeó y tomó distancia de Viktor.Solté la planta, dejando que la maceta en la que venía se hiciera pedazos. El dolor en mi cabeza era profundo e insoportable. La presioné con ambas manos, queriendo exprimirla y sacar mi agonía, pero la molestia no cedía. Comencé a llorar desconsolada, los sollozos salían de mi boca sin que pudiera contenerlos.De rodillas ante el grosellero, lo tomé con fuerza por el tallo y lo partí por la mitad mientras todos mis recuerdos regresaban y me ahogaba entre humillaciones y gritos. Des