Nadia cepillaba mi cabello, dándome tirones adrede para hacerme molestar, aun así, no hice ni un solo gesto, no estaba dispuesta a dejar que me viera alterada por su culpa.
―Siempre lo odié… ―dijo con asco viendo mi reflejo en el espejo―. Ese maldito parecido que tienes con tu madre.
―¿Por eso me tratas así?
Su mirada se volvi&oacut
VIKTOR―¿Es en serio? ¿Cayó a un río desde un mirador? ¿Choque automovilístico? ¿Historial de pérdida de memoria? ¿Qué ocurre con esta chica? ¿La vida la odia? ―preguntó Sofía alterada después de ver el expediente entre sus manos―. ¿Por qué no la llevaron con un doctor en Dubái? ¡Fue negligente transportarla por tanto tiempo en esas condiciones!―No tenía muchas opciones, doc. ―Mientras escuchaba sus reclamos, veía a mi hermosa Layla en esa cama de hospital, con una mascarilla de oxígeno y rodeada de monitores que me anunciaban que aún estaba viva.―¡¿Qué es lo que falta?! ¿Qué caiga en coma? ¡¿Un maldito trombo pulmonar?! ―Sofía manoteaba al aire y buscaba respuestas en el médico residente―. Santo Dios, es un milagro que e
No tenía el valor de enfrentarme a Layla, así que durante toda la mañana me la pase evitándola. Maggie era su mejor compañía y ella era quien me decía su estado de ánimo.―Tarde o temprano tendrá que enfrentarla, señor ―dijo Maggie en un susurro, temerosa de que la reprendiera por meterse en lo que no le importaba.―La enfrentaré cuando tenga a los niños de vuelta ―respondí sin siquiera voltear a verla―. Ahora ve a cuidar de ella, distráela.En cuanto la sirvienta abandonó mi habitación, la doctora Sofía comenzó a sacar sus aparatos de tortura. ―Sé que no me has pedido mi opinión, pero una madre sin sus hijos sufre demasiado, y si le niegas la información que tienes, ella va a enloquecer. Te lo digo por experiencia.Tenía razón, pero no quería herir más a Layla, no quería verl
Mina abrió la puerta para mí y entramos juntas. Ella se acercó a uno de los guardias de seguridad con más confianza de lo que yo hubiera hecho―. ¿Puedes llevar a esta encantadora señorita con el CEO? Necesita urgentemente hablar con él. Dile que yo la envío.―¿Conoces al dueño de la empresa? ―pregunté desconcertada.―A veces, no tanto como quisiera ―reflexionó―. Ahora que lo pienso, es muy raro.―¿Es… tu novio?―¡¿Qué?! ¡No! ―exclamó horrorizada y después comenzó a reír―. Ni de chiste. Eso no es legal, además, no cualquiera lo soporta.―Por aquí ―indicó el guardia señalándome el camino.Mi cabeza le daba vueltas a las palabras de Mina, mientras esta se despedía de mí, agitando su mano en el aire con alegría. Seguí al h
La emoción del momento me había hecho descuidada con las palabras. Cerré los ojos arrepentida por haber abierto mi corazón y regresé la atención hacia mi ventana. ―No deberías de hablar así… ¿Qué harás si Sofía te escucha?―¿Sofía? ―preguntó desconcertado.―Sí, la doctora Duran ―agregué en un susurro―. Parecen muy felices cuando están juntos.―¿Qué? ¿De qué estás hablando, Layla?―¡No necesito ser muy inteligente para saber que…! ―Me sentía tan estúpida hablando de eso con él.―¿Qué…?Por suerte el auto había llegado a nuestro destino y no tardé en abrir la puerta y huir de esa plática tan incómoda. No quería que se burlara de mí una vez más. Ca
―Solo aceptaré guiar a una sola persona hacia esos niños… Quiero que su hermana, esa mujer arrogante, venga a Dubái. La veré en el aeropuerto y la llevaré al orfanato ―indicó Zayn con frialdad.―¿Mi hermana? ―fruncí el ceño―. ¿Por qué ella?―¿Por qué no? No pienso hacerle nada malo. Solo no quiero tener que tratar con usted o cualquiera de su personal. Creí que la señorita Mina sería la indicada para tal situación. Ese es el trato… ¿lo toma o lo deja?―No irá sola…―Si veo que al salir del aeropuerto esa mujer trae seguridad o algún acompañante indeseado, me retiraré de ahí sin cruzar una palabra. Así de sencillo. ¿Quieres saber dónde están tus hijos? Espero a tu hermana a medio día en el aeropuerto. Tómalo o d&
―¿Qué ocurre? ―preguntó Zayn con el ceño fruncido―. ¿Cómo? ¿Quién te lo dijo?De pronto su mirada se posó en mí y lo único que pude hacer fue esconder a André detrás de mis faldas, temerosa de perderlo de nuevo.―¿En Rusia? ¿Por qué no me sorprende? Bien… Voy para allá ―dijo antes de colgar―. Gracias por su tiempo, director. Nos vamos.―¡¿Qué?! ¡No me iré sin Azhar! ―Pese a mis gritos, no pude evitar que Zayn me tomara por el brazo y me arrastrara hasta afuera del orfanato, con el pequeño André pegado a mí.―Muy inteligentes… ―dijo el príncipe iracundo―. ¿Cuánto tiempo planeaban vernos la cara?―¿De qué estás hablando?―Layla, está en Rusia con el imbécil de tu hermano. Fue
―¡Viktor! ¡Qué gusto me da recibirte! Hacía mucho que no nos visitabas ―dijo Mikhail con una enorme sonrisa, disfrutando tener el control. Sabía que tenía su pie en mi cuello y no me mostraría altanero o grosero mientras mi hija estuviera en sus manos―. Layla… es bueno verte de nuevo. Su tono cambió, con ella se mostraba piadoso y parecía comprensivo. ―Mikhail… Sabes por qué estamos aquí ―dijo Layla acercándose dócil, causando estragos en mi hermano que parecía compartir su tristeza―. Regrésame a mi bebé, por favor. ―Layla… ―Tuvo que desviar la mirada para no sucumbir ante la dulzura mezclada con agonía que derrochaba mi hermosa mujer―. Lo siento, pero… no sé de qué hablas. Guardé silencio, pues era consciente de que mi hermano tenía un corazón muy débil y la forma en la que la actitud de Layla comenzaba a dominarlo, era más que suficiente. Mikhail no necesitaba de fuerza bruta y opresión. Era terco como una mula, pero dócil cuando lograbas endulzar su oído. ―Sabes de lo que habl
―¿Estás de acuerdo en que Mikhail se quede con mi hija solo para satisfacer a ese hombre y no perder el dinero que les dará? Creí que estabas en contra de esa cultura, que odiabas a cualquiera que no tuviera nuestro tono de piel, pero a este hombre lo dejas definir el futuro de la empresa ―dije sorprendido e iracundo. Claramente mi madre podía ignorar cualquier diferencia cultural si había una cantidad considerable de dinero en la mesa.―¡Viktor! Entiende… No me gusta esto, pero si no lo permito, la empresa se irá a la ruina. Tú mismo absorbiste a muchos inversionistas. No podemos darnos el lujo de seguir perdiendo… ―Caminó hasta la ventana y al asomarse, sonrió. Estaba seguro de que veía el auto y dentro de este a Layla, quien había preferido esperarme, y no la juzgaba. Después de lo ocurrido el