―¡¿Qué?! ¿Me está negando a mi mujer? ―Algo me decía que las intenciones de Ghazi iban más allá de un acto de caridad, pero, aunque Layla fuera su hija, ella era mi esposa y la necesitaba a mi lado. ―Próximamente dejará de serlo… ―Me ofreció unos papeles que cargaba con recelo. Era el acta de divorcio. Tenía todo listo para alejar a Layla de mí. ―No pienso firmar esto… ―siseé lleno de coraje y miedo. No quería perderla. ―Lo hará como un acto de amor hacia ella. ¿Piensa atarla a un hombre en su situación? Ella aún es muy joven y tiene una vida por delante… Si en verdad la ama, la dejará libre. ―Me vio con lástima, haciéndome sentir aún más miserable―. Además, entiendo que está pasando por dificultades con la empresa de su familia. Su hermano le quitó su puesto y sus hijos están en las garras de su madr
―¿Un hombre arrepentido no merece ser perdonado? Viktor aceptó estar equivocado y se esforzó por recuperarme. No porque me necesitara, sino por amor. ―Estaba dispuesta a defenderlo―. Él cambió por mí. ―Mi pequeña florecita, la gente no cambia si no tienen una buena motivación para hacerlo… y, aun así, suelen recaer. ―Mi padre intentó alcanzar mi mejilla, pero yo retrocedí.―Tengo que regresar con mi esposo, mi lugar está a su lado y sé que él no se detendrá hasta encontrarme, lo hizo una vez, lo hará otra vez…―¿Eso es lo que crees? ―preguntó mi padre dedicándome una mirada que me hacía sentir ingenua y tonta. Me extendió unos papeles que tomé con cuidado. Conforme los comencé a leer, sentí que mi alma abandonaba mi cuerpo―. Durante mi viaje aproveché para pasarlo a ver. Creí que, de encontrarse mejor, podría traerlo para acá, como una clase de sorpresa para ti, pero… ―No… Viktor no… No… ―No pude terminar de hablar cuando un sollozo me interrumpió.―Él no quiere saber nada de ti. Al
―Bien, vayamos al grano. ―El príncipe se acercó y me tomó por el mentón para poder verme mejor―. Cuando tus padres se casaron, tú ya estabas destinada a ser mía. La primera hija mujer de Sheik sería mi esposa. Ese era el acuerdo.»No voy a negar que me incomoda saber que alguien más ya tuvo a mi mujer. Tu padre tendría que compensar esa falla, llevo años esperando por ti y enterarme de esto arruina todo. ―Poco a poco Zayn empezaba a perder la templanza y volteó hacia mi padre, molesto―. Lo correcto sería que nos pagaras los daños que tu descuido ha traído a mi familia, Sheik. Ni siquiera debería de ser una opción insistir con tener a tu hija.―Entiendo que fue mi error y no pienso obligar a mi hija, ni a usted, su alteza, a un matrimonio que no fue respetado desde el principio ―contestó mi padre agachado el rostro.Eso no me lo
Maggie nos llevó hasta el recibidor de la casa, donde el calor de la chimenea nos acogió. Mi sonrisa era tan grande que incluso el príncipe parecía sorprendido.Al poco rato que Maggie desapareció de nuestra vista, escuché el rechinido de las llantas de la silla de ruedas acercándose, y mi corazón se alteró. Quería gritar de emoción. Las puertas se abrieron y me encontré con Viktor siendo empujado por su hermana.―¡Mi amor! ―exclamé emocionada y avancé hacia él con los brazos abiertos, pero su respuesta me dejaría congelada.Extendió su mano, usándola como barrera para que no me acercara más. ¿Qué estaba ocurriendo? Incluso Mina parecía sorprendida de la reacción de su hermano. ―Espero que tu presencia aquí sea para entregarme el acta de divorcio ya firmada.To
Abandonar Rusia fue doloroso, Moscú era una ciudad llena de recuerdos, tanto buenos como malos. Pensar que no volvería a ver a Viktor me causaba estragos. Tenía miedo de que el dolor que palpitaba en mi pecho nunca se fuera a quitar, pero de algo estaba segura, mi corazón se había quedado con él, en ese beso frío. Había perdido mi hogar y ahora era como una vagabunda, sin un lugar donde sentirme bien y protegida.Todo el camino de regresó fui en silencio, y aprecié que Zayn respetara mi situación. Al llegar a casa, mi padre salió a recibirme con los brazos abiertos, mi semblante le explicó lo que había ocurrido y su rostro se volvió una mueca de lástima. Me abrazó de manera protectora, pero no tenía las fuerzas para responder a su abrazo. ―¿Qué hace tu madre aquí? ―preguntó Layla viendo a Anastasia bajar del auto.Mi madre parecía la estrella del «show». Pese al cielo nublado, sus ojos estaban cubiertos por sus gafas negras que escondían medio rostro, además, su ropa era elegante y perfecta. ―¡Anda! ¡Ya bájate! ―exclamó rebuscando en el interior del auto y metiendo su mano para bajar con un tirón a André, que parecía renuente a seguir sus órdenes.Mi pequeño se veía como un ratón temeroso, agachando su mirada dolida. Todo indicaba que le tenía miedo a mi madre. Del otro lado del auto bajó una de las sirvientas, meciendo con brusquedad a la pequeña Azhar que no dejaba de llorar.Mi corCapítulo 44: El amor de una madre
―No, hubo un error en la solicitud ―dijo Zayn entrando con la frente en alto y sonrisa socarrona―. Mi prometida desea la custodia completa de los niños. Ellos vivirán con nosotros en Dubái, puedo prometerle que tendrán una buena vida.―¡No pueden llevarse a esos niños! ¡Yo soy la más apta para cuidarlos! ―insistió Anastasia desesperada. No comprendía su ansiedad por tenerlos con ella, si era claro que no los soportaba.―Señor Viktor Volkov, ¿tiene alguna queja contra la petición de su exesposa? ―preguntó la jueza ignorando los lloriqueos de Anastasia―. Usted es el único que podría oponerse a sus exigencias.Toda la atención de la sala recayó en Viktor, que se había mant
LAYLA Ver a mis bebés jugando en los jardines me llenó el pecho de calma. Aunque André se había llevado la peor parte de la experiencia con la abuela, aún reía y se esmeraba en sacarle una sonrisa a su pequeña hermana. Mi niño tan valiente y de buen corazón. Le había pedido a Zayn que adjudicara la muerte de Max a Alexa, eso alejaría los reflectores de mi padre, quien fue el que dio la orden de deshacerse de ese monstruo de cabello rojo. Aunque lo del cambio de juez durante el juicio era algo que también tenía que agradecerle. ―Si no hubieras intervenido en el juicio, no tendría a mis pequeños conmigo ―dije con el corazón en la mano, pero sin el valor de voltear hacia él. No quería romper a llorar. Necesitaba mostrarme fuerte. Ya no quería ser la chica que solo se lamentaba por los rincones―. Gracias también por cambiar al juez. Era obvio que estaba jugando del lado de Anastasia. Si no lo hubieras hecho, mis niños estarían aún en las garras de esa arpía.Aunque no veía su rostro, s