AlecHe dicho muchas veces que Madison es mi ángel de la guarda, pero esto ya se volvió un sentido demasiado literal.No sé cuántas veces me ha salvado la vida, metafórica y literalmente. Esta debe ser de todas, la más grande hazaña que ha hecho por mí.Tenemos varias horas caminando; o debería decir, ella tiene varias horas andando conmigo a su espalda; en medio de los árboles, sin dar con ningún tipo de civilización o algo que nos saque de aquí.La noche ya ha caído y en realidad casi no se ve nada.—Madison, deberías detenerte. No vamos a conseguir salir de aquí con esta oscuridad, podríamos estar adentrándonos más en el bosque.Ella no me dice nada, pero se detiene. Me pone con cuidado en el suelo y una vez que me deja ahí, se arrodilla en la tierra.»¿Estás bien?No dice nada y comienzo a preocuparme, de la nada, se desploma hacia atrás, su cuerpo va a dar justo entre mis piernas, así que evito que se golpee la cabeza, sujetándola con mis manos.Las gotas de sudor le recorren la
MadisonYa sabía que la mujer de Alec quería deshacerse de él, pero, ¿armar un velorio apenas veinticuatro horas después de desaparecer? Es obvio que está desesperada por darlo por muerto. Lastima para ella que sus planes no salieron como esperaba.Ver su cara de sorpresa al vernos llegar sanos y salvos es digna de enmarcar en un recuadro. Quiero sonreír de satisfacción, pero me contengo porque no sería lo más apropiado en este momento.Alec por el contrario no parece tan contento con todo esto. De hecho, está furioso.—¡Alec! ¡Estás vivo!—Sí, por supuesto que estoy vivo. ¿Qué significa esto? ¿Por qué han preparado mi funeral? —pregunta con un tono exigente.—Esto no ha sido obra mía —se excusa el abuelo—, yo estoy gestionando los equipos de búsqueda con la policía. Ha sido tu mujercita la que declaró que has muerto.Alec voltea a mirar a Jennifer con un gran signo de interrogación tatuado en la frente.—¿Qué significa esto Jennifer?La gente invitada sigue en estado de shock al ver
AlecUna semana después de aquel incidente en el cumpleaños de mi abuelo, las cosas ya han vuelto a la normalidad.Debo decir que me molestó muchísimo la reacción de Jennifer ante todo eso. Que me diera por muerto tan a la ligera sí que hizo despertar alguna sospecha en mí, pero luego de darme sus argumentos del por qué hizo lo que hizo, prefiero creer que de verdad pensó lo peor porque esa es su reacción ante el miedo de perderme.Cuando tuve el accidente con el auto y el perro, ella hizo algo parecido. Planeaba desconectarme si es que yo no lograba despertar. Aunque claro, en ese entonces el caso fue distinto, porque yo expresamente le dije que esos eran mis deseos.Decidí no darle más vueltas al asunto y dejarlo así con ella. Sin embargo, no perdí tiempo para instaurar la demanda contra la compañía.A penas se enteraron de mi acusación, los abogados de la fábrica de sillas de ruedas quisieron llegar a una conciliación conmigo, pero me negué. Voy a seguir adelante con todo lo que te
MadisonEl tiempo se detiene por un breve instante. Ese en el que Alec junta sus labios con los míos y me besa con suavidad y ternura. Mi corazón se paraliza también, pasan cientos de cosas dentro de mí que ni siquiera soy capaz de describirlas todas.No voy a mentir, me gusta lo que estoy sintiendo. Sus labios se acompasan a los míos como si fuesen un engranaje perfecto, como si él y yo estuviésemos destinados a tener este momento desde siempre. Nunca había sentido algo así con nadie, ni siquiera con el padre de mi hijo.La calidez de su aliento me produce un cosquilleo en el cuerpo, todo de él es perfecto, su aroma, su sabor. Mi pulso va muy rápido, y solo por ese breve instante, me permito disfrutar de algo que en el fondo he deseado desde hace mucho tiempo.Alec abre mi boca levemente y afianza su beso, pasando una mano por mi mejilla. La caricia de sus dedos solo provoca que quiera quedarme ahí para siempre, hasta que la voz de mi conciencia, esa que estoy intentando sepultar al
AlecDespertar en la mañana con una carta de Madison no es lo que esperaba. Para ser sincero, no sé que era lo que pretendía luego de haberle confesado mis sentimientos. Es evidente que ella tiene mucha más moral y decencia que yo.Juro que traté de resistirlo, pero ya no pude más, necesitaba hacerlo. Lo que no pensé nunca fue que ella me dijese todas esas cosas en contra de Jennifer. No sé qué creer, para ser honesto conmigo mismo, tengo que admitir que Jennifer ha tenido actitudes demasiado extrañas, pero eso de querer provocar que yo le sea infiel para usar a su favor la cláusula del convenio de divorcio, es una locura, algo demasiado rebuscado.Jennifer nunca ha estado interesada en mi dinero, ¿o sí?He estado seguro desde el momento en que la conocí, que ella y Mason han sido de las pocas personas que están a mi lado por verdadero cariño y no un interés monetario o de poder. Incluso Jennifer no supo quién era yo hasta que tuvimos seis meses de relación.Cuando me atreví a decirle
MadisonSi alguien me hubiera dicho que vería a Liam sentado a la mesa conversando con mi padre y cargando a Caleb en las piernas al volver, probablemente me habría reído en su cara. Es que ¿cómo es posible que todo el jodido universo se alinee para cagarme la existencia? ¿Qué clase de juego macabro está jugando el destino conmigo?El mismo día que decido renunciar, esa misma noche, encuentro a mi prometido esperándome con una sonrisa. Aunque claro, sé que yo también lo he sorprendido a él con mi llegada. Ninguno me esperaba a altas horas de la noche con maletas en mano.Nos quedamos mirando estupefactos antes de que Caleb y mi padre reaccionen.—¡Mami! —grita mi hijo. Salta de las piernas de Liam y corre a abrazarme.Lo veo ponerse de pie, pero para ser sincera, siento que estoy viendo mi vida desde fuera de mi cuerpo. Es que no puedo creer que esté aquí. Mi corazón va acelerado, casi me siento como si de alguna forma él supiera lo que he hecho, como si estuviera aquí para reclamarme
AlecMi abuelo tiene la respiración agitada y los ojos desorbitados. Mientras yo trato de leer el artículo sin que mi pulso se acelere a doscientos.“La recientemente descubierta infidelidad era un secreto hasta el día de hoy, donde nuestros informantes anónimos nos han traído la primicia en exclusiva para el periódico «El Texano». Se sabe poco sobre este romance prohibido, lo que sí sabemos es que ha sido bajo las narices de la propia esposa de Alec Fairchild, porque no olvidemos, que lleva cinco años casado con la señora Jennifer Martin, una mujer simple, hermosa y dedicada a su esposo.No podemos emitir juicios sobre esto, sin embargo, esto no es algo que se le debería hacer a una mujer respetable como ella. La identidad de la enfermera no es un secreto para nosotros. Se llama Madison Jones, y es una madre soltera del campo, vive en Blanco y tiene un hijo de seis años. Tiene veinticuatro años, y no nos sorprendería que esté tras la jugosa fortuna del CEO Fairchild, la cual ostenta
MadisonCuando escucho las ruedas de un auto afuera de la casa, siento que mi corazón se paraliza. Juraría que estoy sufriendo un paro cardiaco, de no ser porque eso es muy poco probable. No he salido a ver de quién se trata, pero no necesito hacerlo para saber que es él.—¿Quién será? —se pregunta Liam, que de inmediato se pone de pie para asomarse.Ya había ido a buscar a Caleb al colegio, así que como es lógico, no pierde la oportunidad para salir también a curiosear.Mi padre me mira de reojo con el semblante serio. Él sí que se ha dado cuenta de mi creciente pánico.—Liam, espera —le digo, pero él ya está abriendo la puerta.Caleb sale primero, luego él, así que no me queda más remedio que salir detrás de ellos.Aunque la gran espalda de Liam me cubre un poco, puedo ver parte de la camioneta. Es él, es Alec Fairchild en persona. Seguramente ha venido a buscarme, a convencerme de que no renuncie.«Por favor, por favor, vete» digo en mi mente.No sé cómo lo hizo, de alguna forma ha