Ekatherine: Habíamos hablado por un largo tiempo, él seguía siendo el mismo, no podía evitar que mi corazón se acelerara cada que lo veía sonreír o reír, se veía incluso más guapo que antes. Lilia había salido por té y galletas, había sostenido sus manos en todo momento, sentía que todo era un sueño y que terminaría por desvanecerse. - Debo irme, mi madre se preocupará ‒asiento, me pongo de pie y lo acompaño a la salida, lo había abrazado con fuerza antes de verlo marchar, justo en ese momento se me ocurrió que le regalaría a Gallego. - Adelante ‒me había ido a mi habitación, leía o al menos, eso intentaba, no podía olvidar todo lo sucedido, cada evento se reproducía en mi cabeza en cámara lenta. - Su alteza, el Duque ha vuelto ‒doy un respingo ante eso, dejo el libro a un lado y me apresuro fuera de la habitación, bajo las escaleras lo más rápido que me es posible cuidando no caerme, me detengo al verlo en la entrada, suspiro de alivio, él me sonríe y no puedo evitar sonreírle de
Ekatherine:El día siguiente había sido igual, nobles yendo y viniendo a dar sus condolencias, incluso el rey había venido, era medio hermano de la Archiduquesa, pero por lo que sabía y entendía, se llevaban muy bien.- Su alteza –me llama suave Lilia, ella se había vuelto parte de mis personas de confianza tras lo de Edrick–, el caballero de la otra vez esta aquí –me tenso al instante.- ¿Dónde está? –susurro igual de bajo.- En las caballerizas, me ha informado el mozo de cuadra –asiento y la despacho con un movimiento leve de cabeza.- Si me disculpan señores, me siento algo indispuesta y quisiera retirarme –digo bajo, como si me apenase este asunto.- ¿Quieres qué te acompañe? –dice él preocupado, me sentía mal de no decirle, pero no era el momento.- No querido, tranquilo, me siento cansada de un tiempo para acá, sólo necesito descansar un poco –aprieto suave su mano–, además, tengo a Emma para cuidarme, así que tranquilo –él asiente de mala gana. Me pongo de pie y tras hacer un
Ambrose: Me había sentido de verdad horrible ver las marcas de mis manos en sus brazos y rostro, estaba seguro que sabría como ocultarlas pero no le restaba peso, también me había sentido mal por hacerla mía sin tener en consideración su estado, y menos me había detenido porque no opuso resistencia. - ¿Cómo está la Duquesa? ‒le había pedido a Emma me notificara en cuanto ella se despertara, era pasado el mediodía. - Bien, se está bañando y le han dejado el desayuno, me ha preguntado por usted, ¿desea que le diga que esta ocupado? ‒niego, de cualquier modo debía verla, no podía ocultarme para siempre‒. Permiso ‒hace una reverencia antes de salir, caminaba de un lado a otro como león enjaulado, debía hacerme cargo de mis actos, además debíamos tratar el tema de la mudanza. - Adelante ‒había dado un salto, intento calmarme tras regañarme de manera mental. - Su alteza ‒dice Lilibeth nada más entrar, me giro a verla, las marcas en su rostro no estaban, las de los brazos estaban cubier
Ekatherine: La verdad es que debía agradecerle mucho a la Duquesa de Mark, ella había hecho la mayoría de la organización, se encargo de repartir las invitaciones, la comida, la decoración y todo lo referente, me había dicho como hizo cada cosa ya que la siguiente fiesta la haría por mi cuenta, aprovecharía para presentarme a la alta sociedad y así me sería más fácil la siguiente ocasión. - Temo arruinar algo –me había vestido con la última moda, aún así no dejaba de caminar de un lado a otro en la habitación, Ambrose me abraza suave. - Lo harás perfecto, nadie se atreverá a hacer ni decirte nada, ahora eres la Archiduquesa de Caltes, la Gran Duquesa Kareline –susurra suave mientras masajea suave mi cuello, todo él tenía un efecto calmante en mí–. Vamos –susurra suave en mi oído, suspiro haciendo una mueca de disgusto por la separación, asiento de mala gana y envuelvo mi brazo en el suyo, salimos rumbo al gran salón, este tenía el doble o triple de tamaño que el otro, por lo tanto,
Ekatherine:Sin duda alguna, sabía que en cualquier momento se rompería la burbuja de paz y tranquilidad que había conseguido, por fin podía estar rodeada de damas distinguidas que no me despreciaban e incluso, que me advertían, pero claro, como en todos los lugares siempre he de encontrar alguien que este en mi contra, y en este mundo, era la Baronesa Rowan, ni siquiera tenía el placer de conocer a esa dama cuando ya estaba dentro de una guerra, estaba segura que me consideraba inferior que su hija, cuando en realidad, y sin sonar petulante ni mucho menos; era superior, mi madre provenía de un linaje noble, la única piedra en el camino de los Kingston había sido mi padre, pero al tener mucho dinero, eso poco había importado.Ahora, yo era la heredera de mi padre, tenía en mi vientre al futuro Duque o Duquesa de Ainsworth y contra eso, nada podía hacer la mujer.- Su alteza –la mujer se acerca y le hace una reverencia a mi esposo, detrás de ella viene una chica joven, quizás de mi eda
Ambrose:Había dejado a los Duques de Mark encargarse del resto de la noche, unos minutos antes de que terminaran me fui, en cuanto me metía a la cama ella se pegó a mí, no pude evitar sonreír, seguro me estaba esperando. La abrazo y pronto me quedo dormido.- Lo siento su alteza –el ruido de algo cayendo me despertó, al abrir los ojos puedo ver a una empleada de aquí intentar levantar un vasija de metal.- Esta bien, dile a Emma que venga –la pobre muchacha asiente y sale.- Buenos días –digo suave poniéndome de pie, me acerco a la vasija que tiene agua para lavarme el rostro.- Buenos días, ¿te divertiste anoche? –me extiende una pequeña toalla, ella ya estaba vestida y lista para enfrentar el mundo.- La verdad no, primero la señorita Rowan se acercó para invitarme a bailar, la rechace de manera cortés y me fui al balcón, ahí llegó alguien que no pensé volver a ver en mucho, mucho tiempo –ella me veía atenta.- Adelante –dice cuando llaman a la puerta, aprovecho para buscar mi ropa
Ekatherine:Había estado dándole pensando en lo mismo una y otra vez desde que le envíe a Edrick aquella carta dónde lo citaba aquí, en la mansión de los Kingston; estaba nerviosa y por demás preocupada, el tiempo se iba demasiado rápido para mi gusto, así que cuando la tarde del día siguiente llegó, me sentí tensa y alterada, y no era para menos, iba a decirle a mi primer amor que necesitaba se casara con mi hermana porque quizás moriría, no es algo en lo que me gustará pensar pero era así.- Su Alteza, ha llegado la visita que esperaba –casi había dado un salto por la noticia, llevo la mano a mi acelerado corazón y asiento.- Dile que pase, lo estaré esperando en la sala privada de mi madre –Emma asiente y sale, cuando me fui de Caltes, Ambrose había insistido en que ella me acompañara, él no podía ir en ese momento por el cambio y sus nuevas obligaciones, así que había aceptado.Me pongo de pie y tras respirar varias veces salgo de mi vieja habitación hacia esa sala, respiro profun
Ekatherine:No me había detenido a pensar en nada, en como me sentía o lo que pasaría, me había concentrado en hacer los preparativos de la boda, sería en una semana y se llevaría a cabo en Caltes, vendrían muchas personas a petición de mi suegra, la hermana de la Archiduquesa no podría tener menos que eso.Todos iban de un lado para otro limpiando y arreglando el enorme salón, por mi parte la ayudaba con el vestido de novia, la modista estaba haciendo un maravilloso trabajo en tiempo récord, aunque tenía mucha ventaja ya que mi hermana quería usar el vestido de nuestra madre, con algunos arreglos, así que no tardaría mucho.- ¿Estás segura? –la miro con atención, hablábamos sobre que quería hacer ese día, entrar en una silla de ruedas o esperar al novio sentada frente al altar.- Es la única vez que me casaré, no quiero que todos me recuerden así, ese día caminaré del brazo de papá –me sonríe apretando suave mi mano.- Esta bien, se hará como quieras, pero no te esfuerces demasiado,