—El señor Alexander dió permiso para comenzar con las decoraciones, a Luna le fascina la navidad y si a la niña le hace feliz él estará de acuerdo. —Dijo Betany con una gran sonrisa. —¿Escuchaste eso? —preguntaba Lilly a Noa, la castaña guardó silencio pues la morena parecía estar en otro mundo, uno donde ignoraba a todos a su alrededor—. Noa ¿Estás ahí? En vista de respuestas Lilly movió a Noa tomándole del brazo. —¡¿Qué ocurre?! —prorrumpió la morena saliendo abruptamente de sus pensamientos. —Estoy hablando mujer y tú simplemente pareces estar metida en otra galaxia. —¿Qué pasa Noa? —cuestionó Betany preocupada por la actitud de la muchacha, en lo personal en lo que tenía de conocer a esa chica siempre era alegre y ruidosa, pero últimamente aquella energía ya no era una de sus características. —No es nada —dijo levantándose del comedor, ya había terminado de cenar—, chicas nos vemos el lunes a primera hora tengan lindo día. Salió del comedor por la puerta de servicio a la sal
Logró escabullirse a un área del club restringida para los clientes, se quedó escondido tras una pared no debía cometer errores y abrir la puerta equivocada. La vió entrar ya sabía dónde estaba. Rapido siguió a la bailarina a lo que supuso era su vestidor. Al entrar se topo con ella frente a frente, se sorprendió al no verla sorprendida, al contrario Azul sonrió con coquetería en cuanto lo vio. —Eres un chico malo —dijo ella con voz traviesa—, pero como me agradas no dije nada y te dejé seguirme. —Dijo la morena acercándose a Alexander tocando su mentón con la punta de su dedo. —¿Agradar? —musitó Alexander confuso tomando con delicadeza el dedo que Azul tenía en su barbilla. Ella asintio como respuesta —aquí no vienen los clientes galan. Hizo a un lado al rubio caminó hasta el tocador, debía mantenerse serena y disfrazar un poco su voz para no ser descubierta, por fuera seguía el juego pero en su fuero interno temblaba asustada ante el pánico de ser descubierta por Alexander —¿
Quería dormir un poco más era domingo no trabajaría hoy pero necesitaba dormir un rato, abrazó un panda de felpa que desde que era niña le acompañaba; recordaba lo sucedido la noche anterior, inconsciente acarició sus labios con la yema de sus dedos recordando como se sintió su tacto sus labios eran suaves y calidos. Suspiró abrazando con más fuerza al peluche apegandolo más a su pecho —¡Estás enamorada como estúpida! —se reprendió—, Noa no puedes ser tan idiota y enamorarte de ese tipo. —Se incorporó sentandose en posición de indú con sus piernas cruzadas. —Tienes aún la oportunidad de renunciar. Hundió su cara en el oso de peluche ahogando un grito de frustración, las imágenes de lo acontecido en la noche anterior simplemente no salía de su cabeza. ———Escuchó unos pasos, miraba con cautela retrocediendo unos pasos, siguió caminando ignorando al posible acosador. Ella entraba al camerino, usualmente se habría quitado su antifaz y retirado el resto del maquillaje, pero prefirió
Olvidó el amargo momento que esa mujer le hizo pasar al ver a Luna jugar con los primeros copos de nieve. —¡Noa cuando haya más nieve haré muñecos de nieve como Olaf! —dijo la chiquilla atrapando los copos con sus manos. —De seguro te quedará muy bonito pequeña. —Dijo Noa mirando a Luna jugar. La niña corrió al ver a su padre, era la única persona a la que Luna permitía que la cargará. Alexander tomó a la niña en sus brazos —¿Cómo te fue en la escuela pequeña? —habló el rubio a su hija. —Bien hoy escribí mi carta a Santa. —¿Y qué pediste? —cuestionó Alexander interesado en lo que su hija quería para navidad-, será un secreto. -susurró al oído de la niña. —Si no se lo cuentas a tu padre, se lo puedes decir a tu tío Frans pequeña Luna. —Dijo el castaño guiñando un ojo a la pequeña. —Hola señor Alexander, hola a usted también señor Francisco. -Saludó Noa acercándose al par de hombres con la niña en brazos. —Hola Noa —saludó el rubio a la niñera—, ¿Usted sabe que pidió Luna, a San
Era tarde Francisco se había ido ya hace un par de horas el estudio estaba a oscuras, solo era iluminado por la tenue luz de luna que se colaba en la ventana. Recordó las palabras de Frans, ciertamente Noa era una chica bonita, tenía ojos y él sabía reconocer la belleza de la niñera sin así no veía similitud en ambas mujeres. —Alexander deja de pensar en idioteces, ya pareces Frans. —Se levantó ya era más de media noche debía irse a dormir ya era tarde y debía descansar. Salió de la oficina, su andar era pausado por el cansancio, sintió remordimiento había terminado tarde de trabajar y por eso no fue a leerle a Luna como hacía cada noche, tampoco le dió su beso de buenas noches a la pequeña dió vuelta sobre sus pasos quería ver a su pequeña antes de irse a dormir y quizás la niña estaría despierta. Giró de espacio la perilla de la puerta fue cauteloso en absoluto, no quería interrumpir el descanso de la pequeña aunque a esa hora seguramente su sueño era profundo a causa de las
—No deberías irte, no hiciste nada malo —dijo la mucama sacando ropa de la maleta—, quédate no es tu culpa. —Repitió Lilly molesta. Volvió a meter la blusa a la maleta para luego cerrarla y así impedir que Lilly siguiera sacando sus cosas, bajó la maleta de la cama ya todo estaba listo para marcharse de ahí. —Gracias Lilly pero fue el señor Alexander quien me pidió irme. —¡Debiste explicar cómo pasaron las cosas realmente Noa! —exclamó la castaña irritada con la actitud decaída de su amiga y ahora desempleada. Suspiró cansada eso intentó, de verdad que quiso explicar cómo sucedieron las cosas realmente, pero Alexander no quiso escucharla y esa mujer llamada Neta estaba dispuesta a hacerle las cosas difíciles «ve el lado bueno de la situación Noa estás enamorandote de un hombre que jamás volvería a verte, cuando sepa lo que de verdad eres», con ese último pensamiento la morena tomó la pequeña maleta y una mochila para marcharse. Detuvo sus pasos volviendo con Lilly la castaña tení
Ir a ese lugar no era una elección para ella, simplemente no podía decir si o no, solo tenía que estar allí sin objeción alguna y bailar con una sonrisa que pareciera medianamente natural, Fabio decía que sus lindos colores d vian lucir perfectos. —¿Alguna vez tendrás el valor de enfrentar a Fabio? —se preguntó a si misma viendo su reflejo en el amplio espejo del baño. Escuchó que alguien tocaba, rápidamente tomó el antifaz se lo colocó para luego salir del sanitario y comenzar el show mientras más rápido empezaría más rápido acabaría y ese era su pequeño consuelo. —Aquí estoy. —Dijo acercándose al medio de la habitación. Takeru hizo una mueca al ver a la morena frente a él, para el japonés algo no andaba bien. —Quitate el antifaz. —Ordenó el pelinegro poniéndose de pie parándose frente a la bailarina. Azul retrocedió algunos pasos ante Takeru que llevó las manos a su rostro con intención de quitarle el antifaz.—No se si Fabrizio te puso al tanto guapo —dijo en el personaje d
—Quiero que me digas una cosa, ¿Alexander sabe quién eres? —interrogaba Takeru sirviendo un vaso de whisky. Negó como respuesta no era capaz de verlo a los ojos sentía todo desmoronarse a su paso, ya no trabajaba para Alexander aún así temia a su reacción, ya de por sí su mirada pesaba cuando esos ojos acusadores la miraron la hicieron sentir la peor persona de todas, toda una basura y si llegase a saber que su hija era cuidada por una bailarina exótica aquel alemán enfureceria. —No, no lo sabe. —Fué la respuesta de Noa. —Niñera de día y bailarina de un night club de noche, eres toda una caja de sorpresas. Takeru devoraba a la muchacha con la vista, la mujer era hermosa y él no era ciego para no notarlo, era irreal, tenerla y no poder tocarla era una m*****a tortura para el japonés. —No hace falta ser sarcástico —comentó Noa con fastidio poniendose de pie—, si no tiene nada más que agregar yo me retiro señor Shinomoto. Cuando la pelinegra iba a medio camino fue detenida por Tak