Olvidó el amargo momento que esa mujer le hizo pasar al ver a Luna jugar con los primeros copos de nieve. —¡Noa cuando haya más nieve haré muñecos de nieve como Olaf! —dijo la chiquilla atrapando los copos con sus manos. —De seguro te quedará muy bonito pequeña. —Dijo Noa mirando a Luna jugar. La niña corrió al ver a su padre, era la única persona a la que Luna permitía que la cargará. Alexander tomó a la niña en sus brazos —¿Cómo te fue en la escuela pequeña? —habló el rubio a su hija. —Bien hoy escribí mi carta a Santa. —¿Y qué pediste? —cuestionó Alexander interesado en lo que su hija quería para navidad-, será un secreto. -susurró al oído de la niña. —Si no se lo cuentas a tu padre, se lo puedes decir a tu tío Frans pequeña Luna. —Dijo el castaño guiñando un ojo a la pequeña. —Hola señor Alexander, hola a usted también señor Francisco. -Saludó Noa acercándose al par de hombres con la niña en brazos. —Hola Noa —saludó el rubio a la niñera—, ¿Usted sabe que pidió Luna, a San
Era tarde Francisco se había ido ya hace un par de horas el estudio estaba a oscuras, solo era iluminado por la tenue luz de luna que se colaba en la ventana. Recordó las palabras de Frans, ciertamente Noa era una chica bonita, tenía ojos y él sabía reconocer la belleza de la niñera sin así no veía similitud en ambas mujeres. —Alexander deja de pensar en idioteces, ya pareces Frans. —Se levantó ya era más de media noche debía irse a dormir ya era tarde y debía descansar. Salió de la oficina, su andar era pausado por el cansancio, sintió remordimiento había terminado tarde de trabajar y por eso no fue a leerle a Luna como hacía cada noche, tampoco le dió su beso de buenas noches a la pequeña dió vuelta sobre sus pasos quería ver a su pequeña antes de irse a dormir y quizás la niña estaría despierta. Giró de espacio la perilla de la puerta fue cauteloso en absoluto, no quería interrumpir el descanso de la pequeña aunque a esa hora seguramente su sueño era profundo a causa de las
—No deberías irte, no hiciste nada malo —dijo la mucama sacando ropa de la maleta—, quédate no es tu culpa. —Repitió Lilly molesta. Volvió a meter la blusa a la maleta para luego cerrarla y así impedir que Lilly siguiera sacando sus cosas, bajó la maleta de la cama ya todo estaba listo para marcharse de ahí. —Gracias Lilly pero fue el señor Alexander quien me pidió irme. —¡Debiste explicar cómo pasaron las cosas realmente Noa! —exclamó la castaña irritada con la actitud decaída de su amiga y ahora desempleada. Suspiró cansada eso intentó, de verdad que quiso explicar cómo sucedieron las cosas realmente, pero Alexander no quiso escucharla y esa mujer llamada Neta estaba dispuesta a hacerle las cosas difíciles «ve el lado bueno de la situación Noa estás enamorandote de un hombre que jamás volvería a verte, cuando sepa lo que de verdad eres», con ese último pensamiento la morena tomó la pequeña maleta y una mochila para marcharse. Detuvo sus pasos volviendo con Lilly la castaña tení
Ir a ese lugar no era una elección para ella, simplemente no podía decir si o no, solo tenía que estar allí sin objeción alguna y bailar con una sonrisa que pareciera medianamente natural, Fabio decía que sus lindos colores d vian lucir perfectos. —¿Alguna vez tendrás el valor de enfrentar a Fabio? —se preguntó a si misma viendo su reflejo en el amplio espejo del baño. Escuchó que alguien tocaba, rápidamente tomó el antifaz se lo colocó para luego salir del sanitario y comenzar el show mientras más rápido empezaría más rápido acabaría y ese era su pequeño consuelo. —Aquí estoy. —Dijo acercándose al medio de la habitación. Takeru hizo una mueca al ver a la morena frente a él, para el japonés algo no andaba bien. —Quitate el antifaz. —Ordenó el pelinegro poniéndose de pie parándose frente a la bailarina. Azul retrocedió algunos pasos ante Takeru que llevó las manos a su rostro con intención de quitarle el antifaz.—No se si Fabrizio te puso al tanto guapo —dijo en el personaje d
—Quiero que me digas una cosa, ¿Alexander sabe quién eres? —interrogaba Takeru sirviendo un vaso de whisky. Negó como respuesta no era capaz de verlo a los ojos sentía todo desmoronarse a su paso, ya no trabajaba para Alexander aún así temia a su reacción, ya de por sí su mirada pesaba cuando esos ojos acusadores la miraron la hicieron sentir la peor persona de todas, toda una basura y si llegase a saber que su hija era cuidada por una bailarina exótica aquel alemán enfureceria. —No, no lo sabe. —Fué la respuesta de Noa. —Niñera de día y bailarina de un night club de noche, eres toda una caja de sorpresas. Takeru devoraba a la muchacha con la vista, la mujer era hermosa y él no era ciego para no notarlo, era irreal, tenerla y no poder tocarla era una m*****a tortura para el japonés. —No hace falta ser sarcástico —comentó Noa con fastidio poniendose de pie—, si no tiene nada más que agregar yo me retiro señor Shinomoto. Cuando la pelinegra iba a medio camino fue detenida por Tak
El rubio se dió la vuelta encontrándose con Noa, se había dado por vencido pensó que no la encontraría pero pasó lo contrario ella lo encontró a él. La vió acercarse se veía diferente a como usualmente vestía cuando cuidaba de Luna, no había notado lo largo que era su cabello, nuevamente a él llegaron las palabras de su primo comparando a Noa con Azul «ya deja de pensar tonterías Alexander», se reporochó desechando la idea de su primo. —Señorita Noa la estaba buscando. —Soltó en cuanto la morena estuvo frente a él. Lo escuchaba pero no lo creía —conmigo señor Von Parker -secundó Noa confusa—, pensé que ya no tenía nada que hablar conmigo. —No entendía que hacía su ex jefe ahí solo esperaba que no fuera para nada malo. Alexander asintio cómo respuesta a las preguntas de la morena. —Le debo una disculpa. —Musitó él sosteniendo el balón de baloncesto. —No se preocupe señor Alexander yo entiendo, además...—No, en serio le debo una disculpa —insistió—, solo actúe de una manera irraci
El silencio solo fue roto por el crujir de la leña, Alexander y Noa se quedaron mirando, sin darse cuenta sus rostros se juntaron hasta unir sus labios, ambos se movieron en absoluta sincronia, lo que comenzó como un roce de labios se convirtió en un apasionado beso, el rubio tomó a la niñera de la cintura apegandola más a su cuerpo. Por falta de oxígeno Noa se separó de los labios de Alexander respirando agitada, se sintió avergonzada y fuera de lugar en este momento había cruzado la línea de jefe y empleada. —Noa... —¡Lo siento, de verdad lo siento! —prorrumpió la morena levantándose del sofá para acto seguido correr a su habitación. Alexander intentó detenerla pero la muchacha solo lo ignoró, volvió a tomar asiento llevó sus manos al rostro meditando en lo que acababa de pasar. —¿Qué hice? —se preguntaba el rubio confuso por lo que acababa de suceder, no tenía atracción alguna por la niñera. Noa solo era la niñera ¿Ahora que le diría? O peor aún ¿Cómo miraría ahora a la muchac
El lugar estaba lleno de personas era normal por la festividad. —Luna —habló Alexander a su hija sacándole de sus pensamientos—. Hija si quieres podemos venir luego, cuando no estén tantas personas ¿Te parece? Luna miró a su padre, luego a la concurrida pista de hielo para luego negar con un movimiento de cabeza algo exagerado típico de la niña; la castaña se acercó más a la orilla de la pista de patinaje, una muchacha que patinaba como una profesional llamó la atención de la chiquilla. —¡Papi ponme los patines! —dijo emocionada tomando la mano de Alexander—, ustedes también pónganse los patines para patinar juntos. —insistió Luna a los dos adultos. —Esta bien vamos yo te ayudo, ven vamos a prepararte. Alexander llevó a la pequeña a ponerse los patines, él también se puso un par de patines, entró con la niña. Noa se acercó a la orilla de la pista, allí veía a su jefe y a la pequeña Luna ir de espacio, la morena se animó a rentar un par de patines para unirse a padre e hija, ambo