Emily rió entre besos y agradeció aquel impulso, dejándolo llevar la batuta. Contenta de recibir caricias que provenían de su iniciativa.
–Sígueme.
Le ordenó, jalandolo de la mano hasta los servicios higiénicos del club. Drew se la arregló para no perderla ni soltarla en medio de tanto gentío, el aforo se había llenado incluso más que al inicio. En el baño de mujeres la fila de espera era enorme, el baño de varones tampoco era una opción viable, puesto que pese a estar menos concurrido que el femenino, también estaba ocupado por algunos chicos jóvenes que al parecer habían ido en grupo.
La situación no supuso un problema para ella, quien pasó de largo, evitando
Cuando Drew abrió los ojos un enorme chillido producto del excesivo volumen al que estuvo expuesto la noche anterior por la música del club llegó a sus oidos. Pretendió moverse de lado pero unas piernas ajenas a las suyas se lo impidieron. Se sentó en seguida, comprobando de inmediato lo que tanto temía; Emily, despeinada, completamente desnuda y enredada entre sus sábanas reposaba tranquilamente con el rostro angelical, ignorante de su breve susto.Los sucesos de la noche pasada inundaron su mente en un breve flash de recuerdos. Después de salir del baño de discapacitados tras un largo momento dentro, fueron en busca de Sofía y Sebastían para regresar al departamento, en donde Emily exigió a base de berrinches dormir con Drew y no con Sofía. Petición a la que accedieron debido a las altas horas y el can
Pretendió repetir el beso, sin embargo, Emily con mucha agilidad, se encogió, arreglándoselas para salir de la pequeña prisión en la que se encontraba, pasando por debajo de sus brazos. Prácticamente corrió hasta la puerta, dejándolo con el sabor de sus labios en la boca, ávido de más. Antes de escapar la morena lo pensó muy bien ¿Desde cuando un hombre la amilanaba como si le viniera en gana?. Detuvo la huida cuando alcanzó a estar en el marco de la puerta. De repente, en un acto de bravata, muy pelicular y común en ella, giró a verlo con una sonrisa en los labios.–Hará falta más que un simple arranque de celos para tenerme a tu lado. Quizá puedas consultarle a Drew o pedirle algunos consejos sobre cómo lo logró. Después de todo, según sus p
Llegada la noche, Emily decidió no contar nada de lo sucedido con el señor Hammil a nadie. Todavía guardaba la esperanza de que lo que pasó hubiese sido nada más que un desliz, una equivocación por parte del socio de su padre al ser víctima de sus impulsos y encontrarla sola en una oficina vacía.–Señorita, –Adela, la muchacha del servicio, tocó la puerta intentando escabullir su mirada al notarla medio abierta. – disculpe, el señor Henry Hammil se encuentra al telefono.–¿En el teléfono? Bueno, pues seguro quiere hablar con mi padre.–No exactamente, el señor Hammil ha pedido específicamente hablar con usted. ¿Desea que lo ponga en línea o le di
El lunes por la mañana Drew tenía un estado de ánimo al que no alumbraba ni el más intenso sol en África. Desde tempranas horas gritó a la secretaría, llegó tarde a una reunión con Lían y redactó mal un simple informe que comúnmente hacía en diez minutos y a diario. Le echó la culpa de lo que parecía ser un mal día a Emily. Tras verla en el restaurante con Henry Hammil la noche pasada, ni siquiera se había tomado la molestia de llamarlo, y claro, sabía de sobra que ese no era su estilo o un comportamiento propio de su personalidad egoísta. Pero en el fondo guardaba la esperanza de importarle siquiera un poco. Qué tonto había sido.–Vaya Drew, creo que te has confundido. La reunión con Lían y el jefe de proyectos es en cuarenta minutos &
Lían fue por sí mismo a casa para escoltar a su hermana menor hasta la oficina de su padre. A diferencia de su progenitor, él sí conocía la rebeldía de Emily y tenía muy en claro que podía intentar escapar en cuanto le dijeran la razón del llamado.La encontró tomando el sol junto a la alberca en compañía de Sofía, quien hasta este punto parecía su cola, siguiéndola a todos lados. Se colocó junto a ella intentando pasar por alto lo bien que se veía la amiga de su hermana en bañador. Casi nunca tenía ese tipo de pensamientos en relación a las mujeres y tampoco era buen momento para albergar alguno pero no pudo contenerse.–Emily.Su despreocupada hermana le lanz&oacut
Emily volvió a casa tras asegurarse de que su madre se había retirado por completo del perímetro.Tuvo tiempo de pensar en todo lo sucedido durante el día.Si bien había obtenido una pequeña victoria, todavía seguía sorprendida por la forma en la que Sofía y luego su propio hermano la habían defendido.–¿Te encuentras bien? –Preguntó Sofía al ingresar aprovechando que la puerta se encontraba abierta––Sí, es solo que hoy ha sido un día poco extraño ¿No crees? Que cosas me pasan…Sofía sabía que en el fondo Emily no se sentía tan conte
Cuando Lían salió de su habitación al día siguiente se llevó la sorpresa de encontrar varios papeles cuadrados pequeños pegados en la puerta. Muchos de ellos contenían frases como: "Gracias" "Eres un buen hermano". Sofía, quien siempre despertaba temprano, se colocó en el inicio de la escalera para observar cómo daba lectura a cada una de las notas plegables.Lían casi nunca tenía expresiones en el rostro, mucho menos esbozaba una sonrisa tan fácil. La mayoría de gente que lograba conocerlo decía a menudo que era un hombre demasiado serio, otros comentarios malintencionados manifestaban que no tenía sentimientos o que de no ser por el parecido físico con su padre, no hubiese sido posible reconocerlo como hijo. Liam tenía el carácter de un ángel terrenal, to
Caroline, la secretaria personal de Drew, no supo bien cómo manejar la situación. Emily había aparecido de repente para untar de café y panecillos en la cara y pecho de Violeta, la recepcionista auxiliar. Como era de esperarse, la reacción de la mujer no fue nada pacienciosa.–¡¿Qué demonios te pasa estupida?! ¡¿Acaso te conozco?! ¡¿Quién demonios te crees?!Los gritos llamaron la atención de casi todo el piso, haciendo que varias personas sacaran las cabezas de sus cubículos o espacios para enterarse. Caroline intentaba sin éxito alguno, decirle mediante gestos que parara de insultarla o que al menos se midiera con sus ofensas.–¡Qué pena! Te he manchado un poquito.