1 año atrás... Mi enfermedad empezó 6 meses atrás, y los otros 6 meses anteriores no había pasado nada de relevancia más que una sola cosa. Después de nuestra boda, Jair y yo no tuvimos nuestro viaje de luna de miel, acababa de tomar la presidencia hacía unos cuantos meses atrás por ende estaba cargada de trabajo y responsabilidades, que el con gusto se ofreció a ayudar, pero Roberto me aconsejó y más que nada; me exigió que Jair no se involucrara tanto en mis negocios ya que no confiaba en él de todo. Después de haber tomado la presidencia fue sorprendente para Roberto la manera en que me movía en el ámbito de los negocios como si los conociera de toda la vida, cabe recalcar que el fue un estupendo mentor, mi carrera como arquitecta me permitió involucrarme al 100% en los proyectos de construcción y en convertirme en la diseñadora principal, mis diseños frescos y contemporáneos empezaron a captar la atención, en poco tiempo teníamos clientes deseosos de mis diseños para hoteles, ce
Tiempo actual.... Dure horas llorando en mi habitación, sintiendo un dolor desgarrador en el pecho que por poco se comparaba al que sentí tantos meses enferma. Terminé marchándome de la habitación que ya había vaciado y solo estaban las cosas de Jair, pero ver la más mínima pertenencia suya me lastimaba más así que regrese aquella solitaria habitación en donde pase días y noches en el olvido. Las palabras de Jair me lastimaron en lo más profundo, e incluso aunque tuviera la voluntad para verme y actuar como la fuerte no lo era del todo, estuve enamorada de ese hombre durante años, lo que sentía no podía borrarlo de un día para el otro, pero era consiente que no merecía mi amor, nunca lo hizo. Pase bastante tiempo mirando el piso oscuro, no tengo idea cuanto, pero fue hasta que mi llanto cesó y no quedo ni una lágrima más para derramar; me incorporo poniéndome recta y fue ahí cuando miro a Mort parado al lado de la puerta, di un ligero brinco. — Mort... ¿Cuanto tiempo llevas ahí?
Al día siguiente, Mort me ayudó a traer todas las bolsas de compras a mi habitación del dolor, aquella de la que muchas veces deseé salir, y en la que ahora me estoy instalando. Tenía pensado correr a Jair a mi antigua habitación, pero después lo pensé bien y no quería dormir en la cama donde se revolcaron él y Cristina, de echo no quise ocupar ninguna de las demás habitaciones por esa razón, la idea de pensar que se la pasaron brincando de cama en cama en todas las demás habitaciones me repugna, así que me fui al único espacio que sabía que estaba libre de ellos, la solitaria habitación donde estuve 6 meses en cautiverio. Este día empezaba por reincorporarme a la empresa y tomar las riendas de todo, pero antes tenía que ir de compras con Mort, me puse una falda tubo negra, camisa de vestir blanca de mangas largas, con unas tiras negras en el cuello para unirlas y hacer un lazo caído, me puse una medias color piel y zapatillas negras, me dejo el cabello suelto, no solía hacerlo pero
Cuando llegamos al edifico todos parecen sorprendidos, no se si de verme a mi o al magnífico hombre que sigue mis pasos. Entramos al ascensor, las puertas se cierran, le echo un vistazo al reflejo de Mort, se mira tan imponente, intimidante, su aura cambió, hasta los gestos de su rostro, tan serio y sereno, se está tomando demasiado enserio su papel. Al llega a mi oficina Roberto estaba esperándome, al verme sonrió pero cuando notó que tenía compañía su sonrisa se borró. — Roberto, buenos días... él es Mort, mi escolta personal... Mort, Roberto, mi socio mayoritario. Ambos se dieron la mano, Roberto lo miraba extraño, no me parece raro de él, ese hombre desconfía de todos, hasta de su propia sombra. Los hombres se dan la mano, yo me dirijo a mi escritorio, me dejo caer en el suave respaldo de la silla, sintiendo que absorbió el poder que conlleva estar aquí nuevamente. — Muy bien, pequeña Val, a pesar de que han pasado 6 meses no hay mucho con que ponerse al día... dejé en la pa
La escena era extraña de admirar, parecía que por un momento el tiempo corriera más lento, la mujer que se hace llamar mi madre lucha con desespero para llegar hasta mi como si su vida dependiera de ello, por la rabia y el enojo cargado en su mirada no cabe duda de que abrazos no son los que me daría si lograra llegar hasta mí.Me duele, en lo más profundo de mi ser, pero no puedo cambiar la realidad ni las personas, me di cuenta muy tarde que no todos son buenos, que no todos pueden cambiar, no me dejaría pisotear ni ofender nunca más, ni por ella, ni por nadie; lo mejor era cortar lazos, podría llevar su sangre, pero de familia no teníamos nada.— ¿¡Que está pasando aquí, que es todo ese escándalo?!.– Jair entra a la oficina de repente, al ver a mi madre siendo sujetada por Mort, empieza avanzar hacia ellos. — ¿¡Suegra que está pasando?!— ¡No des ni un paso más Jair! – levanto mi voz, grito con tanta fuerza y enojo que logro paralizar a mi madre y a él al mismo tiempo– Mort, suélta
Estoy a punto de llegar a la puerta, la ira me consume, no me deja pensar con claridad, lo único que quiero es abofetear a Cristina por ser tan cínica y sinvergüenza.El cuerpo de Mort aparece de repente obstruyendo mi camino, me detengo, pero intento pasarle por un lado ocasionando que él se mueva para impedirme el paso.— ¿A dónde tan deprisa, My Lady?...— ¡Déjame pasar, iré a arrancarle el cabello a Cristina!— ¿Ella está aquí en el edificio? - Eso parece sorprenderle, lo comprendo, ni yo me lo esperaba, pero mi molestia es más grande que mi asombro.— Si, aquí y en todos lados, esa maldita se adueñó de mi casa, mis cosas, mi trabajo y se metió con mi marido... es una sinvergüenza, ¿Puedes creer que es la jefa del departamento de diseño cuando ella ni siquiera estudió arquitectura?... esos planos son de Adriana conozco bien su trabajo, Cristina se está quedando con el crédito, es una aprovechada.— Valeria cálmate, estás muy exaltada, recuerda que es la amante de tu esposo, metert
El camino a casa fue silencioso, mi cabeza estaba a punto de explotar, cada día me enfrento a nuevas cosas que me ponen los nervios de punta y exaltan mis emociones de una manera que jamás había experimentado, necesito ir al médico por algunos medicamentos antiestrés, porque esto es solo el comienzo.Al llegar a casa Mort se marchó para atender ese asunto que le pedí, por mi parte entre a mi vacía casa y fui directo a mi habitación, para mi sorpresa, el diablo me estaba esperando. — Valeria... cariño, necesitamos hablar. El pequeño gran idiota de mi esposo, Jair, tan impecable y atractivo con ese traje oscuro, el cabello un poco revuelto, me mira con cariño... antes hubiera sentido mariposas en el estómago, ahora me causa náuseas.— ¿Sobre qué?... Me detengo en cuanto llego al segundo piso, estamos a una distancia apreciable el uno del otro, él da el primer paso, pretende acercarse a mí, pero por nada del mundo permitiré que me ponga un dedo encima con sus sucias manos. Mi rechazo
El camino al trabajo me parece tan lento, tengo la carpeta en mis manos y estas tiemblan, no sé si de dolor, molestia o decepción, pero en realidad me cuesta y duele darme cuenta de esta manera, de lo ciega que estuve durante tanto tiempo.Jair había estado haciendo compras desde hacía tiempo atrás, incluso mucho antes que yo enfermara, el departamento a nombre de Cristina también, lo único que es reciente es la malversación de fondos a una cuenta misteriosa que Mort averiguó que está a nombre de él y compartida con la querida Cristina, son miles de dólares poco falta para llegar al millón, lo han estado haciendo durante mucho tiempo, los dos me vieron la cara quién sabe desde cuándo.Mis ojos arden, mi garganta quema, en el pecho siento un vacío que lastima al respirar, pero me mantengo firme, no vale la pena que me vean derramar ni una sola lágrima.Al llegar al edificio, Mort abre mi puerta y salgo sin esperar que él me tienda su mano como siempre para bajar, estoy cegada por la ra