SESENTA Y SEIS
—NATALIA—

Despierto acoplada perfectamente entre dos cuerpos grandes y deliciosamente moldeados en un manjar delicioso de musculo masculino, sumergida entre sus fragancias y con la constancia en un casi susurro fantasmal del recuerdo de como Badel y Nox trataron mi cuerpo apenas hace unas horas atrás.

Sonrío por inercia, parpadeando en un intento de despejar el sueño mientras me permito sentir y disfrutar un poco más de su calor, de sus respiraciones calmadas y sus latidos firmes, reclamando casi a un mismo son lo que ellos tanto se aseguraron de repetirme una y otra vez mientras me deshacía entre sus cuerpos.

Soy suya.

He sido reclamada por ambos.

Ahora nuestro vinculo se siente más seguro y establecido en mi pecho, como si los suaves hilos que me unían a ellos se han vuelto más fuertes y resistentes.

Como puedo tras minutos escuchándolos y observándolos congestionada de la felicidad de una chica enamorada, me escabullo de entre sus cuerpos con la urgencia de acudir al baño.

Mi
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