La Cita Cincuenta Y Siete.
Capitulo 14.
Marco, depósito su copa de vino para luego levantarse, Evans y yo imitamos la misma acción.
- Me gustaría quedarme a cenar pero tengo un compromiso. -sonrío.- Gracias igual por la invitación.
- No me imagino que clase de compromiso tienes- Comentó sarcasticamente el azabache, guiñándole un ojo mientras el castaño dio un manotazo a su brazo.
Lo acompañamos hasta la puerta; Evans tenía colocada su mano en la parte baja de mi espalda llevándome junto a él.
-Fue un gusto conocerte Rachael, y me alegro de que seas la prometida de mi casi hermano.- su ab
La cita cincuenta y siete. Capitulo 15. Luego de una tan profunda conversación, Evans cocinó tratando de reanimar el ambiente que anteriormente teníamos.Luego de una comida expréss y un poco más de vino, decidimos perder el tiempo viendo una de las películas que tenía. Él me comentó que era fan de los superhéroes y su favorito eraIronMan.Y lo confirme por mi misma, en el momento que abrí una pequeña puerta de vidrio, observé el par de repisas que estaba repletos de una gran variedad de películas de los nombrados anteriormente, sin más elegí una deIronMany nos sentamos cómodamente en uno de los sofá, manteniendo una cierta distancia. Entre varias risas y conve
La Cita Cincuenta Y siete. Capitulo 16. Al terminar de disculparse, sin darme tiempo en reaccionar, salió apresuradamente de la habitación y el impacto de la puerta principal, al cerrarse fuertemente, resonó en todo el departamento. Suspiré y me encontraba sumamente alborotada. A pesar de que no había sido correcto presentarme de tal frente a los desconocidos, Evans no debería haber reaccionado de tal forma. Por lo cual, un sentimiento de angustia, enojo y confusión competían entre sí. Una vez que abrí la puerta, asome mi cabeza para asesorarme que nadie se encontraba en el pasillo, pero gratamente me encontré con Rose, quien sostenía una muda de mi ropa.
Terminé de repasar por última vez el lápiz rojo sobre mis labios y observé si las sombras de mis ojos seguían correctamente. Comencé a caminar hacia el espejo de pie que se encontraba en la habitación. Repase mi vista desde mi atuendo hasta mi rostro y todo se encontraba... perfecto, demasiado. Suspiré y me dirigí nuevamente hacia el tocador. Nunca había estado tan indecisa en tomar algo o ponerme cierta ropa. Sin embargo, esto no era nada comparado a ninguna cita que hubiera asistido antes. No, claro que no. Luego de compartir una agradable conversación con la Señora Ross, nos invitó a comer a su hogar junto a un par de personas. Algo muy familiar. Pero al ser algo tan íntimo m
Me estremecí al sentir una mano apoyarse en la parte baja de mi espalda y dejé la segunda copa de la noche sobre la mesa. -No creí que habría tantas personas. - susurré conmocionada mientras miraba la sala, que estaba repleta de personas que conversaban alegremente. - Creí que seria algo mas... intimo. Los despampanantes atuendos parecían competir entre sí, las sonrisas estiradas en sus rostros y la excesiva amabilidad que tenían al hablar me introducían en un ambiente asqueante para mi. Comenzamos a avanzar por el reducido espacio y las miradas no esperaron en posarse en nosotros; solo un par de veces nos detuvimos para entablar una pequeña conversación con ciertas personas.Un nudo en la garganta comenzaba a hacerse muy incómodo, no lograba concentrarme en la conversación que m
Los minutos parecían eternos, transcurrían lentamente y una enorme ansiedad comenzaba a hacerme muy molesta. Me mantenía en la gran mesa del catering en la espera que Evans nuevamente volviera. Mientras degustaba la gran variedad de mariscos, me dediqué en observar detenidamente lo que me rodeaba. Varias pinturas decoraban las paredes del lugar, me animé un poco al poder apreciar las auténticas acuarelas impregnadas en el lienzo, las pinceladas eran sumamente dedicadas y un profundo sentimiento abordaba el cuadro. -¿Interrumpo algo? Volteé y me encontré con su gran sonrisa, al igual, que su entusiasta actitud. Su saco tenía un estampado floreado sorprendente y elegante, mientras que su camisa negra y el pantalón del mismo color, l
Ambas comenzamos a levantarnos y recuperar un poco la decencia, al verlo aproximarse a nosotras. Sus pasos eran certeros, a pesar de estar cruzando por medio del mojado césped. Entre risas y falta de equilibrio, ambas nos abrazamos en la espera que Evans llegará. -Si que tu hombre es muy guapo.- Lola susurró en mi oído mientras se mordía su labio inferior. - Si así queda con la camisa, imagínate sin... -Shhh- tape con mis dos palmas su boca y su mirada se desoriento ante mi acción. -Calladita, te ves mucho más bonita, Dolores. -Rachael.- su mirada preocupado reparo en mi primero y su pecho subía y bajaba por la agitación. -Dolores... gusto verte. -El gusto es mío, Ross- ella ext
Entre sonrisas, tomamos rápidamente nuestras cosas y comenzamos a caminar hacia la salida, nos topamos con el robusto cuerpo de Arlen y el pequeño cuerpo de su pelirrubia acompañante. -Que disfruten de su noche.- el abogado nos guiñó complice. Asentimos y saludamos muy brevemente, ya que había mucha prisa entre nosotros dos. Tomamos un ruta desierta, a nuestro costado había toda una inmensa laguna y el camino se me era bastante desconocido, no podía adivinar que plan pasaría por la cabeza de Evans. Su pisada en el acelerador era más continua, tal vez la velocidad era muy exigida y para nada permitida. -Colocate el cinturón.- mencionó concentrado en el camino y yo no me había dado cuenta de tal cosa.
Abri mis ojos, observe mi alrededor y me di cuenta que no era un sueño. Era la pura realidad. Suspire relajado y acaricie los enredados y rebeldes cabellos de mi acompañante. Su respiración era calmada y a través del reflejo de los ventanales pude observar su expresión dormida.Disfrutaba su compañía, a pesar que todo había sido muy rápido y nada preparado, me gustaba estar con ella. Era algo totalmente nuevo entrar a mi departamento y encontrarme con su presencia que a veces reia, a veces lloraba o hasta veces la encontraba muy frustrada. Nuestras discusiones hicieron abrir mi mente, estaba acostumbrado al hecho de dar órdenes y que sean acatadas sin rechistar. Sin embargo, su tempestuosa actitud me había demostrado que en esta vida no solo podía dirigir sino que también debía aceptar y escuchar sus propias decisiones. Tambi