Al llegar a la casa la recibió Catalino y la acompañó hasta su habitación:
–¿Cómo estuvo todo? –preguntó ansioso.
–Pues muy bien a decir verdad.
–¿Te sigue tratando bien?
–Sí Lino, aún nos soportamos, no ha intentado ahorcarme ni me ha mordido todavía.
Enseguida oyeron la voz de Javier llamando a Adelaida, quien salió presurosa de su habitación.
–Dígame jefe.
–Debo ir a la oficina, vamos por favor.
–¿Sigue diciendo por favor? –dijo Catalino entre dientes, como para sí mismo, pero Adelaida alcanzó a oírlo y le respondió:
–Sí Lino, sigue pidiéndome las cosas con un “por favor”.
–Niña, qué éxito.
***
Pasados varios días Javier le entregó a Adelaida una tarjeta mientras le decía:
–Memoriza esta dirección y cuando yo te diga que vayamos a “el sitio”, este es el destino.
–¿”El sitio”? Y ¿por qué tanto misterio?
–No hay misterio es como un código entre nosotros, así no tengo que aclarar adonde quiero que me lleves cuando esté acompañado.
–Aaaaah ya entendí. Tranquilo, usted dice “el sitio” y yo tomo rumbo a esta dirección.
–Exactamente, eso es lo que quiero.
Javier la miraba detenidamente esperando alguna otra reacción por parte de su chofer ante la petición que acababa de hacerle, pero Adelaida no mostró nada más, era como si no le importara que él le pidiera llevarlo a un apartamento exclusivo para tener sus citas con otras mujeres. No entendía por qué le resultaba tan indiferente a esa chica, realmente lo intrigaba y le enfadaba.
Adelaida sentía pinchazos en el estómago, el muy sinvergüenza tenía ahora un “nido de amor” donde se reuniría con todas esas bobas que caían rendidas con él, pero no demostró absolutamente nada diferente a una total apatía, parece que le tomaría más tiempo del pensado interesarlo en ella.
***
Las semanas siguientes la chofer llevó a su jefe a “el sitio” muchas veces, salían de la oficina, recogían a la chica de turno en su casa, en su trabajo o dónde estuviera e iban al “nidito” como le decía Adelaida cuando le contaba a Catalino las saliditas de su jefe, lo hacía para desahogarse porque se enfadaba mucho cada vez y también para poder burlarse de las chicas ya que en el automóvil se mordía la lengua para no reírse de algunas y para evitar comentar algo inapropiadamente.
Javier había intentado mantener su vida de aventuras amorosas, pasó unas buenas semanas, aun cuando en cada ocasión intentó averiguar qué pasaba por la cabeza de su chofer, no quiso profundizar en las razones por las cuales quería saber la reacción de Adelaida, lo que sí sabía era que le resultaba muy incómoda su indiferencia.
***
Se presentó una gran oportunidad de negocios para Javier Durán en Europa la cual requería de su presencia, por lo que comenzó a preparar un viaje que posiblemente duraría un par de semanas, al principio repasó mentalmente su larga lista de chicas para seleccionar a cual llevaría, también analizó la posibilidad de conocer a una nueva compañera durante su estadía, no obstante, lo que lo decidió a ir sin compañía fue que por su cabeza pasó la idea de que tal vez durante el viaje pudiera acercarse a Adelaida, lamentaría perderla como chofer, pero valía la pena el sacrificio ya que era una mujer preciosa que ya había estado suficiente tiempo cerca de él sin que ocurriera nada entre ellos.
Tres días antes del viaje Javier le notificó a Adelaida que partirían hacía Italia por dos semanas, le anunció también que llevara trajes apropiados porque seguramente necesitaría que lo acompañara a algunos eventos diurnos y nocturnos, le sugirió trajes de coctel, de gala y ropa deportiva, ya que allá no sería requisito que estuviera uniformada. Adelaida corrió a decirle a Catalino, quien de inmediato le anunció:
–Nos vamos de compras –indicó él, mientras le mostraba una tarjeta de crédito a Adelaida.
–¿De compras?
–Por supuesto, o… ¿es que ya tienes toda la ropa que sugirió el jefe?
–No, aquí no tengo nada de eso.
–Pues, andando niña, nos vamos de compras.
–¿Me lo descontarán después?
–Tranquila, si se da cuenta, le diré que todo formó parte del gasto por su viaje a Europa, además no vamos a abusar, bueno, solo un poquito.
Pasaron el resto de ese día visitando tiendas, Adelaida tenía la suerte de lucir bien en cualquiera de las prendas que se probaba y Catalino estaba encantado actuando de estilista.
Al llegar a su habitación comenzó a empacar cuidadosamente todo lo que había comprado que también incluyó lencería y zapatos.
***
Durante el largo viaje, Adelaida se sentó un momento frente a su jefe y sin protocolo alguno le preguntó:
–¿Por qué juega con las mujeres?
Javier Durán se sorprendió mucho con la pregunta de su chofer, sin embargo, se repuso inmediatamente, se acomodó en el asiento y se inclinó un poco para responder:
–Yo no juego con las mujeres, tengo un sistema simple, si alguna llama suficientemente mi atención, le propongo pasar el rato conmigo, solo eso y lo digo muy claro… es pasar el rato, puede que se extienda unas horas o días más, pero no deben esperar una relación si yo pedí un rato y ellas aceptaron.
–¿Por qué lo hace?, ¿tuvo alguna decepción amorosa?
–Lo hago precisamente para no tener ninguna decepción amorosa, yo soy un hombre ocupado, me debo a mi trabajo, a mis negocios, una relación implica que pierdes tu individualidad, pasas a formar parte de una pareja y en todos los casos esa pareja quiere adaptarte a su estilo, yo no quiero cambiar, yo soy como soy.
–¿Alguna mujer quiso cambiarlo?
–¿Por qué asumes que todo lo que hago es porque viví una mala experiencia?
–Porque dijo con mucha firmeza que no quiere cambiar, yo creo que alguna intentó que fuera diferente.
–Tengo treinta y dos años Adelaida, la única vez que me enamoré tenía ocho y fue de la hija de la cocinera, me rompió el corazón cuando la vi con su novio. No he vuelto a sentir amor por ninguna otra mujer y dudo mucho que lo haga.
–¿Se va a morir viejito y solo?
–Moriré viejito y solo.
–Ay qué triste.
–Tengo todo lo que deseo.
–Por ahora.
–¿Qué me dices de ti?, ¿esperas al príncipe azul?
–Sí, quiero romance y amor, mi padre no dejó de amar a mi madre a pesar de su mala decisión, siempre esperó que ella regresara, yo quiero un amor así, con esperanza a pesar de todo.
–¿Te has enamorado?
–Sí, todos los días –dijo riendo–, del Sol, de la brisa, de Catalino, de la vida.
–¿Y de un hombre?
–Una vez, hace bastante tiempo, se casó y cuando me enteré pretendía que todo siguiera igual entre nosotros, no me vio nunca como una futura esposa sino como la chica para pasar el rato, como dice usted.
–No me refería a ti, no te veo como una chica para pasar el rato.
–Lo sé.
–¿Lo sabes? –preguntó y enarcó una ceja.
–Claro, en el tiempo que he trabajado para usted, me ha tratado con la debida distancia y respeto, sé que en su mente no ha tenido nunca la idea de “pasar el rato conmigo” –respondió Adelaida haciendo el signo de comillas con sus dedos.
–¿Crees que tu madre esté viva? –preguntó Javier para cambiar de tema, ya que precisamente eso es lo que había pensado al no llevar compañía en ese viaje.
–La verdad no tengo idea, yo tenía dos años cuando ella se subió a un autobús de una banda de rock y no volvió nunca más a casa.
Adelaida volvió al asiento que ocupaba al principio y enseguida les sirvieron la comida, una vez que terminó, se acurrucó en el asiento y fingió dormir, sí, fingió porque no dejaba de pensar en lo dicho por Javier Durán. Sería muy difícil llevar a cabo su plan de venganza porque él estaba cerrado a enamorarse, aprovecharía de incitarlo un poco durante ese viaje y si no daba ninguna muestra de interés tendría que pensar seriamente en olvidarse de la venganza, ella no era su tipo, todas las mujeres con las que salía eran súper elegantes y muy sexys.
Javier por su parte pensaba que la chofer tenía valores y que esperaba romance, él no podía ofrecerle eso, por lo que tal vez le resultaría difícil tener un momento con ella, aprovecharía de incitarla un poco durante el viaje y si no daba ninguna muestra de interés buscaría una chica por allí para olvidarla, porque se sentía más pendiente de ella de lo normal, a pesar de ser tan diferente a su estándar de chicas, aunque tal vez era eso precisamente lo que le llamaba la atención de ella.
***
Llegaron a una hermosa villa que Javier había alquilado para la ocasión, pensó que sería el ambiente privado perfecto para la seducción que tenía planeada, tenía personal de servicio por lo que era cómoda, les mostraron sus habitaciones y Javier le dijo que tenía la tarde libre, pero a las ocho de la noche debían salir a una cena muy importante y ella sería su acompañante, Adelaida asintió y se dispuso a desempacar para seleccionar el traje de esa noche.
Esa noche se encontraron en la sala de estar de la villa, él en un impecable traje oscuro, hecho a la medida y que le sentaba a la perfección. Ella había escogido un vestido color verde esmeralda ajustado, con falda lápiz que le llegaba justo por debajo de la rodilla, su largo cabello atado a un lado y maquillaje suave destacando sus lindos ojos color aceituna, Javier contuvo la respiración y finalmente solo pudo decir: “Guau”.
En el lugar donde se llevaría a cabo la cena fueron recibidos por una pareja mayor y muy elegante, saludaron con mucho entusiasmo a Javier y cuando les presentó a Adelaida enseguida asumieron que era su novia y lo felicitaron efusivamente por su acertada elección, Javier no aclaró que era su empleada, por el contrario, pasó su brazo por la cintura de ella y comenzó a caminar manteniéndola muy pegada a su costado disfrutando de su contacto, se acercaron a un bar instalado para la ocasión y él muy amoroso le preguntó que deseaba tomar, Adelaida respondió que le apetecía vino y él ordenó whiskey en las rocas.
De pronto la dama tomo del brazo a Adelaida y le dijo:
–Ven querida, dejemos a los hombres hablar de negocios, aún tenemos tiempo de conversar antes de que anuncien la cena.
Bajo la curiosa mirada de Javier, Adelaida se alejó con la agradable dama, quien comenzó a preguntarle:
–¿Dónde se conocieron?
–En Los Ángeles.
–¿Tienen mucho tiempo juntos?
–Muy poco, apenas cuatro meses.
–¿Y ya te trajo a una de estas reuniones? Debes ser muy importante para él, hemos tenido encuentros en varios países y es la primera vez que se presenta acompañado.
–En realidad hay mucha confianza entre nosotros.
–Y dime, ¿es tu primera vez en Italia?
–No, yo he venido antes con mi padre, conozco Roma, Florencia y Milán.
–Oh qué interesante ¿quién es tu padre?
–Fue piloto de carreras, falleció hace algunos años.
–Lamento oír eso. Mi hermano también fue piloto de carreras, se retiró y ahora anda por los mares del mundo navegando.
Anunciaron que la cena estaba servida y ambas mujeres se dirigieron al lujoso comedor, Adelaida buscó con la vista a Javier y lo encontró de pie esperándola, se sentó a su lado y comenzaron a disfrutar de una exquisita cena, Javier notaba la desenvoltura que tenía Adelaida durante la cena, sin inmutarse en absoluto ante la gran variedad de cubiertos de oro y copas de fino cristal. Lo mataba la curiosidad por saber dónde había aprendido a actuar con tanta elegancia, para colmo alguien le habló en italiano y ella respondió sin titubeo alguno.
Se acercó y le dijo al oído:
–Eres una caja de sorpresas.
Adelaida solo lo miró y sonrió enigmáticamente, entonces pensó que tal vez y sin haberlo planeado así, por fin había obtenido el interés de su jefe.
Fue una cena larga con muchos platos y varios postres, al terminar Javier volvió a reunirse con el caballero que los recibió, pero esta vez tomó de la mano a Adelaida para que se quedara a su lado, ambos sintieron un breve chispazo al tocarse, se miraron y sonrieron sin soltarse, el caballero habló primero:
–Mañana haremos un rápido viaje a España para que veas cómo va la construcción del colegio, regresaremos aquí para presentarte los planos de la ampliación de la fábrica, estoy muy entusiasmado con ese proyecto, generaremos muchos empleos y también nos reportará grandes utilidades.
–Perfecto Vittorio, nos vemos en el aeropuerto entonces, te parece a las ocho de la mañana.
–No Javier, el vuelo está pautado para las seis de la mañana –le respondió riendo.
–Oh, entonces a las seis será, no tengo problema con ese horario. –Giró hacia Adelaida y le preguntó:
–Querida, ¿te importa levantarte muy temprano mañana?
–No jef… eeeh querido, en absoluto.
***
Cuando iban camino a la villa Javier aún estaba intrigado por el comportamiento de Adelaida durante la comida, así que le expresó:
–Me sorprendió tu desempeño durante la cena.
–¿Por ser chofer no puedo tener buenos modales?
–También hablas italiano.
–Además inglés y francés. Fui a una escuela de señoritas, a mi padre le preocupaba que si me criaba entre pilotos y mecánicos no sabría comportarme adecuadamente.
–¿Trabajaste para alguien más como chofer?
–Trabajé para una aplicación por varios meses, nadie en particular porque la aplicación asigna los clientes al azar.
–¿Quieres tomar una copa conmigo al llegar?
–Sí, claro. Dígame algo ¿por qué no aclaró que soy su chofer y permitió que todos pensaran que somos pareja?
–Porque te estaban admirando mucho y quise presumirte.
–¡Válgame Dios! Usted es… es…
–¿Soy qué? –Preguntó Javier en tono bajo y acercándose a ella.
–No consigo la palabra –respondió Adelaida molesta, mientras Javier la miraba sonriendo.
Se reunieron en un hermoso salón de la villa, Javier sirvió vino para ambos, quería prolongar la noche, recordaba la sensación que experimentó cuando tomó la mano de Adelaida y se preguntaba qué otra cosa sentiría si la estrechaba en sus brazos y la besaba, le ofreció la copa de vino y se sentó frente a ella, de pronto Adelaida mirándolo fijamente, le preguntó:
–¿Qué quiere?
–Besarte.
A pesar de sentirse preparada para todo, Adelaida se perturbó con su respuesta tan directa y tajante, pero recuperó el control y siguió preguntando:
–¿Por qué?
–Porque sentí una agradable sensación cuando tomé tu mano. Así que considero que besarte debe serlo aún más.
–¿Y acaso solamente cuenta usted?, ¿qué hay de lo que yo quiero?
–Entiendo, ¿tú qué quieres?
–Quiero terminar esta copa e irme a dormir porque debo levantarme muy temprano mañana.
Adelaida unió la acción a la palabra, apuró el contenido de su copa y se la entregó a Javier, quien la tomó como un autómata, mientras ella daba media vuelta y se alejaba muy rápido de allí, aún sentía como su corazón latía fuertemente nada más con imaginarse en los brazos de su jefe y recibiendo sus besos, llegó a su habitación y cerró con seguro, de pronto pensó que él podía insistir e intentar entrar en su cuarto y allí si es verdad que se perdería totalmente. No se equivocó, a los pocos minutos notó una sombra en su puerta, fueron unos segundos, no tocó ni intentó entrar, pero estaba segura de que Javier Durán había estado allí.
Durmió inquieta porque muchas imágenes vinieron a su mente, se despertó varias veces sudando y en algunos casos ni siquiera recordaba que había soñado, lo atribuyó todo a la abundante comida, los postres, las bebidas y el oír a su jefe diciendo que quería besarla, se desconcertó porque su plan era atraerlo, incitarlo y ahora que parecía haberlo logrado sentía que el alma la abandonaba solo de recordar su respuesta cuando le preguntó qué quería.
Javier recibió la copa vacía que le entregó Adelaida, la vio alejarse y por un instante dudó sobre su siguiente paso, pero reaccionó y se dirigió a la habitación de la chofer, él notó su sobresalto cuando le dijo que quería besarla, estaba seguro de que ella no se negaría si la tomaba por la cintura y buscaba su boca, quería saber que más podía sentir con ella aparte de ese rápido chispazo que lo sorprendió cuando tomó su mano, fue directamente a su puerta, sin embargo, algo lo detuvo a último momento, tuvo el presentimiento de que si la tenía en sus brazos no iba a querer soltarla nunca más, así que permaneció parado frente a la puerta de su habitación unos segundos y decidió irse de allí, una ducha fría lo calmaría rápidamente.
***
A las cuatro y media de la mañana decidió levantarse y tomar un largo baño para despejarse, seleccionó un traje pantalón, dejó que su largo cabello se secara al aire, se maquilló muy suave y tomó los lentes de sol más grandes y oscuros que tenía, así salió hacia la cocina, necesitaba una gran taza de café con urgencia, al llegar ya Javier estaba desayunando:
–Buenos días jefe –saludó apenas lo vio.
–Buenos días Adelaida, ¿ya estás lista?
–Sí señor, cuando diga partimos.
–Te da tiempo de desayunar.
–Solo quiero café, mucho café.
–Es un viaje corto, no habrá desayuno en el avión.
–Estoy bien así, muchas gracias.
Al llegar al aeropuerto estaba la pareja de la noche anterior, ellos también tenían un avión privado en el que harían el viaje a España, Adelaida aún no sabía sus nombres, por lo que se propuso averiguarlo enseguida, se acercó a la dama y tomándola del brazo, tal como le había hecho la dama a ella durante la cena, la alejó un poco para preguntarle:
–Sé que es imperdonable de mi parte, pero aún no sé tu nombre.
–Estamos en falta las dos, yo soy Adela Fontain soy una francesa enamorada de Italia y de un italiano, mi esposo es Vittorio Amaro.
–Yo soy Adelaida Puentes.
–Pronto de Durán, espero –señaló Adela Fontain con picardía.
–No hemos hablado de eso, aún es pronto.
–Querida a Vittorio y a mí nos bastó un día para saber que no nos separaríamos nunca más, no te diré que es mi alma gemela o mi mejor amigo, simplemente es mi otra parte, juntos somos uno y ya.
–Es la definición de pareja más bella que he oído en mi vida –exclamó Adelaida admirada.
–Fíjate en nosotras, la similitud en nuestros nombres es un buen augurio, seremos muy buenas amigas, te lo aseguro.
Las llamaron para abordar el avión y caminaron tomadas del brazo, Javier observaba la naciente amistad entre su chofer y Adela a quien quería muchísimo y que era la esposa de su socio europeo, se sentía satisfecho, de pronto le gustó vivir la fantasía de que sí eran pareja. Durante el vuelo hubo una conversación muy animada entre los cuatro, Adelaida evitaba ver directamente a Javier aunque él la miraba insistentemente con esa sonrisa seductora en sus labios, al aterrizar los esperaba un automóvil y al dirigirse hacia el mismo, Javier se las ingenió para separarla de Adela y quedar a su lado, entonces pasó su brazo por los hombros de ella, ambos se estremecieron y se separaron de inmediato, continuaron caminando hasta la limosina que los esperaba y Adelaida quedó sentada al lado de Vittorio y Javier al lado de Adela.
***
Los llevaron a un amplio terreno donde había una construcción muy avanzada, los atendió el que parecía el encargado de la obra quien saludó efusivamente a Javier Durán y a Vittorio Amaro, besó la mano de las damas y los invitó a todos a una caravana que utilizaba como oficina, allí les explicó los avances de la construcción, algunos inconvenientes que se habían presentado y que lo han obligado a implementar pequeños cambios, no obstante no son significativos y no afectan en absoluto lo que esperan como resultado final.
Todos observaron que se trataba de una gran edificación con dormitorios, salones para actividades artísticas diversas, canchas deportivas cubiertas y otras al aire libre, piscinas, una gran fuente de soda, auditorio, servicios médicos muy completos, laboratorios, talleres y muchos salones de clase muy bien acondicionados, la maqueta ocupaba casi la mitad de otra caravana, era un proyecto sumamente ambicioso y estaba construido en un 75% según lo indicado por el encargado.
También fueron a recorrer las secciones que ya estaban terminadas y eran muy impresionantes, Javier y Vittorio parecían niños en juguetería, a cada momento agradecían y felicitaban al encargado por su excelente labor, ya cerca de las tres de la tarde, Adelaida se sintió un poco mareada, Javier enseguida supo el porqué de su malestar, ya que no había querido desayunar, dieron por terminada la visita pese a las protestas de Adelaida quien decía que con un poco de agua resistiría y podían terminar de recorrer todo, Javier le dijo:
–Ya vimos suficiente y sabemos que todo está en orden, lo que debemos hacer ahora es buscar un buen restaurante para que te alimentes lo más pronto posible.
Adelaida tuvo que recostarse sobre su hombro cuando se sentaron en la limosina, sudaba frío y sentía que se desmayaría en cualquier momento, afortunadamente pronto encontraron un buen lugar para comer, en realidad ya todos estaban hambrientos, con mucho cuidado Javier condujo a Adelaida adentro del restaurante y ante todo pidió una taza de caldo para que ella repusiera fuerzas rápidamente, a medida que lo tomaba el color volvía a su rostro, al poco rato ya estaba muy recuperada y Javier respiró aliviado, entonces le propuso a sus amigos quedarse esa noche en España, solo quería que Adelaida comiera y se recostara a descansar, no consideraba conveniente movilizarla mucho más por ese día, Adelaida enseguida intervino:
–No tengo nada para quedarme.
–No te preocupes querida –indicó Adela– yo tampoco tenía previsto quedarme, dime tu talla y conseguiré ropa para las dos, solo algo para dormir y para salir mañana, vamos a buscar hotel y saldré con Vittorio de compras.
Como Javier estaba al pendiente de Adelaida, Vittorio se encargó de conseguir las habitaciones en el hotel al que llegaron y obviamente solo reservó dos suites, cuando le entregó la llave a Javier le dijo: –Estamos en el mismo piso, nuestras habitaciones están una frente a la otra, así que cualquier apuro no dudes en llamarnos, ahora voy con Adela a un centro comercial cercano que vimos cuando veníamos para acá.Adelaida y Javier se miraron en silencio, hasta que quedaron solos y Adelaida comentó: –¿Son ideas mías o tenemos la misma habitación? –No son ideas tuyas, tranquila lo resolveremos, ahora vamos, necesitas recostarte.&n
Adelaida trató de olvidar la conversación con Marcela y fue a la oficina de Javier. –Hola, ¿puedo ocuparte un momento? –Hola, sí pasa. –Vengo a darte las gracias por permitirme el acceso a tus cuentas. –Es algo lógico, no tienes que agradecérmelo. –Entonces… ¿no quieres el beso de agradecimiento que vine a darte? –Quiero todos los besos que vengas dispuesta a darme –respondió Javier poniéndose de pie y rodeando su escritorio para acercar
Cuando Javier salió de su oficina llamó a Catalino: –Hola jefe, ¿en qué puedo servirlo? –Saca las cosas de Adelaida de mi habitación. –Ay ¡Por los siete Sacramentos! Y, ¿dónde las pongo?, ¿en la cochera? –No, no la quiero en mi casa –seguidamente colgó.Catalino de inmediato llamó a Adelaida, quién había dejado las llaves del auto con la asistente de Javier y estaba saliendo del edificio de oficinas. –Niña, ¿qué pasó? El jefe me ordenó sacar tus cosas de
En la mañana, tal como habían acordado, los cuatro jóvenes dejaron sus habitaciones, subieron al automóvil y emprendieron el regreso a Ciudad de México, cuando estaban bastante lejos del pueblo pararon a desayunar y se sintieron lo suficientemente tranquilos para comentar lo sucedido, comenzó Fernando diciendo: –Amigo Durán, eso fue una verdadera locura. –Totalmente, aun no me recupero –manifestó Javier. –¿Será cierto lo que dijo el tal patrón? Que fue una confusión –agregó Leandro. –¿Confusión colectiva? Porque muchos en ese lugar creyeron que veían a alguien igual a usted y que al parecer está muerto –señaló Ignacio–, ¿por casualidad tuvo familia en México? &nb
Adelaida continuaba en su trabajo como chofer de limosinas, su corazón daba un vuelco cuando la enviaban a la zona donde Javier tenía su casa o cuando pasaba frente a su edificio de oficinas, en esos momentos pensaba que no le sería fácil olvidarlo y casi había perdido las esperanzas de volver a estar con él, ya que la última vez que se vieron su actitud fue tan fría que lloró amargamente por mucho rato. Una noche le dieron una dirección donde debía recoger a una pareja y trasladarlos a un evento muy importante, esperarlos y devolverlos al lugar de origen, llegó al sitio, se bajó para abrir la puerta de los pasajeros y contuvo la respiración cuando vio avanzar hacia ella a una pareja vestida de gala, él era Javier Durán acompañado de una impresionante rubia que llamó la atención de las personas que caminaban cerca, era una mujer muy bella aunque un poco mayor que él, sintió los ojos de Javier clavados en ella, más desvió la vista, se limitó a dar las buenas noches y cerró la
En la mañana al despertar, estaba sola, se duchó y vistió su uniforme, iba de camino a la cocina cuando lo vio desayunando solo en el amplio comedor de mesa cuadrada con capacidad para una docena de personas y aun así su presencia era tal que parecía llenar todo el salón, contempló su espalda unos segundos y luego siguió hasta encontrar a Catalino quien la esperaba para ofrecerle café y tostadas. Al rato oyó la voz de Javier, se percibía tensión en su tono, hablaba por teléfono y daba muchas instrucciones, luego entró a la cocina y viendo a Adelaida le hizo señas para irse sin dejar de hablar por teléfono, ella lo siguió y no alcanzó a abrirle la puerta de la limo, él mismo abrió, se sentó y apenas ella la encendió le pidió ir a la oficina. Él seguía conversando por teléfono, dando órdenes y solicitando el avión lo más pronto posible. Estaban próximos a llegar por lo que dejó el teléfono un momento y le dijo a Adelaida: &nb
Adelaida llegó a la pizzería y se abrazó a la nona, la dulce señora le dijo de una vez: –¿Lo confirmaste?, ¿te hiciste una de esas pruebas caseras? –Si nona, dio positivo. –¿Dónde está tu marido? –No tengo. Justo me mudé porque terminó conmigo de la manera más cruel y acabábamos de pasar la noche juntos. –Lo siento mucho, pero ahora debes cuidarte y lo primero es ir al médico. –Sí, pediré cita con el doctor Giovanni, debe venir hoy en cualquier momento, ¿quiere ayuda con esa cesta de tomates?  
En Italia, luego de dos meses en el hospital les dieron el alta a Vittorio y a Adela, durante ese tiempo Javier pasaba la mayor parte del día en su habitación, les leía, escuchaban música, veían películas y las enfermeras aparte de admirarlo embobadas, les decían que era el mejor hijo, por lo que seguramente sería buen esposo y padre, cuando comentaban esto acompañaban las palabras con algún guiño o gesto insinuante esperando convertirse en la afortunada, pero se topaban con una sonrisa amable y ninguna señal de acceso. Una enfermera más atrevida, dijo una vez: “Demasiado hermoso, excesivamente dedicado y atento con sus padres, seguro es gay”. Por las noches Javier se iba a la villa de Los Amaro y desde allí trabajaba en todos sus pendientes, estaba en contacto frecuente con Catalino, quien le informó que se había comunicado con Adelaida y todo estaba bien sin novedad alguna, Javier le mencionó en una oportunidad que se asegurara de que no tenía a nadie en su vida, Catalino le dijo q