Nolan llegó a su oficina, dejó el maletín a un lado, le pidió a su asistente ir hasta su oficina. La chica tocó la puerta un par de veces, abrió lentamente y entró.—Buenos días Sr O’Brien, dígame en que puedo servirle.—Buen día Layla, por favor comuníquese con este número y póngame en contacto con el Dr Stephan Hasher. —le entregó el trozo de papel y la asistente lo tomó. —En seguida lo comunico señor. En lo que Layla salió de la oficina, Nolan se ocupó en resolver los asuntos que tenía programado para esa mañana. La puerta volvió a sonar y el CEO se sorprendió por la eficiencia de su empleada.—¡Adelante! —respondió sin levantar el rostro, pero al subir la mirada, frente a él estaba la exuberante morena, dándole una visita de buenos días. Llevaba el mandil blanco abierto, y debajo apenas un conjunto de ropa íntima negro que dejaba muy poco a la imaginación de Nolan.— Dailen qué haces aquí y vestida de esa manera. —preguntó asombrado.—¿Así recibes a tu mujer? —se acerca, co
Nolan regresa a su oficina luego de almorzar, no deja de pensar en todo lo que está ocurriendo y en todo lo que se le avecina. No era un hombre de escandalos, muy por el contrario, era rígido y considerado por sus compañeros de trabajo, como un hombre moralista y muy reservado; pero el estilo de vida que llevaba hasta ahora estaba por cambiar drásticamente, para él. Su interés por buscar a Violeta desaparece también de su mente, mas no de su corazón. Era ilógico que pensara en buscarla, ella jamás lo aceptaría sabiendo que él había estado con Esther. Y él tampoco podría ofrecerle nada, excepto que fuese su amante. Eso más que ninguna otra cosa lo hacía sentirse mal. Quizás no debían estar juntos y todo lo que había pasado entre ellos era una señal a la que Nolan no quería prestarle interés. Primero, fue el hecho de que ella le había mentido, que tuvo que ver con el accidente de su esposa; luego el incidente con Eliot, e padre de Violeta, lo cual no era nada bueno para el y su hija
Esther entra a su casa, llama a su empleada y le pide que le preparé algo de comer en especial. —Lupita, quiero que me prepares una pasta carbonara, tengo antojos de comer comida italiana. —¿Antojos, señora Esther? —Sí, antojos. —sonríe, camina por la sala principal y comienza a contarle la noticia a su criada.— Voy a tener un hijo de Nolan O’Brien. —la chica se sorprende y se cubre la boca con ambas manos al escuchar aquella noticia. —¿De su cuñado? —pregunta con aspaviento la chica de cabello largo y mirada gatuna. —Sí, bueno eso es lo que él debe creer. –aclara con una sonrisa perversa.—Pero ustedes —hace un par de señas con las manos y termina preguntando— ¿Ustedes estuvieron juntos? —Sí, no veo cuál es el escándalo niña, Nolan es un adulto y yo también, lo único que se interponía entre él y yo, era Aurora, pero ella, la pobre ya no está —dice en tono sarcástico. —Entonces la niña Samantha y su bebé serán hermanos, pero primos. —Esther asiente— Pues ya me hice bola
Desde que amaneció, Violeta despertó con la ansiedad a flor de piel, volvería al orfanato donde transcurrieron sus primeros cinco años. Nerviosa por lo que le deparaba un día lleno de emociones, ella se ocupó de preparar el desayuno y arreglar la casa pada cuando Vilma despertara. Sólo había un detalle, su padre Eliot no podia quedarse solo, eso era un riesgo algo fuerte. Tampoco era capaz de dejarlo encerrado en aquella habitación. Vilma bajó como habitualmente lo hace para ocuparse de la comida. —Vaya, querida, volviste a dejarme sin nada que hacer en esta casa. —Lo siento, no pude evitarlo. Llevo horas despierta y aproveché el tiempo para dejar todo listo. —Imagino que sí. ¿Entonces estás preparada para tu gran día? —Sí —contestó emocionada, pero luego bajó el rostro.—¿Qué ocurre Violeta?—Es mi padre, no puedo llevarlo al orfanato, eso lo pondría triste si reconoce el lugar, pero tampoco quiero dejarlo solo. Lo que pasó días atrás fue preocupante para mí. —Tranquila
Vilma observa que aquel reencuentro está cargado de excesivas emociones para ambas mujeres, discretamente sale de la oficina, dejándolas a solas. —No pensé que volvería a verte, Violeta. —Siempre quise venir a visitarte pero no tenía tiempo con la universidad y el trabajo. —¿Estás en la universidad? —pregunta con emoción, ver que su hija estaba logrando aquellos sueños de colegiala que ella tuvo justo antes de conocer a Fabio, le llenan de alegría.—Sí, estaba estudiando, pero este semestre no sé si pueda costearko. Sabes como es de difícil pagar un semestre en la universidad. Además han pasado tantas cosas, que… —la sonrisa desaparece momentáneamente de su rostro.—Necesito conversar contigo, pero en este instante es complicado. ¿Me aceptas la invitación a almorzar? —No lo sé, la verdad es que estoy trabajando, la Sra Vilma Pascuoloto es mi jefa, estoy trabajando para ella. —voltea y es cuando nota que la mujer no está en la oficina.— ¿A dónde fue? —Creo que nos dejó a so
Eliot y Vilma entran hasta la sala principal, para la hermosa mujer, aquel momento es perfecto e intenso. —No puedo creer aún que estés aquí. Ha pasado tanto tiempo, Eliot. —Ni yo, Vilma. Jamás pensé que el destino me traería de regreso a ti, a tis brazos, a ese beso inolvidable de la juventud. Ella coloca un poco de música de fondo y Eliot la invita a bailar aquel tema de Lucio Dalla, “Caruso” la pasión de la pieza musical y su magia, los envuelve. —¿De verdad me recordabas? —pregunta ella.—Te recordé siempre, a pesar de mis ausencias de memoria —bromea y ella sonríe.—¿Qué hubiese sido de nosotros si aquella tarde en mi habitación…?—No pienses en eso. Quizás estaríamos divorciados —nuevamente ella ríe.—Eres tan maravilloso, no creo que me hubiese divorciado de ti. —reposa su cabeza en su pecho y él la cubre con sus brazos, la lluvia afuera persiste y los labios se buscan y se entregan a un tercer beso, mucho más intenso y prolongado. En tanto, en la casa de Lara, l
Luego de la conversación entre Violeta y Sabrina, la pelicastaña subió para ver a su madre. Tocó la puerta un par de veces, hasta que finalmente Lara abrió, al verla frente a ella permaneció en silencio, aguardando los insultos de su hija.—¿Podemos hablar? —Claro, Violeta. Entra. —Violeta entristeció al ver sobre la mesa de noche un portarretrato suyo de cuando apenas tenía meses. Se aproximó y lo tomó entre sus manos.—¿Soy yo? —la mujer asintió, no se atrevía a pronunciar ni una sola palabra, sentía un nudo en la garganta.— Lamento todas las cosas que te dije abajo, Lara. Pero tienes que entender que no es fácil para mí comprender algunas cosas. —Lo sé, Violeta y sé que me merezco todo lo que me has dicho, lo sé —baja el rostro clavando la mirada en el suelo.—No, Lara, no tengo derecho a juzgarte. —Violeta, no sabes cuanto sufrí al verte ir con los Wesler, pero mi amor de madre me decía que ellos podían darte lo que yo no, una familia, un hogar. Por eso dejé que te fueras
Minutos después, Violeta llega a la clínica se dirige a la sala de emergencia y encuentra a Benjamín, le pregunta por su padre y por Vilma.—La Sra Vilma aún sigue dentro, están haciéndole varios exámenes. Su padre, creo que anda con el Sr O’Brien. La verdad… el hombre guarda silencio al ver que Eleonor se aproxima a ellos. —¿Y esta quién es? —le pregunta a Benjamín, y antes que él le responda, ella misma dice— ¡Ah! Debe ser la empleada que llegó nueva y que metió en cada de mi madre al viejo muerto de hambre que ahora quiere andar enamorando a mi madre. —Violeta frunce el ceño, e indignada por las palabras de la rubia al referirse a su padre, le responde:—No le permito que se refiera a mi padre de esa manera, señora. Sí, soy la empleada de su madre, y dejo admitir que me sorprende que una persona tan bondadosa y gentil como la Sra Vilma, tenga una hija tan grosera y déspota como usted. —¿Me insultas a mí? A la hija de tu patrona, esto es inaudito. ¿Ves lo que acaba de decirme