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2 •Invitación•

Días después...

PDV:Alana:

Mi despertador comienza a ser estruendoso para mis tímpanos. De mala gana dirijo mi mano hasta tener contacto con el insoportable aparato y consigo apagarlo. Me quedo unos segundos más en mi cama planificándome que ya debo levantarme para ir a la universidad.

Mis manos se dirigen a las cobijas que me mantenían cálida y las aviento a un lado levantándome de la cama, sintiendo el frío del duro suelo de loza. Busco mis pantuflas de conejo y me encamino en dirección hasta el baño. Me miro frente al espejo posicionando ambas manos a los costados del lavamanos y suelto un suspiro.

—¡Alana! .—La voz de Carola

—¡Bajo enseguida! .—Contesto. Dirijo mi mano hasta el grifo de la ducha y la giro dejando caer el agua. Me quito mis prendas y me oriento hasta la ducha nuevamente. Está helada pero lo suficiente fértil para despertarme. Después de todo, algo debe mantenerme tranquila.

—¡Alana apresúrate! .—Logro oír a mi mejor amiga ya por segunda vez.

—¡Ya voy! .—Respondo lo más fuerte posible como para que oyese.

Me envuelvo en una toalla al terminar mi relajante baño. Me encamino hasta el armario y de este tomo mi conjunto interior y saco mi suéter gris, mis jeans y una blusa blanca con el estampado de un gato negro.

—¡Rápido chica que se nos hará tarde! .—Vuelve a gritar mi amiga desde abajo.

—¡Sí! .—Respondo y comienzo a vestirme a la velocidad de la luz. Me peino con prisa, me aplico un poco de rímel a mis pestañas y un poco de rubor a mis mejillas para dar un tono mas vivo a éstas. Me miro al espejo quedando satisfecha con mi resultado y me oriento hasta la salida de mi habitación bajando las escaleras.

Camino a la cocina y me siento. Allí se encontraban ambas chicas, Sophia y Carola desayunaban tranquilamente. Mientras que yo me sirvo un vaso de zumo de naranja y unas tostadas con mantequilla.

—Hola .—Saludo.

—Buenos días .—Contesta de vuelta.

—¿Qué hay de buenos? .—Dice Sophia bastante enojada.

—¿Qué ha pasado? .—Elevo una ceja.

—No quiero ir a la universidad, me he matado el fin de semana estudiando los contenidos de los exámenes finales y siento que voy a reprobar .—Se quejó Sophia.

—¿Ayer no estabas estudiando también? .—Pregunté riendo.

—Se quedó viendo una película romántica .—Acusó Carola.

—¡Entonces no te quejes de tu flojera! .—Exclamé burlona—. Pero tranquila, sé que te irá bien en tus exámenes Sophia, eres una chica bastante inteligente.

—No me convences .—Menciona haciendo una mueca.

—Es enserio, confío en ti .—Digo tratando de darle seguridad.

—Oh ya se hace tarde chicas, es hora de irnos .-Las tres nos levantamos de la mesa en busca de nuestras cosas. Subí a mi habitación y fui en busca de mi bolso.

Ya fuera noté que las chicas estaban en la camioneta. Me dirijo al asiento trasero y me estiro. Estoy tan cansada, ya no queda nada para el verano.

Al llegar a clases, las chicas y yo nos separamos, ellas se dirigían a enfermería y turismo, mientras que yo me encaminaba a ingeniería.

Carola estaba en su último semestre de turismo, mientras que Sophia se encontraba en su tercer año de enfermería. Y yo también me encuentro en mi último semestre de ingeniería. Extrañaría la compañía de estas dos, tomaremos distintos rumbos. Sophia se irá a Estocolmo para reforzar su título con un magíster en medicina y Carola a Escocia. Realmente las echaré de menos.

Iba tan distraídamente, que sentí mi cuerpo chocar con un bulto, me giro para pedir disculpas con la persona que había tropezado. Era un chico. Me miraba fijo, sin decirme nada. Su rostro expresaba nada más que seriedad alguna. No podía definir lo que en estos momentos él podía sentir. En cambio yo, aún no reaccionaba.

Su tez es bronceada, peinado alborotado, labios realmente rosados y carnosos, nariz perfectamente formada pero sobre todo, mirada profunda y fuerte. Sus ojos son como el nectar recién hecho por las abejas y casi puedo perderme en ellos, pero si mi corazón no le perteneciera a otra persona, juraría que me enamoraría de este chico.

Sacudo mi cabeza reaccionando y me alejo lo bastante de él. Aclaro mi garganta tragando saliva a la vez. Cuento hasta diez y me dispongo a hablar.

—Lo siento mucho...no fue mi intención tropezar contigo .—Murmuro.

—No te preocupes .—Sigue caminando, sin embargo se detiene quedando mas o menos a un metro de mí—. Pero para la próxima ten más cuidado .—No emití palabra alguna.

—Hola hola tierra llamando a Alana .—Carola pasa por encima de mis ojos su mano.

—Lo siento.

—¿Quién es él? .—Pregunta Sophia.

—Ni idea, quizá debe ser nuevo.

—Ha llegado competencia para Eros .—Menciona Sophia, las tres soltamos una fuerte carcajada.

—Por cierto, ¿qué hacen aquí?, ¿no tienen clases?.

—Nuestro profesor de enfermería ha tenido un percance en el hospital y tenemos dos horas libres, y la profesora de turismo de Carola ha cogido gripe.

—Vaya, que suerte la de ustedes .—Hago una mueca—. Bueno, yo debo entrar o la bruja de Victoria no me dejara incluirme a la clase, luego las veo, adiós.

—Adiós.

Me oriento hasta la entrada y justo como lo pensé: las miradas no tardan en posarse en mí, pues no se que traía mi cara. Tal vez el poco de maquillaje que llevaba no era el correcto o que sé yo. Hice caso omiso y me senté en el rincón al final del salón, mi puesto estaba vacío y nadie solía sentarse aquí a menos que no quisieran escuchar las clases. Eros dirige su mirada hacia mi dirección y yo me tenso un poco.

Para mí, Eros era el tipo de clase de dios del Olimpo, un Superman que está para chuparse los dedos, su tez blanca hacía resaltar más su cabello oscuro, sus cejas sus labios gruesos, y esos ojos marrones, tenían un brillo bastante diferente al de otros chicos, no podría descifrar que piensa a veces, pero de qué estaba cien por ciento segura, es que su corazón le pertenece a Paula.

Cierro mis ojos tratando de esquivar su vista. Desde que ese día me escuchó hablar mal de su amada Paula en casa de Claudio, siento que su odio hacia mí ha incrementado.

—¿Puedo sentarme aquí? .—Esa voz. Levanto la vista y era el chico con el que había chocado hace unos minutos atrás.

—Sí .—Digo algo aturdida. El chico se sienta frente a mí dándome la espalda. Eros frunce su ceño y gira su vista de vuelta al pizarrón.

•••

—¿Enserio no estabas alucinando?.

—No, realmente Eros estuvo observando todos los movimientos de ese chico, es extraño.

—No le hagas caso, quizá su hombría no pudo con tal semental que se ha sentado frente a ti, le está quitando a su chica.

—¿Hablaban de mí? .—Spencer se nos pone enfrente. La cafetería se estaba llenando de a poco y se sienta en nuestro lugar.

—Ya quisieras Spencer .—Ríe con sarcasmo Carola.

—Alana, ¿estás bien?, te noto algo sonrojada .—Este se me queda mirando por unos momentos y desvío la mirada.

—Tranquilo, estoy bien.

—Mira ahí viene Eros.

—Pues que venga .—Contesta Sophia por mí.

—Hola chicas .—Yo no contesto, me quedo mirando a otra dirección—. Quería invitarlas a tomar algo esta noche, irán los chicos también.

—Sí, es buena idea .—Mi vista se ve interrumpida por la presencia de Eros, mi corazón brincaba como loco, y la piel se me erizó en segundos provocándome un escalofrío recorrer por mi espalda. Carraspea su garganta queriendo llamar mi atención, logrando su objetivo, lo miro fijamente esperando a que emita alguna palabra o algo.

—¿Tú irás? .—Me pregunta. Su tono era indiferente conmigo, no le había hecho nada así que me tenía sin cuidado su indiferencia.

—No, debo estudiar, pero deberías invitar a Paula ¿no? .—Le sonreí rápidamente y vuelvo a bajar la vista guardando mis cosas—. Chicas nos vemos en casa, realmente tengo que estudiar, tengo exámen .—Agarro mi bolso y salgo de la cafetería.

¿Qué había sido eso?, ¿desde cuándo Eros tenía esa confianza conmigo?, ¿acaso quiso burlarse de mí?.

Alejo todo pensamiento negativo de mi mente y trato de llenar mi corazón con buenas vibras.

Al salir de la universidad camino por las gigantescas avenidas de la ciudad, me oriento a la pastelería donde trabaja Kim, y me siento esperando a que se desocupara en atender a una pareja de ancianos.

—Hola bella.

—Hola nena .—Digo con una sonrisa.

—Te traeré el capuchino especial, tu rostro se ve con desconcierto.

—Realmente lo necesito .—Hago una mueca—. Y agregale bastante crema por favor.

—Ostras, entonces no es algo bueno.

Kim me conocía bastante bien, cuando tenía una guerra en mi mente es como si por arte de magia supiera que me ocurre, cuando la situación no es grave me trae un capuchino de vainilla, pero cuando es algo que no deja de darme vueltas, me trae un capuchino de moka con crema extra y pequeños trocitos de chocolate. E increíblemente me relajaba.

—¿Eros García? .—Asentí—. ¿Qué te ha hecho?.

—Nada malo, solo me extraña que me haya hablado y me haya invitado a mí con las chicas a beber algo esta noche.

—¡Cuéntamelo todo! .—Negué.

—Le he dicho que no, que mejor invitara a Paula, de todas maneras es su chica soñada ¿no?, además debo estudiar, tengo examen la próxima semana.

—Vamos Alana, es viernes deberías darte una pequeña escapadita y luego vuelves a estudiar.

—La verdad prefiero que no .—Le doy un sorbo a mi capuchino de moka.

Kim tenía razón, tal vez debería escaparme por unas horas y luego volver a casa a estudiar, pero me arrepentiría, ya que de seguro Eros corrió hacia los brazos de Paula.

Mejor quédate en casa, no será bueno para ti sufrir delante de esos dos.

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