Anashia —Hola Matías, ¿puedo pasar?—Eh, sí, pasa, Anashia—dijo nervioso. Me dejó entrar pero se asomó al pasillo antes de cerrar la puerta. Vestía un short y una camiseta sin mangas.—Dame unos minutos, estaba descansando y me tomaste por sorpresa.—Claro, tómate todo el tiempo que necesites. Puedo ir a la oficina y encender la computadora.—Sí, ve—balbuceó, entrando a su habitación. Me encogí de hombros y fui a la oficina. Encendí la computadora y conecté el USB. Matías estaba evidentemente nervioso, aunque no tenía idea de por qué. Además, me desconcertaba ver salir a la mamá de Luna del apartamento de Matías. Algo no me cuadraba. Chasqueé la lengua, tratando de olvidarme de ese asunto que no era mío."Claro que lo es", susurró mi subconsciente. Claro que sí, puede que haya algo turbio y quizás deba averiguarlo. Negué con la cabeza y me concentré en la edición, que era para lo que había venido. Solo quedaban dos semanas de trabajo con él.Cuando Matías entró a la oficina, lucía di
AlexeiLa tristeza embargaba mi alma al ver las cenizas de mi padre en esa cajita plateada que nos entregaron en la morgue. Mi hermano no paraba de llorar, y yo no tenía idea de cómo consolarlo.—Alexei, ¿qué haré sin nuestro viejo cerca? —Me acerqué a él y lo abracé. Desde que éramos niños, nunca lo había visto tan destrozado. Cuando mamá murió, él sufrió, pero no tanto como yo. Sin embargo, esta vez, la pérdida de nuestro padre le dolía más a él.—Saldrás de esta. Te llevaré a Nicaragua; podemos ver qué hacer con la empresa, quizás vender las acciones. —Cristhopher negó con la cabeza, alejándose mientras daba vueltas.—No podremos. Alexei, aún no sabes todo lo que hizo papá para levantar la empresa después de lo quw hizo. Si la vendemos, tendremos problemas con los socios y accionistas que tienen la mayor parte de las acciones.Negué sin entender nada...—Hablemos cuando estés más tranquilo. Cristy no se de que hablas.—Alexei, tú eres el mayor, por lo tanto, debes estar al tanto de
Anashia Trataba de no pensar en el estúpido contrato que me inpedia dejar el trabajo con Matias. Mientras tanto disfrutaba de un día lleno de diversión con mis niños. Hablé con la Miss para que nos prestaran el campo por el día, deseando que los niños aprendieran cosas nuevas.Decidí enseñarles algo nuevo y fomentar el trabajo en equipo organizando un partido de baloncesto. Formé dos grupos: las niñas en el Grupo A y los niños en el Grupo B. Expliqué las reglas básicas del juego y me aseguré de que todos entendieran lo que debían hacer.El juego comenzó con mucho entusiasmo. Los niños corrían de un lado a otro, tratando de encestar el balón. La maestra y yo animábamos a ambos equipos, celebrando cada canasta con grandes aplausos. Los niños aprendieron rápidamente y disfrutaron tanto de la competencia amistosa como del trabajo en equipo.Después de varios juegos, decidí que era hora de un descanso. Nos sentamos en la sombra, bebiendo agua y recuperando el aliento. Durante este descans
Alexei.El aeropuerto zumbaba con una energía eléctrica mientras caminaba por la terminal. Estaba impaciente y ansioso por ver a mi hija y, por supuesto, a Anashia. Había llamado al chofer antes de despegar y ahora él estaba esperando por mí. Subí al coche y el chófer arrancó. Dejé escapar un profundo suspiro de alivio; estas dos semanas habían sido agónicas, especialmente con la pérdida de mi padre y el desastre que provocó en la empresa. Con una firme negación, decidí apartar de mi mente todo lo ocurrido en estos días, por ahora lo único que necesito es relajarme unos días, antes de irme de nuevo.Al llegar a la casa, el chofer estacionó el coche en la entrada. Lo primero que hice fue buscar a mi hija. Al verme llegar, gritó eufórica:—¡Papi, ya has vuelto! —Mi princesa bajó las gradas rápidamente. La envolví en mis brazos, necesitando su calor y su aroma cálido. Mi hija era todo lo que me hacía olvidar el doloroso acontecimiento de la muerte de mi padre.—Mi Luna, papá te extrañó u
AnashiaMamá llevaba días sintiéndose mal, así que la llevé al hospital Alemán para que le hicieran un chequeo médico. Mientras caminaba por el amplio predio del hospital, me dirigí hacia el árbol de nancite.—Wao, está lleno de fruta—dije para mí misma mientras observaba a mi alrededor. Al hacerlo, vi a una pequeña niña a mi lado. Era delgadita y llevaba un gorro en su cabecita. Mi corazón se encogió al ver las ojeras marcadas en sus ojos.—Yo las recojo y se las doy a mi mami para que prepare jugos de nancite y les dé a mis hermanitos—dijo con una voz suave.—Son ricas. Me llevaré unas cuantas para preparar un delicioso jugo—le respondí. La niña sonrió feliz—. ¿Estás enfermita?—Sí, tengo cáncer y prácticamente vivo aquí.Quería llorar al oír eso. De repente, sentí un nudo en la garganta.—Lo siento pequeña.—¿Te doy lástima?—cuestionó ella, colocando sus manitas en mi mejilla. Sin darme cuenta, mis lágrimas se derramaron.—Eres muy pequeña y me da una inmensa tristeza verte así.Ell
《Anashia》Dormir a su lado es una hermosa sensación que no quisiera dejar de sentir. Su calor, su olor y sus fuertes brazos rodeando mi cuerpo es lo que he anhelado cada día. No obstante, sé que es algo que debo esperar y no codiciar. A veces se me olvida que está casado con una mujer a la que no ama, pero con la que tiene lazos inquebrantables.Resignada a que se irá pronto, me levanto de la cama mientras él suspira y sigue durmiendo. Sonrío, embobada de amor. Entro al baño para tomar una rápida ducha. Antes, cepillo mis dientes y peino mi alborotado cabello. Por suerte, el agua está helada, lo cual es un alivio en este calor insoportable. Al finalizar salgo del baño y me pongo un conjunto de ropa interior color rojo vino, luego un short corto y una camisa cómoda. Sin hacer mucho ruido, salgo de la habitación, bajo las escaleras y me dirijo a preparar el desayuno para él y para mi madre. Mientras preparo tortillas de harina y huevos revueltos, pienso en que debo ir al apartamento de
《Anashia》No sabía qué hacer, me quedé en estado de shock. Ella cayó por su cuenta, nadie la empujó.—Anashia, llama al 119 rápido, está sangrando mucho. ¡Natalia, despierta! Maldita sea.Marqué al 119 y pedí una ambulancia. Mis manos temblaban, no sabía cómo manejar la situación. Pobre Alexei, pensé que yo estaba loca, pero tal parece que ella lo está más que yo. Atentar contra su vida y la de su hijo era una locura inconcebible.Luego de varios minutos, la ambulancia llegó para trasladar a Natalia al hospital más cercano. Matías me guió hasta su coche y fuimos juntos al hospital. Al llegar, la ambulancia se detuvo y se llevaron a Natalia a emergencias. Estaba aterrorizada por todo esto. Aún no puedo creerlo, ella se lanzó sin miedo, y en mi cabeza aún ronda esa pregunta: ¿por qué lo hizo, sabiendo que estaba embarazada?Estaba desesperada al ver que los médicos no salían, Matías daba vueltas, sofocado.—Voy a llamar a Alexei —sugirió.Asentí nerviosa, deseando que ambos estuvieran b
AnashiaEstaba desesperada cuando el médico abrió el sobre quedando en silencio sin decirme absolutamente nada. Mis nervios estaban a flor de piel cuando empezó a leer en voz alta.—Lamento darle esta noticia, señorita. Desgraciadamente, su madre tiene cáncer de Gástrico y está en la fase 1, en etapa inicial.Quedo estupefacta al escuchar lo que me notifica el médico.—Como, doctor me puede explicar, que es eso— Pregunto sintiendo miles de cosas. El doctor asintió para luego Explicarme.—El cáncer de estómago también se conoce como cáncer gástrico. Es una enfermedad en la cual células malignas (cancerosas) se forman en el revestimiento del estómago. Este tipo de cáncer puede desarrollarse en cualquier parte del estómago y puede propagarse a otros órganos, especialmente el esófago, el hígado, los pulmones y los ganglios linfáticos.¿Qué era eso que estaba escuchando? Mis manos empezaron a sudar y mis pies a picotear. ¿Cómo era eso posible?—No, esto es una maldita broma.—Señorita, su