—¿Ah, sí? —pregunto, impresionada.—Sí, y el bebé se movía mucho —se ríe—. Mami, ¿vas a tener otro bebé?—No lo sé, mi amor —le respondo—. Papá y yo queremos eso, pero lo más importante es que ustedes también lo deseen.—Sí, quiero más hermanitas para que Juliett no me obligue a jugar al té, es abur
Alec El alcalde no tarda demasiado en traerme los antiguos documentos que acreditan que, en efecto, la persona que encuentre el lingote de oro será la dueña de Ravenswood. Al principio, me cuesta aceptar la nueva realidad, pero cuando tengo el documento oficial en mis manos, puedo sentir el poder…
JacksonMi hija está bastante triste desde que se fueron sus primos, pues está muy acostumbrada a ir a su casa cada tarde o cuando podemos llevarla. Sin embargo, no tengo el valor de ir a seguirlos al pueblo, no ahora que mis cambios físicos comienzan a notarse. Sé que en algún momento tendré que en
AlecAria está muy nerviosa cuando llegamos a la casa de su hermano, horas después de haber salido del pueblo. Honestamente, yo también lo estoy, pero no estoy dispuesto a irme de aquí con negativas, ni voy a permitir que él trate a Aria de forma despectiva para echarla de aquí. Si bien detesto la i
Aria Sin dejar de temblar, observo el cuerpo inerte de Harry en el césped. Tiene la cabeza llena de sangre por los golpes que le di con la pala de Jackson, tras haberme dicho cosas que me hicieron enfurecer e intentar llevarme. En ese momento, lo único en lo que pensaba era en defenderme, no en mat
Alec—¿Qué vamos a hacer con el cuerpo? —le pregunto a Jackson cuando nos subimos al auto.—Tú lo investigaste, ¿cierto? Deberías saber en qué lugar podríamos dejarlo.—Tenía un negocio, pero cuando apareció Aria dejé de seguirlo —confieso—. Así que ahora ignoro toda esa información y sería riesgoso
Aria Durante el camino hacia el departamento, Alec no deja de decirme cuánto me ama y me desea. Todavía me encuentro nerviosa por todo lo que pasó, pero sus palabras de amor hacen que poco a poco me relaje. —¿Quieres cenar algo, mi amor? —me pregunta en el ascensor, en donde me acorrala. —Sí, qui
AlecCuando abro los ojos y busco ver el rostro más perfecto del mundo, no está. Alarmado, me levanto para buscarla, pensando que tal vez está en el baño, pero no.—¡Aria! —la llamo, temiendo lo peor: que todo lo que he vivido ha sido un sueño o que ella ha escapado—. Aria, nena, responde.Busco por