Durante la mañana, Aria y yo nos encargamos de nuestro hijo con esmero. Ella me permite que me encargue de alimentarlo y de cuidar cuando vienen a revisarlo. Todavía no está claro cuándo es que le darán el alta, pero al parecer está tan bien que no serán muchos días. Mi alegría se acaba un poco cua
Aria La tensión que hay entre los dos es casi algo físico, algo que duele y que no sé cuándo se va a terminar. Mis sentimientos son un torbellino de confusión y de miedos. Jack ha aceptado demasiado bien a Alec, pero no estoy segura de que pase lo mismo con los otros dos. Juliett es obstinada y, cu
Lentamente voy bajando y lo siento invadirme. Esta vez es menos doloroso que hace un par de días, pero sigo sintiéndome bastante apretada. Aquello parece encantarle a Alec, quien deja escapar otro gemido. —No voy a dejarte escapar —me dice con convicción—. Olvídate de ser libre de mí.—Alec —susurr
Alec Por más que Aria los llama, mis pequeños hijos suben corriendo asustados de mí. Eso me duele sobremanera, pero decido esperar al pie de las escaleras como Aria me indica.En el poco tiempo en que he podido verlos me di cuenta de que son hermosos y que mi hija es una pequeña copia de Aria. Yo n
—Ellos… saben que eres su papá —me confiesa Aria—. Mejor dicho, saben que el señor monstruo es su papá. No pensé que fueran a reconocerte la voz, no tan rápido. —¿Todo por ese grito? —pregunto, anonadado. —Sí, Alec, y porque siempre supieron que trabajo contigo —me confiesa ella—. Nunca les oculté
Aria Alec y yo subimos hacia mi habitación, donde he dejado a mi pequeña. Ella está hecha un ovillo en la cama, sollozando y abrazada a uno de sus peluches.—Ay, no —susurro antes de soltar a Alec y correr hacia Juliett, cuyas lágrimas han hinchado sus hermosos ojos—. Mi niña, ¿qué te pasa?—Quiero
Alec Aria se sube de mala gana a mi auto, pero se queda allí, sin bajarse mientras yo me subo. Es irónico, pero lo que necesito es alejarme de aquí. Si me quedo, tendré la tentación de buscar a mi hija y suplicarle que me acepte como su padre. Si hago eso, las cosas van a terminar muy mal; puedo s
Aria No sé qué me impulsó a venir aquí después de que Natasha me dijera que era mejor marcharse, pero ya no puedo arrepentirme. Alec avanza hacia mí con paso lento, completamente desnudo y con una mirada oscurecida por el deseo que siente por mí. Mi mirada lo recorre de los pies a la cabeza, y me