Pobre Aria, el embarazo de trillizos no le está sentando bien... ¡Muchas gracias por leer la historia! No te olvides de dejar tu voto, comentario y reseña.
AriaCuando recobro la conciencia, estoy en una camilla y hay ruidos molestos a mi alrededor. El rostro de mi hermano es lo primero que me encuentro, aunque eso no me tranquiliza en lo absoluto.—Jackson —susurro—. ¿Qué pasó?—Te descompensaste, o eso fue lo que entendí al doctor —me responde—. Ay,
AriaDe camino a casa, Jackson está muy callado y cuenta una y otra vez con los dedos. Sé que está haciendo cálculos de todo lo que tendremos que gastar cuando lleguen cuatro bebés a nuestras vidas. Y es mejor que él lo piense, pues yo no tengo cabeza para pensar en esas cifras estratosféricas de pa
—¿Por qué no te creo? —pregunta, mirándome consternado—. ¿Qué diablos me estás ocultando, Aria?—Nada —contesto—. Solo estoy enferma, y ya me disculpé por las cosas que hice ayer, que esas las hice estando molesta. Pero el hospital…—¿Qué médico fue el que te tocó? —me pregunta ansioso mientras me a
AlecAl irme de esa m*****a casa lo hago con un mal sabor de boca y una creciente frustración conmigo mismo por haberme descontrolado y no haber sido capaz de decirle cosas que la mantengan a raya en lugar de alimentar un posible y peligroso rencor.Pero, ¿cómo podía controlarme? Me volví loco cuand
—Promocionas muchos perfumes, seguramente es eso —digo, luchando para que no se note mi irritación—. Vamos a la cama.—Okey, pero date una ducha, cariño. No quiero ese olor en ti.—Está bien.Cuando por fin entramos en la habitación y la dejo en la cama, me meto al baño para darme esa ducha que espe
AriaMi hermano no se muestra de acuerdo en que me vaya y huya lejos de todo y todos, pero al hablar más en profundidad, él logra entenderme y cerramos la conversación con un abrazo que termina con bromas de él de que voy a contagiarlo.Cuando me quedo a solas, me echo a llorar en silencio. Que mi h
—Seguro que tiene a alguien espiándote —resopla—. Mi nieto, cuando algo le interesa, es capaz de hacer cualquier cosa.—Pero yo no…—Le interesas, eso es seguro —me responde con mucha seriedad—. No de la forma en la que cualquier mujer dulce como tú esperaría, pero por algo está pendiente de tus mov
AlecPor esta noche me libro de los cuestionamientos de mi futura esposa y se queda contenta con dormir abrazada a mí. Aun así, no siento alivio, pues mi cerebro siempre piensa a futuro y sé que no podré evadirla para siempre, que tengo que hacer algo para funcionar y no pensar en mi asistente cuand