—¿Por qué no te creo? —pregunta, mirándome consternado—. ¿Qué diablos me estás ocultando, Aria?—Nada —contesto—. Solo estoy enferma, y ya me disculpé por las cosas que hice ayer, que esas las hice estando molesta. Pero el hospital…—¿Qué médico fue el que te tocó? —me pregunta ansioso mientras me a
AlecAl irme de esa m*****a casa lo hago con un mal sabor de boca y una creciente frustración conmigo mismo por haberme descontrolado y no haber sido capaz de decirle cosas que la mantengan a raya en lugar de alimentar un posible y peligroso rencor.Pero, ¿cómo podía controlarme? Me volví loco cuand
—Promocionas muchos perfumes, seguramente es eso —digo, luchando para que no se note mi irritación—. Vamos a la cama.—Okey, pero date una ducha, cariño. No quiero ese olor en ti.—Está bien.Cuando por fin entramos en la habitación y la dejo en la cama, me meto al baño para darme esa ducha que espe
AriaMi hermano no se muestra de acuerdo en que me vaya y huya lejos de todo y todos, pero al hablar más en profundidad, él logra entenderme y cerramos la conversación con un abrazo que termina con bromas de él de que voy a contagiarlo.Cuando me quedo a solas, me echo a llorar en silencio. Que mi h
—Seguro que tiene a alguien espiándote —resopla—. Mi nieto, cuando algo le interesa, es capaz de hacer cualquier cosa.—Pero yo no…—Le interesas, eso es seguro —me responde con mucha seriedad—. No de la forma en la que cualquier mujer dulce como tú esperaría, pero por algo está pendiente de tus mov
AlecPor esta noche me libro de los cuestionamientos de mi futura esposa y se queda contenta con dormir abrazada a mí. Aun así, no siento alivio, pues mi cerebro siempre piensa a futuro y sé que no podré evadirla para siempre, que tengo que hacer algo para funcionar y no pensar en mi asistente cuand
—Alec dijo que quiere solucionar todo para que cuando nos vayamos de luna de miel no tengamos ningún pendiente —me defiende Natasha—. Déjalo ir, va a volver pronto porque me quiere ver feliz. Además, yo vine de sorpresa, no es como que Alec tuviera tiempo de organizar sus tiempos para mí. —Bien —as
Al llegar a la empresa, luego de reanudar mi camino porque me detuve a pedirle la comida a Aria, no respondo al saludo de nadie. Lo último que quiero es escuchar a mis empleados, a los cuales detesto con cada fibra de mi ser. Sé que todos son eslabones importantes y que sin ellos, en combinación con