Ahora sí que ella está decidida a marcharse... ¿Qué hará él cuando lo logre? ¡Muchas gracias por leer mi historia! No te olvides de dejar tu voto y tus comentarios.
AlecLos pensamientos con respecto a Aria me torturan una y otra vez mientras conduzco hacia el departamento para encontrarme con Natasha, a quien muchas veces le he advertido que no use esos enormes tacones si no está en una pasarela. Hace algunos años me preocupaba su seguridad; hoy en día lo hago
AriaLos medicamentos llegan al poco tiempo de que llego a casa, pero también un almuerzo, el cual debe ser algo bueno, pero que no puedo oler por culpa de la congestión nasal que tengo. La comida proviene del restaurante que el señor Elwood frecuenta y que sabe que me gusta. Aquel gesto me emociona
Salgo con paso cuidadoso del baño y veo a mi hermano caminando de un lado a otro por el comedor. Le está diciendo a Stacy que se haga una prueba de embarazo porque él vomitó y no es normal que vomite.—Jackson, tranquilízate —le digo.—Creo que estás algo alterado, mi amor —le dice ella por el altav
AlecCuando las llamadas de ese estúpido de mi empleado se incrementan, pido permiso a Natasha y a mi madre para salir del auto y poder contestar.—Señor, qué bueno que contesta —me dice Rowan—. Es que…—Lo que sea que tengas que decirme, que sea rápido —exijo—. ¿Por qué te tomas la libertad de llam
AriaPor más que trato de convencerme de que la prudencia debe caber en mí, no puedo evitar caer en ese sentimiento de rencor y tratar de chantajear emocionalmente a mi jefe con la esperanza de que se sienta mal cuando yo me vaya.Pero siendo realista, ¿realmente va a importarle? No. Tal vez tenga m
AriaCuando recobro la conciencia, estoy en una camilla y hay ruidos molestos a mi alrededor. El rostro de mi hermano es lo primero que me encuentro, aunque eso no me tranquiliza en lo absoluto.—Jackson —susurro—. ¿Qué pasó?—Te descompensaste, o eso fue lo que entendí al doctor —me responde—. Ay,
AriaDe camino a casa, Jackson está muy callado y cuenta una y otra vez con los dedos. Sé que está haciendo cálculos de todo lo que tendremos que gastar cuando lleguen cuatro bebés a nuestras vidas. Y es mejor que él lo piense, pues yo no tengo cabeza para pensar en esas cifras estratosféricas de pa
—¿Por qué no te creo? —pregunta, mirándome consternado—. ¿Qué diablos me estás ocultando, Aria?—Nada —contesto—. Solo estoy enferma, y ya me disculpé por las cosas que hice ayer, que esas las hice estando molesta. Pero el hospital…—¿Qué médico fue el que te tocó? —me pregunta ansioso mientras me a