Ese baño y esa enfermedad le provocaron mucho al señor Elwood... ¡Muchas gracias por leer mi novela! No te olvides de dejar tu voto y comentario.
AriaÉl se mueve de forma lenta dentro de mí, pero con una intensidad abrasadora y que me está quemando más que la misma fiebre.No me preocupo por fingir que tengo miedo de que me embarace, simplemente disfruto de lo que me hace con tanta pasión.Alec Elwood está hasta el último rincón de todo mi s
AriaJohn pasa por mí aproximadamente veinte minutos después de que la doctora me da su diagnóstico. Ella tuvo un buen acto de caridad conmigo y esperó paciente a que él llegara, dado que cuando el señor Elwood fue por un vaso con agua para que pudiera tomarme la pastilla, le pedí que no me dejara a
AlecLos pensamientos con respecto a Aria me torturan una y otra vez mientras conduzco hacia el departamento para encontrarme con Natasha, a quien muchas veces le he advertido que no use esos enormes tacones si no está en una pasarela. Hace algunos años me preocupaba su seguridad; hoy en día lo hago
AriaLos medicamentos llegan al poco tiempo de que llego a casa, pero también un almuerzo, el cual debe ser algo bueno, pero que no puedo oler por culpa de la congestión nasal que tengo. La comida proviene del restaurante que el señor Elwood frecuenta y que sabe que me gusta. Aquel gesto me emociona
Salgo con paso cuidadoso del baño y veo a mi hermano caminando de un lado a otro por el comedor. Le está diciendo a Stacy que se haga una prueba de embarazo porque él vomitó y no es normal que vomite.—Jackson, tranquilízate —le digo.—Creo que estás algo alterado, mi amor —le dice ella por el altav
AlecCuando las llamadas de ese estúpido de mi empleado se incrementan, pido permiso a Natasha y a mi madre para salir del auto y poder contestar.—Señor, qué bueno que contesta —me dice Rowan—. Es que…—Lo que sea que tengas que decirme, que sea rápido —exijo—. ¿Por qué te tomas la libertad de llam
AriaPor más que trato de convencerme de que la prudencia debe caber en mí, no puedo evitar caer en ese sentimiento de rencor y tratar de chantajear emocionalmente a mi jefe con la esperanza de que se sienta mal cuando yo me vaya.Pero siendo realista, ¿realmente va a importarle? No. Tal vez tenga m
AriaCuando recobro la conciencia, estoy en una camilla y hay ruidos molestos a mi alrededor. El rostro de mi hermano es lo primero que me encuentro, aunque eso no me tranquiliza en lo absoluto.—Jackson —susurro—. ¿Qué pasó?—Te descompensaste, o eso fue lo que entendí al doctor —me responde—. Ay,