Sentada en el desayunador, ocultando el rostro entre sus manos recordó su pasado, ese pasado doloroso y vergonzoso del que no podría hablarle a su hija nunca, porque…, ¿cómo decirle a su niña que era producto de una salvaje violación que sufrió ella una noche en un oscuro callejón?
Sus sollozos se intensificaron reviviendo ese horrible momento…Salió bastante tarde del bar donde trabajaba, gracias al desalmado de su jefe que le exigió doblar su turno bajo amenaza de despido; era pasada la medianoche, ya no había trafico ni de automóviles ni de personas y la calle por la que iba caminando estaba escasamente iluminada.
Sintió pasos detrás de ella, trató de huir, pero fue inútil, tres hombres la asaltaron; rasgaron su ropa, la golpearon y no pudo luchar contra ellos. Una señora que escuchó todo, salió cuando los hom
De regreso a su empresa, Sienna iba muy callada, concentrada en sus pensamientos, definitivamente Román Molina la tenía impresionada; alto, rubio con unos extraordinarios ojos verdes que parecían grama fresca; su porte elegante, sus maneras, todo en él era atractivo, pero le resultaba muy improbable que fuera sincero por lo tanto se negaba rotundamente a creer ni siquiera una pequeña parte de todo lo que le decía.El abogado Molina era encantador y con solo recordar su sonrisa ella también lo hacía, no obstante, su mente viajó hasta esa época cuando su día a día era recibir humillaciones, estaba marcada y por eso no confiaba:Se encontraba, una vez más, en el último cubículo del baño de su colegio escondida y llorando; deseando llamar a su padre que la adoraba, pero seguramente solo aparecería su madre y para ella era una preocupación vergon
El silencio volvió a reinar en el automóvil, pero el señor Mantis hizo una llamada telefónica que la llenó de satisfacción, porque frente a ella ordenó que se hiciera la documentación pertinente para convertirla en socia junior de su firma de abogados. –Muchas gracias señor Mantis. –Lo prometido es deuda señorita Delonardo y usted ha demostrado ser una pieza muy valiosa para mi grupo de empresas, eso debe ser reconocido, valorado y recompensado. –No lo decepcionaré, haré mucho honor a ese reconocimiento.–¿Sabe qué? Puede tomarse el resto del día señorita Delonardo,
Sin volver la vista atrás, Renán fue a su oficina, recogió sus llaves y se despidió de su secretaria, anunciando que tal vez no regresaría esa tarde.Alberto estaba en el pasillo con Madison y el resto del grupo de la firma Bellisario, con un gesto se despidió de su amigo. Él manifestaba su disgusto porque le habían cambiado todo lo que tenía adelantado con el presidente de la firma. –Entiendo su punto señor Centeno –decía Madison–, pero me pusieron a cargo y busco lo mejor para mi empresa. –Bueno, por ahora no hay nada más que discutir. –Quiero una cita con Renán para discutir nuevos términos.&
La ayudó a levantarse y ella reconoció que sentía la espalda entumecida, él la llevó hasta el baño, le subió la bata, la ayudó a bajar las bragas y esperó hasta que estuvo sentada. –Necesito estar sola para continuar. –De acuerdo, pero estaré en la puerta. –No tan cerca, yo te llamo.Renán rodó los ojos y salió, sin embargo, entendía esa parte así que salió, cerró la puerta y se retiró hasta la ventana, pero atento a cualquier llamado de ella. –Estoy lista –escuchó y se apresuró a entrar para ayudarla a llegar hasta la
En la lujosa residencia de los padres de Renán, una furiosa Bianca caminaba de un lado a otro en la sala familiar, restregaba sus manos y murmuraba algo ininteligible, así la encontró su esposo Randy Viteri. –¿Por qué te comportas así?, ¿qué tienes Bianca? –El insensato de tu hijo pasó la noche en la casucha de la arribista esa. –¿Tú como lo sabes?, ¿estás investigando a Renán? –Por supuesto que sí, tengo que estar al tanto de las estupideces que está cometiendo por esa mujer, exponiéndome a las críticas de mis amigos, ¿sabes lo que van a
Su entrada al establecimiento donde lo esperaban sus amigos llamó la atención, vestido de traje y corbata era imponente, magnético y despedía un aura de poder que intimidaba; sin embargo, cuando se relajaba y vestía informalmente, como en ese momento, que lucía un pantalón de mezclilla negra, con franela de punto en azul claro adherida al cuerpo y chaqueta negra de cuero; se veía simplemente espectacular.Lo condujeron al área VIP donde estaban sus amigos y avanzó con paso decidido sin prestar atención a las miradas que recibía a su paso. Llegó, saludó y de una vez Alberto extendió su mano ofreciéndole una botella de cerveza, que él tomó, pero no bebió enseguida. –¿La acompañas con Soju o Tequila?&
Sin entusiasmo alguno respondió la llamada, solo deseaba pasar ese fin de semana tranquilo ya que su propósito era darle un ambiente relajado a Maddy para que descansara sabiendo que los niños estaban en un lugar seguro y divertido.No obstante, parecía que su madre no tenía intención de dejarlo tranquilo, decidió responder luego de aspirar una gran bocanada de aire: –Sí dime. –¿Dónde estás que no has llegado a tu apartamento? –Tendrás que ir tú a hacerle compañía a Cassandra porque no pienso ir a ese lugar mientras ella esté allí –espetó y supo que su madre se había sorprendido.&n
El desespero de Bianca la estaba llevando a idear situaciones de diferentes matices, desde unas inofensivas hasta otras realmente maquiavélicas, no descartó ninguna, pensaba que las pondría todas en práctica ya que tenía el tiempo en contra, así que tomó el teléfono y llamó al padre de Lucía Carolina. –Conrad, necesito hablar contigo. –En este momento no puedo atenderte, siempre te digo que me envíes un mensaje y yo te llamo, pero nunca haces caso. –No me gusta que me digan lo que puedo o no puedo hacer, llámame pronto.Mientras esperaba que le devolviera la llamada, Bianca recordó la forma en que había convertido a Conrad Nevin en uno