Sin volver la vista atrás, Renán fue a su oficina, recogió sus llaves y se despidió de su secretaria, anunciando que tal vez no regresaría esa tarde.
Alberto estaba en el pasillo con Madison y el resto del grupo de la firma Bellisario, con un gesto se despidió de su amigo. Él manifestaba su disgusto porque le habían cambiado todo lo que tenía adelantado con el presidente de la firma.
–Entiendo su punto señor Centeno –decía Madison–, pero me pusieron a cargo y busco lo mejor para mi empresa.
–Bueno, por ahora no hay nada más que discutir.
–Quiero una cita con Renán para discutir nuevos términos.
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La ayudó a levantarse y ella reconoció que sentía la espalda entumecida, él la llevó hasta el baño, le subió la bata, la ayudó a bajar las bragas y esperó hasta que estuvo sentada. –Necesito estar sola para continuar. –De acuerdo, pero estaré en la puerta. –No tan cerca, yo te llamo.Renán rodó los ojos y salió, sin embargo, entendía esa parte así que salió, cerró la puerta y se retiró hasta la ventana, pero atento a cualquier llamado de ella. –Estoy lista –escuchó y se apresuró a entrar para ayudarla a llegar hasta la
En la lujosa residencia de los padres de Renán, una furiosa Bianca caminaba de un lado a otro en la sala familiar, restregaba sus manos y murmuraba algo ininteligible, así la encontró su esposo Randy Viteri. –¿Por qué te comportas así?, ¿qué tienes Bianca? –El insensato de tu hijo pasó la noche en la casucha de la arribista esa. –¿Tú como lo sabes?, ¿estás investigando a Renán? –Por supuesto que sí, tengo que estar al tanto de las estupideces que está cometiendo por esa mujer, exponiéndome a las críticas de mis amigos, ¿sabes lo que van a
Su entrada al establecimiento donde lo esperaban sus amigos llamó la atención, vestido de traje y corbata era imponente, magnético y despedía un aura de poder que intimidaba; sin embargo, cuando se relajaba y vestía informalmente, como en ese momento, que lucía un pantalón de mezclilla negra, con franela de punto en azul claro adherida al cuerpo y chaqueta negra de cuero; se veía simplemente espectacular.Lo condujeron al área VIP donde estaban sus amigos y avanzó con paso decidido sin prestar atención a las miradas que recibía a su paso. Llegó, saludó y de una vez Alberto extendió su mano ofreciéndole una botella de cerveza, que él tomó, pero no bebió enseguida. –¿La acompañas con Soju o Tequila?&
Sin entusiasmo alguno respondió la llamada, solo deseaba pasar ese fin de semana tranquilo ya que su propósito era darle un ambiente relajado a Maddy para que descansara sabiendo que los niños estaban en un lugar seguro y divertido.No obstante, parecía que su madre no tenía intención de dejarlo tranquilo, decidió responder luego de aspirar una gran bocanada de aire: –Sí dime. –¿Dónde estás que no has llegado a tu apartamento? –Tendrás que ir tú a hacerle compañía a Cassandra porque no pienso ir a ese lugar mientras ella esté allí –espetó y supo que su madre se había sorprendido.&n
El desespero de Bianca la estaba llevando a idear situaciones de diferentes matices, desde unas inofensivas hasta otras realmente maquiavélicas, no descartó ninguna, pensaba que las pondría todas en práctica ya que tenía el tiempo en contra, así que tomó el teléfono y llamó al padre de Lucía Carolina. –Conrad, necesito hablar contigo. –En este momento no puedo atenderte, siempre te digo que me envíes un mensaje y yo te llamo, pero nunca haces caso. –No me gusta que me digan lo que puedo o no puedo hacer, llámame pronto.Mientras esperaba que le devolviera la llamada, Bianca recordó la forma en que había convertido a Conrad Nevin en uno
Madeleine paseaba su vista del estuche a los orbes, azul cielo, de Renán, se sentía ansiosa y nerviosa, ese anillo podría representar algo muy serio, no sabía explicar la sensación que la invadía al tenerlo inclinado hacia ella ofreciéndole ese estuche, por un instante deseó que fuera real, finalmente articuló: –No creo que sea apropiado usarlo, debería estar destinado a alguien que ames, una mujer que realmente desees convertir en tu esposa, yo soy un convenio.Sin comentar nada respecto a lo dicho por Maddy, sacó el anillo, tomó su mano y lo colocó en su dedo anular, retuvo su mano entre las suyas y acortó la distancia que separaba sus rostros. –Dijiste que no volverías a besarme –advirtió ella al res
Renán subió a su auto, el que había dejado aparcado en casa de Maddy y arrancó de allí velozmente, ella lo encendía, sudaba de solo recordar el gran deseo que surgió en él con solo besarla.Huyó como un cobarde, fue incapaz de decirle algo, pero de no haberse retirado su excitación hubiese sido evidente para Maddy.No entendía lo que le estaba sucediendo con ella, pero tenerla tan cerca, mirarse en esos hermosos ojos dorados, aspirar su dulce aroma y ver sus labios llenos y entreabiertos, invitándolo, fue demasiado.De pronto reparó en que tal vez no tuviera adónde ir, así que llamó a su empleado Ernesto. –¿Cómo está señor? –Bien Ernesto, ¿puedo ir a c
Lo siguiente que hizo Renán al terminar de leer ese informe sobre la supuesta madre de los trillizos, Diane Stuart, fue llamar a su amigo Román. –¿Qué tal amigo?, ¿ya de regreso? –Así es y acabo de leer el informe sobre Diane Stuart. –¿Ayuda en algo? –En mucho Román, pero necesito que lo leas a ver si llegas a la misma sospecha que yo. –Me estás alarmando amigo, ¿qué hay en ese informe? –Lo escaneo y te lo env