Su entrada al establecimiento donde lo esperaban sus amigos llamó la atención, vestido de traje y corbata era imponente, magnético y despedía un aura de poder que intimidaba; sin embargo, cuando se relajaba y vestía informalmente, como en ese momento, que lucía un pantalón de mezclilla negra, con franela de punto en azul claro adherida al cuerpo y chaqueta negra de cuero; se veía simplemente espectacular.
Lo condujeron al área VIP donde estaban sus amigos y avanzó con paso decidido sin prestar atención a las miradas que recibía a su paso. Llegó, saludó y de una vez Alberto extendió su mano ofreciéndole una botella de cerveza, que él tomó, pero no bebió enseguida.
–¿La acompañas con Soju o Tequila?
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Sin entusiasmo alguno respondió la llamada, solo deseaba pasar ese fin de semana tranquilo ya que su propósito era darle un ambiente relajado a Maddy para que descansara sabiendo que los niños estaban en un lugar seguro y divertido.No obstante, parecía que su madre no tenía intención de dejarlo tranquilo, decidió responder luego de aspirar una gran bocanada de aire: –Sí dime. –¿Dónde estás que no has llegado a tu apartamento? –Tendrás que ir tú a hacerle compañía a Cassandra porque no pienso ir a ese lugar mientras ella esté allí –espetó y supo que su madre se había sorprendido.&n
El desespero de Bianca la estaba llevando a idear situaciones de diferentes matices, desde unas inofensivas hasta otras realmente maquiavélicas, no descartó ninguna, pensaba que las pondría todas en práctica ya que tenía el tiempo en contra, así que tomó el teléfono y llamó al padre de Lucía Carolina. –Conrad, necesito hablar contigo. –En este momento no puedo atenderte, siempre te digo que me envíes un mensaje y yo te llamo, pero nunca haces caso. –No me gusta que me digan lo que puedo o no puedo hacer, llámame pronto.Mientras esperaba que le devolviera la llamada, Bianca recordó la forma en que había convertido a Conrad Nevin en uno
Madeleine paseaba su vista del estuche a los orbes, azul cielo, de Renán, se sentía ansiosa y nerviosa, ese anillo podría representar algo muy serio, no sabía explicar la sensación que la invadía al tenerlo inclinado hacia ella ofreciéndole ese estuche, por un instante deseó que fuera real, finalmente articuló: –No creo que sea apropiado usarlo, debería estar destinado a alguien que ames, una mujer que realmente desees convertir en tu esposa, yo soy un convenio.Sin comentar nada respecto a lo dicho por Maddy, sacó el anillo, tomó su mano y lo colocó en su dedo anular, retuvo su mano entre las suyas y acortó la distancia que separaba sus rostros. –Dijiste que no volverías a besarme –advirtió ella al res
Renán subió a su auto, el que había dejado aparcado en casa de Maddy y arrancó de allí velozmente, ella lo encendía, sudaba de solo recordar el gran deseo que surgió en él con solo besarla.Huyó como un cobarde, fue incapaz de decirle algo, pero de no haberse retirado su excitación hubiese sido evidente para Maddy.No entendía lo que le estaba sucediendo con ella, pero tenerla tan cerca, mirarse en esos hermosos ojos dorados, aspirar su dulce aroma y ver sus labios llenos y entreabiertos, invitándolo, fue demasiado.De pronto reparó en que tal vez no tuviera adónde ir, así que llamó a su empleado Ernesto. –¿Cómo está señor? –Bien Ernesto, ¿puedo ir a c
Lo siguiente que hizo Renán al terminar de leer ese informe sobre la supuesta madre de los trillizos, Diane Stuart, fue llamar a su amigo Román. –¿Qué tal amigo?, ¿ya de regreso? –Así es y acabo de leer el informe sobre Diane Stuart. –¿Ayuda en algo? –En mucho Román, pero necesito que lo leas a ver si llegas a la misma sospecha que yo. –Me estás alarmando amigo, ¿qué hay en ese informe? –Lo escaneo y te lo env
Renán despertó antes de que sonara su alarma o que el mismo Ernesto lo llamara, sentía que apenas acababa de cerrar los ojos, no obstante, se levantó con la determinación brillándole en el rostro.Su chofer se encontraba en la cocina disfrutando de una taza de café, el cual desprendía un aroma que inundaba toda el área, así que luego de dar los buenos días, pidió que le sirvieran a él también. –¿Vamos a la oficina jefe? –preguntó Federico al abrirle la puerta del automóvil. –No, primero llévame a la casa de Madeleine, por favor.Llegó al momento en que los cuatro niños tomaban su cereal, ya uniformados, entró, los saludó y, por primera vez, se detuvo a co
Madeleine abrió mucho los ojos, asimilaba lentamente lo dicho por Renán, al mismo tiempo que internalizaba las implicaciones futuras si resultaba ser cierta la sospecha de él, en vista del silencio de ella, se animó a continuar: –¿Me permitirías hacer una prueba de paternidad? –¿Qué harás si resulta positiva? –Nada extraordinario o que tú no quieras, nos casaremos y nuestro vínculo legal cubrirá mi paternidad, tú tendrás mi apellido, ellos también podrán tenerlo; con solo ser tuyos ya te había prometido protegerlos, eso no ha cambiado, sin tomar en consideración el resultado de esa prueba puedes contar conmigo.Ella
El investigador de Bianca, vía telefónica, le dio un informe detallado de las actividades de Renán, llamando su atención el hecho de la visita al apartamento 506 del edificio Cumbre, el cual está arrendado a la señorita Arabella Barret, quien frecuentemente es visitada por Renán. –Quiero el número telefónico de esa mujer de inmediato. –Ya se lo envío, me fue fácil obtener información haciéndome pasar por abogado. –A decir verdad, no me interesa cómo lo haces siempre y cuando me des los resultados que quiero, sigue atento.Así que, después de hablarle tan amablemente, Bianca obtuvo lo que quería, pero no hizo ningun