Cap. 22 Ella huele a vainilla

Cuando Cassandra salió del edificio, caminó directamente hacia un automóvil estacionado a una cuadra en la acera de enfrente, tenía los vidrios polarizados por lo que era imposible ver hacia el interior del mismo, lo abordó, tomó asiento y fue recibida con preguntas ansiosas:

            –Bien, ¿cómo te fue?, ¿qué te dijo?, ¿fue amable?

            –Bianca, ¿podrías explicarme de dónde sacaste que él no era rencoroso?, ninguno de tus consejos fue útil, por poco me manda a sacar de allí con los guardias de seguridad.

            –¡No puede ser!

            –Sí puede ser, tuve que mantene

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