C92- LAS RESPUESTAS QUE NECESITABA.Consorcio Blackwell &Stanton.La sala de juntas del Consorcio Blackwell &Stanton eran un espectáculo de opulencia y poder. Los ventanales del piso al techo ofrecían una vista panorámica de la ciudad. En los asientos frente a la imponente mesa, los socios más influyentes del consorcio estaban reunidos.Entre ellos, Alexander Blackwell, imponente como un rey en su trono, y su hijo Mateo. Alaric Stanton, por su parte, estaba sentado al otro extremo de la mesa, con Lucien a su lado.—Los balances del último trimestre muestran una ligera caída en los ingresos provenientes de las rutas del Atlántico Norte —dijo uno de los socios, rompiendo el silencio. Alexander, entrelazó los dedos sobre la mesa y dirigió una mirada firme al hombre.—Eso es irrelevante —dijo —. Lo que importa es que mi red de transporte sigue siendo la columna vertebral de este consorcio. Sin ella, no estaríamos aquí discutiendo balances, porque no habría balances que discutir.Alaric se
C93- LA CULPA DE TODO.Lucien condujo al pequeño departamento que habían acordado como punto de encuentro. Cuando llegó, el investigador lo recibió con una expresión seria. Y no estaba solo. En una esquina de la sala, una mujer mayor esperaba, nerviosa, con las manos apretadas sobre su regazo.—¿Es ella? —preguntó.—Si, el ama de llaves de William Bradford —respondió el investigador ―Cuidó casi toda su vida de Grace, señor.El corazón de Lucien dio un vuelco al escuchar el nombre de Grace. Sin esperar más, se sentó frente a la mujer, sus ojos clavados en los de ella, urgentes.—Hable —dijo, más como una orden que una petición.La mujer tragó saliva y miró al investigador, como buscando apoyo. Luego, con un hilo de voz, comenzó:—Mi niña… Grace… Ella… —Hizo una pausa y respiró hondo, como si las palabras fueran un peso demasiado grande para cargar—. Sufrió mucho cuando el señor William la encerró, lo hizo apenas descubrió que estaba embarazada. Y se burló de ella cuando le confesó que
C94- AUTODESTRUCCIÓN.CONSORCIO BLACKWELL & STANTON.El silencio en la oficina era pesado. Solo el sonido del hielo derritiéndose en el vaso de whisky rompía la quietud. La botella, casi vacía, se inclinaba peligrosamente al borde del escritorio, como si compartiera el desajuste de su dueño. Lucien estaba allí, sentado en su silla, con los codos apoyados en la mesa y las manos sujetando su cabeza. Su cabello, siempre impecable, ahora estaba desordenado, y sus ojos rojos, hinchados, hablaban de las veces que había llorado.Su cabeza repetía una y otra vez las declaraciones del ama de llaves. Y en su mente, la imagen de los trillizos recién nacidos siendo arrancados por William de su madre era lo más doloroso que Lucien había experimentado. Sus dedos temblaban al tocar el vaso, y con manos vacilantes, lo levantó.Bebió de un solo trago todo el whisky, dejando que el alcohol quemara su garganta. Pero no era suficiente. Nada podía apagar el fuego que lo consumía.—Maldito seas, William...
C95- ¿NANA ERES TÚ? Grace estaba en la cocina, concentrada en amasar panecillos. El suave aroma de la harina y la levadura llenaba el aire, pero no lograba calmar la inquietud que sentía en el pecho. Sus manos se movían mecánicamente, golpeando la masa contra la encimera, mientras sus ojos se perdían en el paisaje más allá de la ventana. Había pasado días convenciéndose de que la ausencia de Lucien no le importaba, pero cada vez que escuchaba un coche acercarse, su corazón la traicionaba.Esta vez no fue diferente. El sonido de pasos en el vestíbulo rompió el silencio, haciéndola detenerse. Limpió sus manos en el delantal y salió de la cocina con el ceño fruncido.Era el secretario personal de Lucien, impecable como siempre, con una carpeta bajo el brazo y una expresión profesional pero amable.—Señorita Grace —dijo con una leve inclinación de cabeza—, el señor Blackwell me ha pedido que le entregue esto personalmente.Grace lo miró confundida, cruzándose de brazos.—¿Para mí? ¿Está s
C96- ¿DE VERDAD ERES UN DUQUE?La habitación se llenó de un silencio incómodo cuando la nana suspiró y bajó la mirada.—Le dije la verdad, mi niña. Le conté lo que te hizo tu padre… y que él tiene la culpa.Grace sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo.—¡Nana!La mujer levantó la mirada, firme pero con un dejo de tristeza en los ojos.—¿Qué? Es la verdad. Ese hombre es un cobarde. Si hubiera dado la cara, tú no habrías pasado por todo aquello. Tiene su parte de responsabilidad. Por eso no me dio lástima cuando lloró.—¿Lucien… estaba llorando? —Grace sintió cómo se le trababa la voz. Era como si la imagen que tenía de él se derrumbara frente a sus ojos.—Como un bebé, mi niña —respondió la nana, asintiendo con seriedad—. Pero es lógico. Los cargos de conciencia pesan. Así que no le tengas lástima.Grace no pudo responder. Sus pensamientos iban y venían como un remolino. Trató de imaginar a Lucien, tan frío y seguro, derrumbándose de esa manera, y no pudo evitar que algo en su interi
C97- NUNCA MÁS.Lucien tambaleó ligeramente, pero su mirada permanecía fija en Mateo. Sus ojos estaban inyectados de celos, y su tono, cuando habló, rezumaba veneno.—Qué curioso verte tan cómodo, Mateo. ¿Es eso lo que haces ahora? ¿Jugar al protector con mujeres que no te pertenecen?Mateo, tranquilo pero firme, no retrocedió. Su postura era relajada, pero sus ojos no dejaban de observar a Lucien, analizando cada uno de sus movimientos.—No sabía que las personas eran propiedad, Lucien. Grace mucho menos. Además, mírate... estás borracho.Lucien dio un paso hacia él, sujetando el vaso de whisky como si fuera su única conexión con la cordura. Su voz se volvió más cortante, cargada de un desprecio que intentaba esconder su propia inseguridad.—¿Sabes quién es ella? —gruñó, señalando a Grace con el vaso—. Es la madre de mis hijos. Mis hijos, Mateo. ¿Tú qué tienes? Nada. No tienes nada. Nosotros… nosotros estamos unidos de una forma que tú nunca entenderás. Así que será mejor que te vaya
C98- ¿QUÉ LA HACE TAN PODEROSA?Grace se detuvo frente a la mesa de bebidas, sintiendo un torbellino en su interior que apenas podía controlar. Sin pensarlo demasiado, tomó una copa y la llevó a sus labios. El líquido ardió al recorrer su garganta, pero no hizo más que intensificar el nudo que sentía en el pecho. Cerró los ojos un instante, apretando la copa con fuerza entre sus dedos, como si eso pudiera contener el dolor que la invadía. La imagen de Lucien seguía ahí, fija en su mente. Lo amaba, lo sabía con cada fibra de su ser, pero el orgullo, mezclado con las heridas que él mismo había causado, la mantenían atrapada en un muro que no podía derribar.«Pasará, Grace... todo pasa y se olvida...» susurró para sí misma, aunque en el fondo no estaba segura de creerlo. Tomó otro sorbo, más largo esta vez, como si el vino pudiera calmar el temblor de sus manos o silenciar la voz en su cabeza que le rogaba que fuera hacia él. Quería abrazarlo, quería decirle que sí, que todo podía arr
C99- REVELACIONES.El impacto de aquellas palabras resonó como un trueno, dejando al salón en un silencio sepulcral. Los murmullos y miradas curiosas de los invitados se disiparon al instante, sustituidos por expresiones de asombro e incredulidad. Algunos abrieron la boca, incapaces de articular palabra, mientras otros intercambiaban miradas, intentando comprender lo que acababan de presenciar.Alessia quedó inmóvil, congelada por el peso de la revelación. Su rostro pasó rápidamente de la burla al horror, y sus labios temblaron, incapaces de formar palabras. Sus ojos, abiertos como platos, se movían frenéticamente entre Alexander y Grace, como si intentara procesar lo imposible.—¿Qué… qué estás diciendo? —balbuceó, su voz quebrada y vacilante—. Eso no puede ser verdad. ¡Es una mentira!Alexander mantuvo su postura firme, su mirada fija en ella, imperturbable.—¿De verdad crees que mentiría sobre algo así? —respondió con frialdad—. ¿Crees que arriesgaría mi nombre, mi familia y mi lega