Cap. 2: DIVORCIO - PARTE II
Isabel entraba en el portón de su casa cuando vio venir a sus padres a ella.
Iker Del Castillo, cuando estaba a dos pasos de ella, le espetó a la cara, mientras alargaba su brazo:
—¡El negocio de la familia está acabado por tu adulterio! —y ¡Paff! La abofeteó. Isabel fue golpeada tan fuerte por la mano de su padre que fue enviada lejos y cayó sentada en el piso. Sorprendida, no tuvo tiempo de reaccionar, por lo que su madre agarró a su papá para evitar que la siguiera golpeando.
—Por favor Iker, tranquilízate, esto puede afectar tu salud.
—En esta casa no serás recibida, ni tampoco eres hija nuestra, desde este momento, no queremos saber nada de ti.
Isabel se levantó llorando, su madre se acercó a ella.
—Hija, ¿Cómo pudiste hacernos algo así? No pensaste ni en ti misma. Eres una vergüenza para nosotros.
—Mamá, no pueden creer que yo haya hecho semejante horror. Ustedes me criaron, aprendí de ustedes a ser honesta, sincera, no soy una cualquiera y ustedes lo saben.
—Todo te acusa y tu padre es demasiado severo en eso. Él no se retractará, lo siento.
Isabel se levantó, tomó su maleta y salió. Se detuvo en medio de la calle, sin saber a dónde ir, miró la solitaria calle, sus ojos se llenaron de lágrimas.
Se dobló en su llanto, y quedó anclada al piso, lloraba copioso, mientras recordaba las palabras tan horribles que oyó de todos, cuando se percató de que alguien venía corriendo hacia ella. Levantó la vista, pero no lograba distinguir el rostro que se acercó y la tomó del brazo para levantarla.
—Isabel, Isabel, amiga, ven, ven, no te puedes quedar ahí, vamos, levántate… ¡Esos malditos! Ven… Vamos a mi casa.
Isabel alzó la vista y apenas pudo reconocer, a través de las lágrimas, el rostro de Brizna, su única amiga desde el colegio y vecina del lugar. Isabel se levantó como pudo y caminó a su lado, Brizna tomó la maleta y la arrastró hasta su casa.
Ya en la noche Brizna le dijo:
—Mis padres están de acuerdo con que te quedes en esta casa hasta que te estabilices. Ellos, al igual que yo, creemos en ti, Isabel…
—Gracias Brizna —Isabel aguó sus ojos, sintió el consuelo de su amiga y de sus padres, algo que no obtuvo ni de los de ella.
A la mañana siguiente, ya lunes, recibió un mensaje de Ricardo, tan impersonal como él.
“Ve al despacho del doctor Granados, ya el documento del divorcio está listo, sólo tienes que firmarlo, yo ya lo hice, como comprenderás no quiero ni tropezarme contigo”.
Al cabo de unos segundos otro mensaje entró en su celular.
“Espero que estés de acuerdo con todo, ya que hay un acuerdo prenupcial y eso es lo que se estipuló allí, espero que no quieras tratar de obtener más dinero de los Del Hoyo”
Su corazón latió demasiado aprisa. Se sintió tan humillada por las palabras de de Ricardo.
«¿Entonces crees que estaba contigo por tu dinero, por tu posición? Que poco me conoces Ricardo del Hoyo»
Isabel se cambió rápidamente y tomó un taxi. Fue donde el abogado y firmó los papeles de divorcio. No quiso nada de los Del Hoyo.
El abogado llamó a Ricardo y lo puso al tanto. Ricardo se quedó pensativo, mientras le oía.
« Ni siquiera aceptó la compensación por años compartidos, no es ninguna tontería, podría haberse comprado una lujosa casa y hasta un auto con ello »
Después le volvieron los mismos pensamientos que se repetían a diario en su cabeza.
« ¿Por qué Isabel hizo algo así? ¿Por qué no me pidió que averiguara que pasó esa noche? Ni siquiera me ha preguntado sobre los videos ni nada del asunto. ¿Y si fue sólo una treta de alguien para dañar a los Del Hoyo? Esa noche, ese hombre sólo dijo que él ya la conocía y estaban de acuerdo para esa noche. Yo la vi hablando con él un poco coqueta… Pero ella es tan amable cuando atiende a un invitado… Cuando al hombre le preguntaron que sabía de ella, no sabía ni siquiera su apellido, si la hubiese conocido, podrían haber hablado en francés, ella lo habla a la perfección… Por qué tantas contradicciones »
Sacudió su cabeza, aún tenía dudas y sin embargo…
Esa noche, Ricardo, al llegar a casa, llamó a Maita a su habitación.
Isabel, volvió a sorprender a los Del Hoyo, ya que, no sólo dejó todos los grandes roperos y zapatos de marcas y diseñadores famosos que usaba para representar en cada acto social, reunión o presentación a la prensa o los medios, sino que también dejó su joyero íntegro, incluso su anillo de casada, todo lo que representaba lujo y riquezas y que obtuvo de ellos.
—Maita, traiga a dos señoras para que guarden todas estas cosas en el closet de la habitación que ocupaba Isabel, y las joyas me las deja aquí, yo las guardaré esta noche en la caja fuerte. Ah, esa habitación queda cerrada herméticamente y las llaves, original y copia, me las entrega a mí.
—Así será, señor Ricardo —Maita lo miró con tristeza —Señor Ricardo, yo me voy mañana de esta casa.
—¿Cómo que se va?
—Yo no puedo trabajar con otra señora, sólo con la señora Isabel. Así que me voy de esta casa. Ahí queda Blanca.
—Pero ella no sabe preparar mis comidas. ¡Maita, no me haga eso!
—Ella me contrató y con ella trabajaba muy bien, la señorita Eneida no tiene ni idea de cómo llevar la casa, ella sólo grita y ordena sin cesar. La señora Mara no está para esas cosas ya, así que, yo me voy mañana temprano.
Ricardo hizo una mueca con los labios en horizontal.
—Lo siento señor Ricardo, pero hay personas a quienes no las notamos cuando están cerca, pero si notamos cuando ya no están, y no lo digo por mí precisamente —Maita botó estas palabras con cierto malestar y salió de la habitación.
Ricardo cayó pesadamente en su cama.
« ¿Será como dice Maita? ¿Será que ya empiezo a sentir tu ausencia, Isabel?»
Ricardo esa noche tomó su auto y salió a toda velocidad.
Regresó muy tarde noche del bar, Eneida se hizo la tonta y al verlo llegar fue hasta su dormitorio, él había dejado la puerta abierta, lo vio con el joyero de Isabel en sus manos, miraba una gargantilla frunciendo el ceño. Él se la obsequió el día en que cruzaron anillos de compromiso.
—Hermanito, a mí siempre me ha gustado esa gargantilla, ¿me la obsequias?
Ella trató de tomarla de su mano, Ricardo la miró con los ojos chispeantes, y apretó su mano.
—Ni se te ocurra tomar algo de aquí. Eso pertenece a Isabel, y sólo ella lo puede usar.
Eneida cambió a odio en su mirada. No pudo pronunciar palabra alguna, salió con ira de esa habitación.
« ¿Sólo ella las puede usar? Todavía piensas en volver a ella… ¡Maldita Isabel! »
Ricardo movía el dije entre sus dedos, mientras pensaba en ella:
« Ni siquiera se llevó nada de lo que le regalé, dejó aquí hasta su anillo de matrimonio, no aceptó ni la compensación… »
Su cabeza no la sacaba, Ricardo llegó a pensar, cuando su matrimonio se enfrió demasiado, que Isabel sólo estaba con él por mantener la posición de su familia, por sus padres, para que siguieran siendo socios de los Del Hoyo. Pero con esto entendía que quizás ella tenía otra motivación…
Cap. 3: PADRESA la mañana siguiente, Isabel salió a buscar empleo. Brizna y sus padres la animaron para ello.Sin embargo, una semana después, cuando ya había sido seleccionada en una de las empresas donde la entrevistaron, Isabel se sintió indispuesta. Brizna, la convenció para que se fuese a revisar al médico.El doctor le mandó a hacer exámenes de sangre. Isabel se encuentra sentada en la orilla de la camilla en el hospital “San Agustino”, el médico entró con los resultados en la mano.—¿Desde cuándo tiene esos mareos, señora?—Hace unas semanas atrás, sólo que no les había dado importancia, pero anoche casi caí del mareo.—Tiene que cuidarse, está embarazada. Vamos a obstetricia para que le hagan el eco. Aparentemente hay más de un feto, el obstetra le dirá.Isabel miró al médico como ausente.« ¡Voy a ser madre! Un hijo, parecen dos, es maravilloso, voy a ser madre, voy a tener no uno sino dos hijos. Soy bendecida », pensó sonreída.Esperó unos minutos y pasó al pequeño cubícu
Cap. 4: SUFICIENTE «Dios mío, ahora estoy totalmente sola, no sé si traerlos al mundo sea lo mejor, no estoy preparada para traer tres hijos al mundo sin su padre »Caminó dubitativa, vio tantas mujeres embarazadas y de tantas, sólo una iba acompañada de un hombre. Mujeres con sus barrigas enormes entrando a obstetricia. Sus ojos se cristalizaron e instintivamente puso sus manos en su vientre.« ¿Cómo serán sus rostros? —se preguntó, mientras sentía que los tocaba a ellos y les transmitía todo su amor—. ¿Cuál de los tres será el mayor? ¿Se parecerán a Ricardo? ¿O quizás a mí? ¿Serán unidos o pelearán entre sí? ¿Cómo les gustarán los huevos? ¿Fritos cómo a mí? ¿O cocidos en agua, cómo a Ricardo? ¿Será posible que yo llegue a saber cuál comerá especias y cuál les temerá? »Lágrimas rodaron por sus mejillas. De repente, sus ojos se iluminaron, su mentón se levantó y una sonrisa llegó a sus labios al sentirles suavemente en su vientre. Sí, ellos dijeron presente, sintieron su
Cap. 5: CONTRADICCIONESDespués de más de cuatro años del divorcio de Ricardo e Isabel…Ricardo Del Hoyo sigue lamentando el haber dejado que, todo lo relacionado con Isabel, se decidiera tan precipitadamente. Tanto la casa como su propia vida estaban siendo desastres sin sentido, sólo las empresas seguían en auge.—Mamá, tienes que buscar a una nueva ama de llaves, desde que Maita se fue, esta cocina es imposible —dijo Ricardo y soltó la servilleta en la mesa y se dirigió a su habitación. Al cabo de unos minutos bajó vestido y se fue.—¿Deberíamos buscarle una mujer para que se case?—Aunque no descarto la posibilidad, pienso que él, en todas, busca la perfección que tenía en Isabel —dijo Marco—, y sabemos que no la va a encontrar en otra mujer porque la realidad es que él sólo quiere encontrarla a ella de nuevo.Mientras tanto en el departamento de Mariana Rivero. Ella está pidiendo constantemente a Ricardo que solvente su situación con ella. Ricardo ya ni siquiera charla con e
Cap. 6 : PARECIDOS – PARTE I Al llegar a la casa de sus padres, Isabel es recibida, esta vez, como la hija querida, lo que la puso en sobre aviso de que algo se tramaban sus padres. El primero en aparecer fue Iker del Castillo. —Hija, tienes que ayudarnos. La empresa está en bancarrota, Marcos Del Hoyo ya no está a cargo de las empresas, y Ricardo dice que no está dispuesto a arriesgar su dinero en nosotros que ya no somos nada de él. —Papá, ¿Usted no está enfermo? Me hizo venir sólo para que los ayude con los Del Hoyo. —Hija, mira, habla con él, por favor, sabemos que si tu vas y le hablas él cederá —en ese momento Sofía entró con Ricardito. El viejo Iker se sorprende al ver el parecido del niño con los Del Hoyo—. Isabel, ese niño puedes llevárselo a Ricardo del Hoyo, en cuanto lo vea creerá enseguida que si es su hijo, así pondrá el dinero que le pidas en tus manos. —Papá, ¿Cómo puedes pedirme eso? Ricardo del Hoyo me humilló tanto y me espetó a la cara una sarta de cosas
Cap. 6 : PARECIDOS – PARTE IIRicardo miró aquella foto y sus ojos se pusieron oscuros, sus puños fueron apretados con fiereza. —Síguela, y me dices donde se está quedando —se apartó de Mariana, que lo miraba expectante.Después que se hubo separado de Mariana llamó a un detective que tenía hace un tiempo buscando a Isabel, sin embargo no había tenido ninguna noticia sobre ella.—Le voy a mandar una dirección y, a partir de esta noche, no dejará de seguir a esa mujer, quiero saber hasta de que tamaño tiene, cada día, el jabón con que se baña, todo lo que hace, con quién, dónde y cómo. ¿Entiende?Cortó la llamada y encendió un cigarrillo. —¿Qué te pasa, Ricardo? ¿Acaso el ver esa mujer te ha trastornado? ¿No te das cuenta que estás conmigo?Ricardo miró a Mariana y sus ojos estaban endiablados y con un aire extraño en la mirada. —Vámonos, tengo cosas importantes de qué ocuparme.—Yo no me quiero ir todavía.Ricardo apagó el cigarrillo en el cenicero como si con ello estuviese apaga
Cap. 7: PAPÁ Isabel regresa a casa, su hijo menor Marcus tiene su carita apagada, se acerca a su mamá contrariado y hasta un poco disgustado. —Mami, ¿Papá quién es? Isabel se sorprende al oírle preguntar eso. Ella jamás se los ha mencionado. —¿Quién es papá? —Isabel le rectifica la pregunta a su hijo, a pesar de ser entendibles las palabras, él, cuando habla aprisa las expresa desordenadas, algo propio de su edad, sin embargo ella es la que está nerviosa. —Los niños de la guardería a casa vinieron con Marcus a jugar, y los niños preguntaron ¿Papá de Marcus dónde está? Y no sabe Marcus quién es papá de Marcus. —¿Y qué más dijeron tus amiguitos? —Los ojos de Isabel siguen cual platos mirando a su hijo con tristeza. —Dicen que papá y mamá juntos están siempre para cuidar a Marcus y proteger. Y poderoso es papá, que traer puede merienda muy rica y juguetes fabulosos y muchos divertidos. Isabel se siente tan mal, se reprocha así misma por las palabras de Marcus. —Les debo ta
Cap. 8: ¡SON TRES! Guzmán llama a Ricardo... —Jefe, la Sra. Isabel y sus hijos... Los hijos de ustedes...—Guzmán parece estar nervioso, su voz es trémula y muy baja, como si hubiera algo oculto que teme decir. —¡Habla! ¿Por qué tartamudeas? —Ricardo frunció el ceño; Guzmán no solía ser así, no era su forma habitual de dar las informaciones sobre los encargos de su jefe. Hubo un silencio de dos segundos al otro lado de la línea. —¡Jefe, una gran noticia! ¡La señora tiene tres hijos! ¡No dos! —¡¿Qué?! —Los ojos del hombre se abrieron de par en par, sorprendido, mientras sus globos oculares casi se salían de sus órbitas durante varios segundos. Luego, recuperando su tranquilidad, bajó la voz y apretó los labios en una línea —. ¡Sigue y comprueba por mí! El hombre colgó el teléfono y apretó los puños sobre el escritorio. Se quedó sentado y en silencio. Su pecho vibraba, truenos y centellas acometían en su tormenta interior, estuvo así por largo rato. Se levantó vacilante. « ¿Ta
Cap. 9: MIRADAS « ¿Quién es él? Mamá lo mira diferente, parece estar molesta, sin embargo ¡sus ojos brillan!… Esas miradas parecen risueñas como si ellos… Hum » Una exclamación salió de sus labios, su mente parece haber entendido las señales que emitían los ojos de ese par. —¡OH! — Exclamó. « Claro, él es una imagen de mí a futuro, con su tamaño, seré… ¿Cómo él? entonces él es… » Ricardito unió los puntos y pudo ver rápidamente lo que allí estaba escrito. Sus ojos se desmesuraron. —Puedes irte por donde viniste, no tenemos nada de qué hablar —le dijo Isabel. —¿Estás segura? —Ricardo frunció el entrecejo—. Sé que tú padre necesita una inyección de capital para reactivar sus maquinarias… Isabel se volvió a él y con tranquilidad le dijo: —Nunca, yo nunca aceptaré tu dinero —se fue a las escaleras, allí oyó a Ricardito correr en el segundo piso y entrar en carrera a la oficina de Iker y tirar la puerta. Isabel cerró los ojos esperando que Ricardo no lo haya oído, pero este le pr