Los niños dejaron de celebrar, Marco se sintió culpable por dejarse llevar de la emoción a pesar de ser muy cerebral y ahora por culpa de eso, todos sus esfuerzos habían sido en vano, estaban a punto de ser sometidos por esos delincuentes.
—Acérquense aquí pequeños demonios—, ordenó ayudando a liberar a uno de los hombres a quien cubrieron con el saco, sin embargo, unos segundos después, se escuchó un impacto y el hombre cayó juntó con su arma al suelo mientras emitía un alarido de dolor.
Los niños se sorprendieron, al darse la vuelta estaba frente a ellos Hefesto, con una expresión fiera que ninguno había visto en el hombre ni siquiera Evan y Bianca quienes solo conocían de él esa faceta dulce, juguetona y amorosa, pero el aspecto de ahorita era indómita, despiadada.
—¡Miserable! Ni se te ocurra hacerles da
Hefesto vio la expresión de Lía y Marcos y ambos echaban chispas, no era conveniente dejar a los niños allí, porque dentro de poco se armaría la guerra entre estos dos y no quería convertirse en daño colateral.—Niños, vayamos a la sala de juegos, tenemos unos entretenimientos espectaculares, pueden ver cualquier película que deseen. ¡Vamos! —los invitó al mismo tiempo de tomarlos de la mano para agilizar su salida.Por un breve momento los niños dirigieron sus miradas hacia sus padres, sin embargo, terminaron marchándose con Hefesto porque fueron ignorados por estos, pues estaban sumidos en una discusión.—No puedes obligarme a permanecer casada contigo, tenemos más de cuatro años separados. Entonces ¿Cuál es tu interés de estar conmigo? Tú tranquilamente puedes divorciarte y buscarte otra mujer en quien co
Ella pensó por un momento su respuesta, de repente luego del golpe fue como si le hubiesen quitado una venda de los ojos. Todos los recuerdos vinieron a su mente, sin embargo, no iba a confesar esa verdad, necesitaba acercarse a los Estebans, porque tenía que descubrir quien le quiso hacer daño y la separó por tanto tiempo de sus hijos, mientras más ajenas de todo la creyeran, obligaría a los responsables a intentar una nueva acción en contra de ellos y allí estaría esperándolos para atraparlos.“Prepárense familia Estebans, porque Lía Ontiveros ha regresado y alguno de ustedes tienen una deuda conmigo la cual estoy dispuesta a cobrar y con intereses, no les voy a perdonar haberme mantenido alejada de mis hijos por más de cuatro años y que los hayan puesto en riesgo”—Mi amor, bebé por favor dime ¿Recordaste todo tu pasado? — pre
Los niños fijaron su atención unos a otros, temían ser descubiertos porque después todo decían que las madres conocían muy bien a sus hijos.—No mamita, no nos atreveríamos estamos muy felices de tenerte con nosotros —declaró Diego besando en la mejilla a su madre, seguidamente los otros tres siguieron su ejemplo.Lía no estaba convencida de los besos de Judas de sus hijos, pensó, pese a ello, decidió dejarlos quietos por los momentos, sin embargo, estaría pendiente de ellos, ya sabía cuan conspiradores podían ser.Unos veinte minutos después llegaron a la mansión de Marcos, quien como un caballero se bajó corriendo y se acercó a abrirle la puerta, ella no pudo evitar una sonrisa al ver las atenciones de ese hombre.“Vamos Lía, debes ponerte más dura que sancocho e pato, porque si no el resbaloso este
Lía tragó grueso, ni en sus mejores sueños su esposo se veía tan hermoso, quería enojarse, gritarle, echarlo, sin embargo, su fuerza de voluntad no daba para tanto.—¿Qué hago aquí? —alzó las cejas con una expresión de burla —. Esta es mi habitación y mi baño, la pregunta sería ¿Qué haces tú aquí? ¿Estás tratando de seducirme? —sonrió con una media sonrisa y un dejo de picardía en su rostro que encogió el estómago de Lía y le envió un cosquilleo por todo el cuerpo.—¿Yo seducirte? —interrogó con incredulidad, tragando grueso y tratando de simular el mar de sensaciones agitadas en su interior—. No era yo quien estaba rogando porque no quería divorciarse —declaró muy digna.—¿Entonces qué hac
Marcos escuchó de nuevo los golpes en la puerta, sin dejar de mirar el teléfono donde tenía activada las cámaras de la casa, y aunque le prometió a Lía darles un escarmiento a los pequeños, le conmovió mucho el puchero en el rostro de Bianca, su pequeña fantástica. —¡Por Dios Lía! ¿Acaso eres de hierro mujer? ¿Cómo no puede conmoverte ese hermoso rostro? Es tan linda, mira su puchero, está sufriendo. Voy a abrirle la puerta —mira como se ve triste. —Eres manipulable Marcos, esa pequeña conspiradora sabe que tienes la cámara en tu teléfono y que estás viéndola, por eso hace puchero, conoce tu debilidad ante ella, esa monstruita te tiene comiendo en la palma de su mano —declaró Lía con un suspiro. “Este esposo mío me salió más tonto de lo que pensaba”, se dijo con tristeza. —Igual como me tienes tú, pero voy a abrirle, me da mucho pesar dejarla allí —expresó levantándose, se colocó el bóxer y el pantalón del pijama, entre tanto su esposa se levantó y se
Marcos no encontraba cómo responder a las palabras de su hijo, no podía decirle que estaba conversando con Lía porque se suponía que no se hablaban e iban a divorciarse, entonces, lo pensó y concluyó que la mejor forma de evitar responderle era mostrándole su autoridad como padre y debía hacerlo con firmeza.—Marco, aquí el padre soy yo, no puedes entrar al baño de esa manera a exigirme explicaciones, porque no tengo la obligación de hacerlo, por favor sal de mi baño y respeta mi intimidad —expuso en voz sería.El niñ0 lo vio al principio con un deje de sorpresa, "¿Qué le pasa al déspota nunca fue tan firme al dirigirse a mí? Algo no está bien", se dijo recobrándose de la sorpresa.—Solo voy a decirte algo papá, no sigas abriendo más brechas entre mamá y tú, no separes a nu
Lía abrió los ojos de par en par, tomó a Diego de la mano y puso una expresión sería.—Ustedes me están ofendiendo y eso me hiere el corazón —empezó a decir mostrando una expresión de tristeza—. Claro, como no se han criado conmigo de cierta manera entiendo su desconfianza, no me ven como mamá, sino como una extraña, mentirosa.Ella caminó a la cama y se acostó e incluso se limpió las lágrimas que salieron de sus ojos, los niños se sintieron conmovidos, se acercaron y terminaron acostándose a su lado.—¡No digas eso mami! Eres la mujer de mi vida —pronunció Marco y eso la hizo detener su llanto.—¿En serio? —preguntó con duda.—Te digo un secreto, siempre he soñado contigo, venías en mis sueños, me abrazabas y besabas, y yo permanec&iacu
Lía se quedó viéndola a los ojos, como tratando de escudriñar los secretos más recónditos en la mujer, entretanto ella la miraba como si fuese un fantasma, su primera impresión fue decirle “Soy yo, la misma que viste y calza”, sin embargo, se suponía que ella perdió la memoria y no recordaba nada de su pasado, así que esa frase no podía emitirla, debía optar por otra, no obstante, antes de poder emitir palabra la mujer habló.—¡No puedes ser tú! ¡Tú estás muerta! —exclamó con una mezcla de sorpresa y miedo.—Bueno, si quiere tóqueme —expresó extendiendo la mano hacia la madre de Marcos—. A menos que yo sea un zombi, aunque a decir verdad estos no se ven ni remotamente tan guapos como yo. Ahora, ¿Me puede decir quién es usted? ¿La conozco? —preguntó con